Capitulo 13

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La risa de ella también cesó de golpe. A pesar del alcohol, un sudor frío la recorrió con una pizca de conciencia. Pero poco después, parpadeó y estalló en una carcajada, haciendo que su amigo Luis siguiera y riera también, ignorando lo ocurrido anteriormente. De no haber estado ambos tan ebrios, la verdad habría salido a la luz con una rapidez inmediata, y probablemente Luis la odiaría de por vida si es que no lograba comprender el por qué ella lo hizo.

—¿Sabes? Quiero ser gay. —soltó Luis cuando las risas de ambos cesaron. Y después de lo que pronunció, ella volvió a soltar una carcajada, pero esta vez, Luis permaneció mirándola, embobado, riendo. Las esquinas de sus ojos se arrugaban y Luis pensaba que él era demasiado guapo. Estaba loco, o simplemente acababa de darse cuenta de que era gay. O es que le recordaba tanto a Alex que se aferraba a él de esa manera.

—Tío, ¿va en serio? —dijo ella entre risas, al ver que Luis no se estaba riendo. Y entonces Luis se acercó a él con rapidez y plasmó sus labios sobre los de ella, y ésta abrió los ojos con sorpresa, pero siguió el beso. Era la segunda vez que Luis besaba a Alexander. Y esta vez, a causa del alcohol simplemente se sonrieron mutuamente.

—¡Alex? —ambos desviaron su vista a la chica que los estaba mirando con la boca abierta. Podría decirse que la mueca que tenía Ariana en la cara era tanto de asco como de sorpresa e incredulidad. —¿Pero qué estás haciendo? Sois... ¡Sois unos maricones de mierda! —les gritó, a lo que Alex soltó una carcajada, porque ella sabía algo que los demás no sabían. Pero a Luis ese comentario lo hirió.

—Y tú una puta, ¿y? —le gruñó, haciendo que ella lo mirara mal.

—Puta o no, no soy una sucia perra como tú, marica. —dijo agitando su pelo al girar sobre sus talones.

—¿Sabes que no tienes que escucharla, no? —le dijo Alex, y Luis lo miró y se levantó, dejando a Alex confundida. —Eh. —lo llamó, al ver que se alejaba. Se levantó y lo siguió. —Luis, ¿a dónde vas? —gritó por encima de la música.

Luis salió fuera y el aire frío le dio de lleno en la cara. Necesitaba aire fresco, necesitaba pensar con claridad, empezaba a sentirse mareado y con ganas de vomitar. 
Se hincó junto a un arbusto y vomitó. Alex lo vio y se acercó a él, colocando la mano sobre su espalda y haciendo que se tensara. —No. —dijo, colocándose recto una vez terminó de vomitar.

—¿No qué? —preguntó ella.

—Que no soy gay. —dijo. —Yo no soy gay, a mí nunca me han gustado los hombres. —dijo, y ella se mordió los labios. Técnicamente... Ella no era hombre, pero él creía que sí. ¿Qué significaba eso? ¿Que a él podrían gustarle los hombres también?

—Luis...

—No, basta. —la frenó. —Me recuerdas a ella. —dijo. —Me recuerdas tanto a ella que me confundes, me confundes y hago cosas que no quiero hacer. —confesó.

—¿No querías besarme? —preguntó, y él se quedó callado, miró hacia su lado izquierdo en la oscuridad durante unos segundos y dspués volvió su vista a Alex.

—Quería besar a Alexandra, no a Alexander. —dijo él. —Y creo que será mejor que no seamos amigos, Alexander. No... No quiero confundirte también a ti. —dijo dándose la vuelta, y ella lo sujetó del antebrazo.

—No me confundes. —dijo. Sus manos empezaban a sudar, ella estaba pensando. Podría hacerlo, o podría simplemente intentar convencerle de que no lo dejara. Podría decirle la verdad y quedarse con él. Podría mentirle otra vez. ¿Pero y si la mentira se agrandaba demasiado? ¿Pero y su mensaje? ¿Y él y Alexandra? Ese era el único modo que ella tenía para estar con él.

—Alex, no me gustas. —dijo, sin girarse. Ella cogió aire y lo soltó. En realidad sí, sí le gustaba. Le gustaba Alexandra, ella. No Alexander, pero también era ella. —Simplemente pretendo aferrarme a ti porque me recuerdas a ella, y eso no está bien.

—Tampoco está mal. —dijo ella, y Luis se giró para mirarlo.

—No, tienes razón. —dijo. —Está fatal, porque te estoy usando. No sé qué sientes tú por mí, Alexander, pero no quiero hacerte daño. —dijo, y ella parpadeó.

—Y no me harás daño, ¿vale? Podemos ser amigos. —dijo, y él negó con la cabeza.

—Me recuerdas demasiado a ella. Sé que ella no está aquí, y probablemente nunca vuelva a por mí, y eso es lo que me duele. No puedo seguir viéndote. —le dijo, hiriéndola.

—Pero Luis...

—No. —lo frenó. —Déjame, por favor. —pidió.

—No. —dijo, agarrándolo del antebrazo, de nuevo. —Luis, yo... Y-yo soy... Soy...

—¿Gay? Alexander, no...

—¡Que no, joder, soy yo! —exclamó, cambiando su voz. Era la voz de Alexandra. Luis parpadeó y se dio la vuelta, mirándolo. Tenía que ser el efecto del alcohol, simplemente eso. Alexander no podía... No podía ser... Alexandra... Alexander... Alex... Estúpido. Él era estúpido.

—¿Por qué has hecho esto? —soltó en susurro.

—Luis, tenía que hacerlo. —intentó explicar. —Mi vida era una mierda.

—¿Y la mía? —dijo él, mirándola con los ojos levemente cristalizados. —¿Por qué no pensaste en mí, en mi vida? —preguntó.

—Porque pensaba que era un estorbo. Tú podrías haber sido alguien popular de no ser por mí, tú podrías haber sido feliz, y yo soy la culpa de que no lo seas. Luis, ¡yo no sabía lo que tu padre hacía porque tú jamás me lo dijiste! —exclamó ella con los ojos también cristalizados. —Y de haberlo sabido jamás me habría ido. —dijo, con la voz quebrada.

—Podrías habérmelo dicho. —dijo él con la voz ronca.

—¿Así como tú me ocultaste lo de tu padre durante toda tu vida, no? —dijo ella irónica.

Un destello de dolor chispeó en los ojos de Luis. —Simplemente no quería que sufrieras por mí, ¿sabes? Porque te conozco y no quería hacerte daño.

—Pues creo que me dolió más enterarme por Alexander. —dijo ella.

—Alexander vio mis marcas. —dijo él.

—A Alexander le contaste lo que a Alexandra jamás le dijiste.

—Eso es porque a Alexander acababa de conocerlo y pedía explicaciones. —dijo.

—¿Y si yo te las hubiera pedido qué? —dijo ella.

—Me las pediste.

—¡Como Alexandra! —le gritó ella. —¿Crees que por ser yo no aguantaré? ¿Ves todo lo que he aguantado, Luis? ¿Lo ves o no? Pensaba que éramos amigos y me estuviste mintiendo durante todo este tiempo.

—Y te he dicho el por qué. —se defendió él. —¿Pero y tú? Tú también me mentiste, tu mentira era mayor. —dijo alzando la voz.

—¡Yo tenía mis razones!

—¡Y yo las mías! —le gritó ella de vuelta. —¡Sabes qué? ¡Me iré, me iré de verdad y no volveré! —le gritó, dándose la vuelta.

Luis tiró de su muñeca con fuerza y ella se giró con rapidez. Y cuando fue a gritarle, los labios de su amigo se posaron sobre los de ella. Esta vez, eran conscientes, el alcohol seguía ahí, pero sabían lo que estaban haciendo.

—No. —dijo él sobre sus labios una vez se separaron del beso. —Quiero ser la razón por la cual te quedes, porque si no estás yo no sigo, ¿entiendes?

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Lamento el retraso de capítulos, os dejo con este. Últimamente no estoy muy inspirada.

Chico Guapo Chica Horrenda (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora