IV

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—¿Eliminar... a Iwaizumi...?

—¡Pero Daichi! —Grité en contra de su orden —No lo haremos, no lo haremos, definitivamente no lo haremos.

Bokuto se quedó callado, prefiriendo que hablara yo en su lugar, por que ambos estábamos en la misma posición de no querer aceptar. Su mirada la cual yacía en el suelo se levantó repentinamente cuando Daichi golpeó la mesa con sus manos, creando un ruido frenético.

—Daichi... Realmente lamentamos lo de Sugawara, pero estará bien, se va a recuperar pronto. Iwaizumi fue nuestro compañero, hizo su trabajo a la perfección y yo sé que no irá a la policía. Le disparó a un tipo, ha secuestrado varios, asesinó a varios, definitivamente no irá a la policía. 

—Kuroo. La policía dará con él tarde o temprano si no es capaz de esconderse setenta metros bajo tierra, lo harán hablar por las malas. Es una pequeña posibilidad, pero existe —Daichi suspiró —No puedo dejar con vida a alguien que me tiene como enemigo ¿Entiendes? Iwaizumi no es una santa paloma que se quedará como si nada en libertad. Mucho menos a alguien que fue capaz de dispararle a Suga.

—¡Bueno...—Bokuto intervino abruptamente, muy dudoso y se le notaba el miedo en su mirada —...Y por que no haces algo al respecto! Siempre somos nosotros... siempre hay alguien haciendo el trabajo sucio por ti, si tanto quieres matarlo, ve y hazlo por tu propia mano.

Fue la primera vez que Bokuto le levantó la voz a Daichi. Además de eso, también fue la última.

La mano de Daichi no se dirigió a Bokuto, sino a mi. Fue directo hacia mí y tomó mi cuello, él pensó en lastimar a Bokuto, pero ¿Qué era lo que le dolía más a Bokuto más que el mismo? ¿Cuál era su punto débil? Sawamura lo sabía perfectamente.

—Kuroo —Me susurró al oído, su tono era amable como siempre. Pero sus manos apretaban mi cuello con frialdad, sus uñas se incrustaban en mi piel —Antes de que pienses en llevarme la contra... te recuerdo que yo soy todo a lo que le debes la vida. Y que si justo ahora, tú no estás pudriéndote en la cárcel... es gracias a mi.

No debí apartarlo. Sin embargo lo hice, quité su mano de mi cuello y me alejé unos pasos. Y él, al ya no poder susurrar, habló en voz alta.

—Por que fui yo, quién estuvo ahí para ti... esa noche en el que papá se fue —Daichi sonrió, siendo consciente de que había ganado esta discusión —Recuérdalo siempre, Kuroo.

¿Cómo no recordarlo siempre? Explícame, Daichi. Como no quieres que lo tenga presente cada maldito segundo si es un peso que cargo en mi espalda como si fuera una maldita roca.

Bokuto escuchó lo último, era lo que Daichi quería, que él y yo peleemos. Pero yo no iba a permitir que eso pasará.

—Tetsuro.

—No le hagas caso, Bokuto.

—¿Quieres que siga hablando, acaso? —Daichi rió.

—¡Cállate! —Alcé la voz, una mano mía descansaba en mi cuello, no podía ver, pero sabía que la marca de sus dedos eran visibles. Me di media vuelta para darle la espalda.

Y ahí estaba yo otra vez.

—Tu ganas, Daichi.

El ganaba otra vez. El ganaba como siempre.

—Bokuto, vámonos —Tomé su brazo.

—¿A donde? —Me preguntó en medio de una confusión en mi mente en la cual no yo sabía que era lo que queríamos. Pero dejando el que "quería" por el "debería" estaba seguro de lo que íbamos a hacer.

—Hay que eliminar a Iwaizumi.

Capítulo IV - Salir del mapa.


Kageyama Tobio.

Yesterday is ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora