Capítulo tres: ¿Detalles?

14 3 0
                                    

  Me estoy desviando del tema principal. El incendio. En Madrid, España. Un edificio de treinta pisos se incendió por completo, dejando nada más que cenizas y heridos. Si le ves ahora, es como si nunca hubiera estado allí. Ya ha pasado un tiempo. Este empezó en el piso veintitrés. Hubo exactamente cincuenta muertos y ciento nueve heridos en total, y aún se siguen encontrando cadáveres. Era uno de los edificios más poblados de la ciudad, con doscientas personas viviendo en él. Ha habido muchos reportes sobre el tema. Yo conocí a varias de las víctimas. ¿A quienes? Hombre, dejemos lo mejor para el final, que ansia. Me revienta la gente ansiosa, de verdad, dejad que termine.

Al final, lo mejor son los detalles, esos son quienes te permiten entender. Suelen pasar desapercibidos y eso me parece una falta de respeto. Analizando cada detalle, cada factor y cada posibilidad es cómo se llega más lejos. Un detalle puede terminar siendo algo más que un detalle, llegando a ser una prueba esencial. Sin ellos todo sería mucho más aburrido, demasiado aburrido. Realmente lo que les estoy contando no son detalles como tal, es contexto. Realmente es muchas cosas. Me gusta que haya de eso, como quieras decirle. Me agrada saber todo. Por esa razón quiero que vosotros sepáis lo que a mí me gustaría saber, si estuviese en vuestro lugar por supuesto.

Siempre fui una tía guapa. Había varios tíos interesados en mí, hasta que veían como era yo, mi personalidad, mi carácter, una de las cosas más importantes de una persona. A algunos les agradaba. Aunque por presión social no se acercaban a mi. Si se juntaban conmigo automáticamente pasaban a ser los raros de clase, pero los que decían eso, o eran los típicos flipados de turno, o no pensaban eso y les daba miedo decirlo. A todos les encanta armar bandos, como si la vida se tratase de eso. O estás con uno, o estás con otro, no puedes estar con los dos. Ese es su razonamiento, no se esfuerzan en pensar más. Si a mi me apetece estar con ambas personas ¿porque no puedo?, y no hablo de una relación amorosa, me refiero a la amistad. Siempre hay que dividir todo ¿No? Clasificarlo, por más que no tenga porque serlo. No creo que logre entender el razonamiento y pensamiento de algunas personas, jamás. Esa es la gracia de la vida. No entender, e intentar entenderlo. Lo malo es cuando lleva a un cabreo, como en mi caso.

Es cuestión de paciencia. La paciencia es una virtud, me decía mi madre, y hoy le doy la razón. Esa fue una de las pocas cosas que recuerdo de ella. Digo pocas porque recuerdo más cosas. También me decía otras frases, como; Cría cuervos y te arrancaran los ojos, lo respeto pero no lo comparto. Hay otra posibilidad, que críes cuervos y te conviertas en uno, que su comportamiento sea contagioso y que te enseñen algo. Además no entiendo ese odio hacia los cuervos, son uno de los animales más inteligentes del mundo, y las películas lo convirtieron en un animal siniestro. Si quieres paz, prepárate para la guerra. Esa si que la comparto. Hay un pequeño detalle detrás de este refrán. La paz es algo inalcanzable, no existe la paz absoluta, no hasta que todos pensemos igual, cosa que no va a pasar. Es imposible convencer a todos de algo, que todos tengan los mismos pensamientos. Un claro ejemplo es la religión, pero no voy a meterme en ese tema por ahora, prefiero dejarlo estar. Si quieres que todos los que vivan y piensen igual, peleen por la idea vencedora. Lo peor es que el ganador no define quién tiene razón, define quien queda. Y la que quedó fui yo.

Siempre me he hecho muchas preguntas, a mi misma, a nadie más. Prefiero descubrir la respuesta por mi cuenta que escuchar la de otro. No me puedo fiar en que su respuesta es la correcta, necesito comprobarlo. Además eso significa que debo hablarles, y prefiero no hacerlo. Tengo una pregunta para vosotros, para que penséis por vuestra cuenta, no le pidáis la respuesta a nadie más que a vosotros mismos ¿Los monstruos hacen guerra, o la guerra hace monstruos? Es para reflexionar eh. He pensado en la respuesta por años y llegué a una conclusión. No la compartiré, al menos por ahora. Tengo más preguntas que os haré más tarde.

Por mucho tiempo a mi me trataron como un monstruo, un bello monstruo. ¿Yo fui un monstruo creado por la guerra? Si, y a la vez no. Era un monstruito antes, y después de la "guerra" me convertí en un verdadero monstruo. De aquí sale otra pregunta ¿Los psicópatas, nacen siendo psicópatas o se vuelven psicópatas durante su vida? Yo también hallé una respuesta, que voy a guardar. A veces es mejor callar que dar una opinión. Es mejor no contar nada que contar la verdad, es una advertencia. Si la verdad no es agradable, a los demás no les gustará, y si la verdad no parece cierta, la gente te tratará de loco, de pesimista, por más que no lo seas. Toda mi vida fui realista, sin importar eso, toda mi vida me trataron de pesimista. Así es la vida. Depende de lo que la gente interprete y no de lo que es. Y para ser peor aún, no suelen interpretar bien.

