I

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Hay situaciones en la vida que no podemos controlar.

Existen situaciones en las que me preguntó ¿Por que hice esto? ¿Como es que llegué aquí? ¿Cuando comenzó? ¿Cuando terminará? Y sin embargo, nunca tengo tiempo de ponerme a pensar en una respuesta, porque mi mundo estaba corriendo a un ritmo fugaz, demasiado rápido como para darme cuenta de lo que estaba sucediendo en mi entorno.

Yo solo... esperaba poder pensarlo pronto.

Antes de que sea tarde.

—¡Bokuto! —Grité con todas mis fuerzas.

En ese momento, me lleve uno de los sustos más grandes de mi vida. Aunque fue por menos de un segundo, y mi aliento volvió a mi boca.

—¡Era broma! —Exclamó volviendo firme el agarre en nuestras manos —Sigo vivo, no te espantes.

Suspiré cansado, pero aliviado —Joder, Bokuto. Un día de estos no será broma y te voy a matar.

—Pero ya estaría muerto.

—Pues te vuelvo a revivir para matarte con mis manos —Solté un gruñido al jalar su mano para ponernos a ambos en piso firme —Aunque seamos honestos, tú no eres capaz de morirte con el roce de una bala.

Koutaro se relamió los labios y volvió su vista alrededor. Estábamos en la cima de una azotea. Y unas pequeñas ratas de acababan de escapar de nuestro rango de visión.

—¿Tu crees que sigan cerca, hermano?

—Si —Contesté seguro de ello —No pueden estar tan lejos, aunque, deben estar escondidos como cucarachas —Reí.

—Esta bien solo déja- —Pude ver como se encogió en ese segundo. Bokuto se apretó su herida con la palma de su mano —No es que me esté muriendo, pero si voy a morirme si no cierro este agujero —Señaló su abdomen mientras reía, siempre tan despreocupado, no es que realmente no le doliera, simplemente no le importaba demostrarlo. Tomó asiento tranquilamente en el piso de cemento —Vamos, Tetsuro. Dame un segundo, igual ya los perdimos de vista... dame tu encendedor.

Él tenía razón. Ya habíamos perdido de vista a Akaashi, Hinata y Kenma.

—Si, no quiero tener que cargar contigo —Guardé mi pistola en la orilla del pantalón y luego saqué mi encendedor del bolsillo de mi pantalón —¿Estás seguro de esto? Lo he hecho antes en mi cuerpo pero no en el cuerpo de otros.

—¿Y que otra opción tenemos? —indagó divertido —¿Ir a un hospital como la gente normal? Si dale, vamos al hospital y le explicamos a la enfermera por que estamos armados, por que tengo un agujero en el abdomen y por que estamos apurados en ir a buscar a tres gatitos que se escaparon con la cola entre las patas.

—Si yo creo... —Noté su sarcasmo escondido en su sonrisa de siempre —Creo que tienes razón. Alzate la camisa.

—No quiero que me veas desnudo, hermano.

—Te he visto en pelotas ¿Con que me sales ahora?

—¡Estaba hasta arriba de anfetamina ese día, no pensaba con claridad!

—Como la mayoría de días de tu vida.

—Respétame, soy el mayor —Se señaló con un dedo y en ese instante volvió a encogerse del dolor —Como sea... apresúrate.

Rodé los ojos y me acerqué a él sin más rodeos. Encendí el mechero y aunque no quería hacerlo, quemé su piel para cicatrizar aquel agujero del que tanto se quejaba. Akaashi tenía una maldita puntería que no era normal, y dispararle a una distancia de más de ciento cincuenta metros a Bokuto quien era muy bueno esquivando, fue sorprendente.

Yesterday is ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora