XI

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Capitulo XI - Renunciar

Kageyama Tobio.

Descargando paquetes. Diez, cincuenta, cien, doscientos, quinientos, llevaba contando todos y cada uno que pasaban por mis manos. Sakusa-san me pasaba uno por uno, y yo iba aventandolos a la lancha. Lancha uno, llena. Lancha cuatro, llena. Lancha diez, llena. Lancha trece, llena. Y aún nos faltaban toneladas por descargar.

Entonces, mis oídos pitaron. Ahí perdí la cuenta. Cuando un estallido proveniente de la quinta planta de aquel barco resonó con fuerza. Una explosión. Sakusa y yo nos miramos entre sí, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.

—Miya... —Lo escuché murmurar.

Su cuerpo reaccionó tomando la soga amarrada a lancha para luego pararse en la orilla. Sin pensarlo dos veces, aseguró la soga para saltar.

—¡Sakusa-san! —Grité para detenerlo —¡Sakusa-san, no puede ir allá dentro, no ha recibido ninguna orden! ¡Sakusa-san!

Antes de que él pudiera saltar, pude atraerlo hacia mi jalando su brazo, Sakusa me estaba mirando a la cara. Ahí se dió cuenta de lo que estaba por hacer. Una parte de él quería entrar para saber que estaba pasando. Y la otra parte de él, ya sabía que aquel barco se estaba hundiendo y solo quería correr muy lejos para esconderse, por que la sucia agua del mar estaba por tapar todo.

—El barco tardará en hundirse por lo menos una hora y media. Tenemos tiempo, Kageyama por favor, encárgate de la mercancía. Yo hablaré con Ushijima-san luego.

—No —Le negué deprisa, aún si esa era la primera vez que escuchaba a Sakusa decir "por favor" no podía permitirle aquello —Esto no estaba en el plan. Y no podemos empezar a improvisar, así es como se fracasa. Ushijima-san dió órdenes a cada uno y tenemos que seguirlas.

—¡En verdad no te importa nada más que las órdenes! ¡Miya, Oikawa y mis compañeros están en ese barco! ¡Las cosas no siempre salen como se tienen planeadas no importa cuanto hayamos repasado el plan! ¡Dejaste a Oikawa y saliste como tal cobarde sin importarte más! ¿¡Acaso eso estaba en el plan!?

—Yo estoy al mando, es mi trabajo y debo cumplir. Yo no lo hubiera dejado solo y lo sabes.

—¿Ah sí? ¿Que yo lo sé? Lo que sé es que quizá solo quieres deshacerte de Oikawa por que en el fondo de tu egocéntrico ser, sabes que él es mejor que tú. Es solo cuestión de tiempo para que vuelva a su puesto —No dejó que yo diera mi respuesta, solo siguió hablando —¿Y sabes qué? Que se joda el plan. Hace mucho rato que me parece una tremenda idiotez. Voy a ir allá dentro, lo quieras o no y ¿Que crees? Iwaizumi vendrá con nosotros también.

No me importa cuántas razón tenga, no podía dejarlo joder el plan en el que Ushijima y yo estuvimos trabajando tanto tiempo —Iwaizumi Hajime no tiene que salir de ese barco, Sakusa-san. Esa fue la orden.

—A la mierda la orden.

Sakusa se orilló al borde de la lancha para saltar. No podía permitirlo, tenía que detenerlo y como sea.

—Sakusa-san —Dije con voz firme y un nudo en mi garganta —Si usted entra en ese barco... considérese despedido. Está fuera y dejará de estar al mando de la cuarta división.

Ser despedido significaba lo mismo para todos. No importa si eres de Daichi o de Ushijima, no importa si eres solo un subordinado o si eres el segundo al mando. Ser despedido era lo mismo que ser apuñalado treinta y siete veces en el pecho. Significa que ya eres hombre muerto.

—¿Quién mierda te crees que eres?

Saltó luego de decir aquello. Lo vi alejarse y entonces me quedé en blanco, sin ideas. El único pensamiento que cruzaba mi mente era eso "¿Quién mierda soy?" Y mi cabeza hizo un click de razón al escuchar una voz a mis espaldas.

Yesterday is ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora