Capitulo 8

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Se cubrió la cara con las manos, espantado ante lo que acababa de hacer. ¿A qué había venido eso? ¿Por qué? ¿Qué le estaba pasando? No tendría que haberlo hecho. Pero es que le recordaba tanto a ella que su mente quedó completamente en blanco y se lanzó, aunque fuera un chico. Maldita sea, ¿y ahora cómo sería capaz de mirarlo a la cara?

La campana sonó y él corrió hacia su clase, para sentarse antes que Alexander, y que hiciera lo que él quisiera. Si quería sentarse a su lado después de lo que acababa de pasar, bien, y si no, también.

Se sentó y poco a poco sus compañeros fueron entrando, su corazón iba cada vez más rápido, hasta que entró, y se quedó sordo, lo único que podía escuchar eran los latidos frenéticos de su corazón bombeando en su interior.

Lo miró, y él tragó saliva, y en lugar de alejarse como pensaba que haría, vino y se sentó a su lado, y sin dirigirle la palabra, miro al frente. Ahora, le tocaba buscarse una buena excusa, una explicación que darle a Alexander.

El profesor entró en clase, y él se quedó pensando en su excusa. Tenía que inventársel ya, o simplemente decirle la verdad, que le recordaba a ella, que no había pensado, que sus ojos lo habían engañado y había visto a Alexandra en su rostro.

***

—¿A qué ha venido lo de antes? —para su desgracia, él fue el primero en hablar, y es que necesitaba una explicación, porque su cabeza no paraba de rondar sobre aquel beso.

Luis tragó saliva y cogió aire, tal vez sonaría la cosa más estúpida del mundo, y puede que nada creíble, pero era la verdad.

—Lo siento... Yo... Es que en ese momento me recordaste tanto a... A Alex y... No pensé. —tartamudeó, él nunca tartamudeaba, de hecho, no pensó que fuera a hacerlo, pero no pudo hablar claro y sin hacerlo a causa del nerviosismo.

Alex parpadeó y se sonrojó. Ella era Alexandra, claro que eso no lo sabía. Pero espera... ¡Cómo? Porque le recordaba a ella, es decir, a Alexandra, y él... ¿Él la había besado? ¿Había querido besarla?

—¿Te gustaba Alexandra? —preguntó sin aire, ella quería saber la respuesta, aunque seguramente le dolería. ¿El por qué? Porque ella estuvo enamorada de Luis, pero alejó aquel pensamiento porque se despreciaba a ella misma, y sabía que Luis jamás se enamoraría de ella.

—Sí. —dijo Luis, haciendo que a Alex se le acelerara el corazón. "Sí", a Luis le gustaba Alexandra, le gustaba ella, cuando había chicas mucho más guapas que ella a su al rededor, pero era ella a quien él quería.

Y es ahora cuando Alex quiso decir: "soy yo, yo soy Alex", quiso quitarse la peluca... Pero claro, ya no era una peluca. Tragó saliva y asintió con la cabeza. Al fin y al cabo, Alexandra no tenía a nadie, sólo a Luis, claro que el problema era: Tenerlo a él, sólo, o tener popularidad, lo que siempre deseó.

—Creo que tendrías que habérselo dicho. —dijo ella sin más. Si se lo hubiera dicho antes quizás ahora nada de esto estaría pasando, Alexandra seguiría aquí y Alexander no existiría.

—Lo sé... Lo hice... Pero entonces ella me bloqueó, y el mensaje no le llegó. —dijo, haciendo que Alex se hundiera. Se lo dijo, lo hizo y ella lo impidió, cubrió sus oídos y no lo escuchó, pero ella estaba tan enfadada.

¿Qué pasaría si ahora se lo dijera? "Soy yo", pero mandaría todo esto a la mierda, todo el esfuerzo, lo que su madre había hecho por ella, lo difícil que esto era en realidad, desaparecer.

—¿Si la vieras ahora qué le dirías? —preguntó.

Él sonrió, con los ojos brillantes. —Que la amo. —susurró. —Que vuelva... Que la necesito. —lo miró, y ella se sintió mal, porque tenía deseos de decírselo, y su control iba disminuyendo cada vez más con sus palabras. —Pero dudo que ella sienta lo mismo. —dijo, con tristeza.

—¿Por qué? —preguntó, de repente perdida.

—Porque debe odiarme... Ella me dijo que fuera a verla... Y yo no lo hice... Fui, pero el mensaje lo vi tarde, llegué tarde y ella ya se había ido. —explicó.

Entonces había sido una cagada por parte de ambos.

—Pero no lo sabes, igual le gustas. —dijo Alex, ella sabía mejor que nadie los sentimientos de Alexia, pues era ella misma, claro que era algo que no podía decir a nadie, ni siquiera a Luis.

Negó con la cabeza. —Si lo hiciera... Ahora seguiría aquí, pero ella se ha ido, y yo la he perdido. —susurró Luis, sentía que la culpa era suya, y en parte lo era, pero el chico no tenía la culpa de que ella sufriera bullying, de que nadie la apreciara, de que no fuera aceptada... La culpa no la tenía él, tampoco ella, si no la sociedad y sus prejuicios, y para la mala suerte de todos, era inevitable que la gente la aceptara tal y como era, diferente.

Chico Guapo Chica Horrenda (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora