VIII

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Capitulo VIII - Vidas pasadas.

Iwaizumi Hajime.

No era una vista agradable.

Mis ojos se perdían en Oikawa al verlo disparar a unas latas de metal, su sudor en e aire, mientras a ojos cerrados, corrió hasta detrás un árbol y trepar de un salto. Desde las hojas disparó hacia las latas que volaban en el aire. Le logró dar a cada una de ellas. 

Me perdí tanto que una de las balas que rebotó en el metal iba hacia mi. Y entonces reaccioné, haciéndome a un lado y haciendo ruido entre las hojas del arbusto. Oikawa se dió cuenta de mi presencia.

—¡Iwa-chan, no te escondas ahí! ¡Podría matarte!

—Es muy difícil que me mates de una bala perdida, Oikawa —Bufé con molestia e ironía a la vez —¿Tienes idea de que hora es? ¿Que haces en medio del bosque? ¿Buscando a caperucita? 

—Son las nueve de la noche ¿no?

—Son las dos de la mañana, gran imbécil —Le informé. Con mi celular en la mano.

Oikawa se bajó del árbol de un salto para acercarse y ver la hora. No me creía hasta que lo vio con sus propios ojos —El tiempo se me fue volando —Soltó una risa, parecía algo incómodo o apenado —¿Y tú que hacías por aquí?

Mierda. Literalmente, hacía mierda.

—No encontraba el baño. Y pues como es de madrugada solo se me ocurrió orinar en alguno de los árboles.

—...Eso es asqueroso, Iwa-chan.

Queriendo cambiar de tema, hablé —No pensé que sabías manejar un arma.

 —Si... pensé que lo había olvidado. Hace tiempo no disparaba. Pero se siente como si no lo hubiera dejado nunca. Se siente bien.

Si. Entendía el sentimiento. Pero no dura mucho, me gustaría decirle que aquel sentimiento es solo pasajero. Y antes de darte cuenta no lo estás disfrutando, solo te estas jodiendo, intentando convencerte de lo contrario.

—Y a pesar de estar fuera de práctica, no lo haces mal.

Mi vista se fijó en las latas en el suelo. Eso no fue sorprende, lo sorprendente fue que todas las latas tenían una marca de plumón rojo. Oikawa no le estaba apuntado a las latas por azar. Él le estaba tratando de disparar a las marcas rojas sobre la parte inferior de las latas. Y lo había logrado en varias de ellas.

—Tampoco lo hago bien.

—¿Mm? —Me volteé hacia él, esperando que estuviera riendo como si fuera un chiste. Pero Oikawa estaba hablando en serio —¿Estas bromeando o jodiendo? Literalmente acabas de acertarle a todas las latas antes de que cayeran al suelo y en plena oscuridad. 

—Pero no le acerté a las marcas rojas. Es una mierda, debería ser capaz de hacerlo.

—¿Es por eso que estás aquí a mitad de la madrugada? —Su forma de desviar la mirada fue su respuesta. Hizo el mismo gesto que puso cuando Ushijima nombró a su compañero —Se trata de ese tal Kageyama ¿Verdad? 

—¡No, él no tiene nada que ver! Él está bien. está bien por que se ganó ese puesto —Recargó su pistola, quitando una bala y volviendo a poner siete en su lugar —Se trata de mi. No soy el mismo de antes, por eso Ushiwaka tiene razón si quiere deshacerse de mi. No debí gritarle, él me esta dando la oportunidad de seguir con esto. Y yo solo le reclamé. 

—Pues si, eres bien imbécil.

—Lo dice el que me dejó robarle a su jefe y por su estupidez ahora quieren matarlo.

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