No supieron interpretar mi caso. Sacaron conclusiones, teorías. Hicieron lo que quisieron con todo, con mi vida. No fue la primera vez, ni la última. En el incendio tomaron las riendas de mi vida, cambiaron su dirección. No a mejor, a peor. Utilizaron mi personalidad. Aprovecharon mis debilidades. Realmente estoy dando muchas vueltas. Estoy mareando a todos. Os estoy dando mucha intriga. Eso es lo que quiero, haceros la cabeza un lío. Ya fue suficiente. Merecéis una explicación y os la voy a dar, no completa, pero os la voy a dar. No sin antes decir unas cosas, tened cuidado y atentos a los detalles.

***

Empezaré desde el principio. Hace cinco años, una chica morocha de ojos marrones conoció a un tío como ella. Alguien con quien podía hablar. Un amigo. Él era morocho con unos ojos celestes que podrían reflejar todo, como si fuesen un espejo, era alto, como de uno ochenta. Ella descubrió que no todas las personas eran malas, no todos eran como su padre. Conoció la amistad. Se le olvidó un detalle. Los amigos no duran para siempre. Nadie es eterno, y ella lo supo más adelante. Se confió demasiado. Era una chavala y él un niñato. Pasaban demasiado tiempo juntos y sabían demasiado el uno del otro como para terminar su relación. No estaban enamorados. Eran solo amigos, mejores amigos.

Ella le confió los secretos de su familia. Principalmente de su padre, de su madre no podía contar mucho ya que había muertos años atrás. Le había dado algo, no se sabía el que, más bien, ella no sabía el qué. En cambio, su papá, estaba vivo y sano, lamentablemente, ojalá los roles fueran al revés, y digamos que no era muy amigable. Era todo un misterio. Ni su propia hija sabía cuál era su trabajo. Aún así, llevaba dinero a la casa, y con eso era suficiente, por el momento. Había muchas teorías sobre él. La mayoría iban dirigidas al crimen. Se decía que era narco, un sicario, un asesino en serie, lo relacionaban con ese novio criminal y su padre, del que os conté antes, ¿Veis que nada es un detalle? En fin, se decía de todo. Todo apuntaba a que él era una mala persona, y tenían razón. Era un loco, un psicópata, rodeado de más de su especie. Por cierto, su madre acertó con el nombre, coincidía perfectamente con su forma de ser.

Volviendo al niñato, Jaime, un idiota de mucho cuidado. Sacaba malas notas en la escuela, un promedio de dos, ya me dirás tú cómo se puede ser tan malo, que sigo sin encontrar una explicación. Tenía mal comportamiento. Era el molón de clase que se la pasaba dando paseos desde la clase hasta la oficina de la directora. Su afición siempre fue el ajedrez, así es, siendo tan inútil como para sacar tan malas notas, jugaba al ajedrez, y era pésimo. Cada mes venía con un tatuaje, un piercing o un corte de pelo nuevo. Fumaba, tomaba. Iba a muchas fiestas, aunque no sabía ni bailar. Intentaba cada tanto aventarse un buen paso, pero no le salía. Y mejor no hablemos de cómo cantaba, que te explotan los tímpanos, nunca vi a alguien que cantase tan mal.

Era un chaval de dieciséis años como todos, como la chavala. Buscan atención, odian la escuela, aman las fiestas, vamos como todo el mundo a esa edad. Si bien parecía normal, no lo era. Tenía un lado oscuro. El que menos enseñaba. Una zona de su cerebro estaba maldita, llena de maldad, y maldad asquerosa, que no era bueno ni para ser malo, y no porque le diera pena, porque hacía todo mal. Sus planes eran una mierda. Básicos. No pensaba más allá. Siempre lo más sencillo y rápido. Lo mejor suele ser lo contrario, solo suele. El verbo suele no incluye todo, solo a la mayoría. Y la minoría sigue existiendo, no olvides eso.

Ella, su amiga, era distinta. Distinta a él y distinta al resto, siempre lo fue. A diferencia de Jaime, ella no salía a una discoteca, a una borrachera, o lo que fuese, ella se quedaba en su casa, con su amiga. Tenía solo dos amigos, Jaime y Alma. Y los tres tenían un enemigo en común. Alguien llamado Yad. Un peligroso hombre, quien destruía todo a su paso. Por suerte, no le tenían miedo, eran la minoría, a la mayoría les aterraba hasta el simple hecho de pronunciar su nombre.

El fuego de mi interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora