Chico Guapo Chica Horrenda (Cancelada)

Introducción

Luis, aunque fuera su mejor amigo, y precisamente por eso, le decía a Alex que tenía que cambiar. No lo decía con maldad, si no porque a él no le gustaba que se metieran con ella. Porque eran amigos. Aunque claro, él podía defenderla de algunos que otros nerds, pero cuando se trataba de los populares, ya no se metía, porque podrían terminar metiéndose con él también.

Luis era guapo, mucho. Y ella se preguntaba constantemente cómo podía estar con una chica como ella, como amigos.

Él lo sabía. Le gustaba su forma de ser, porque era divertida, era simplemente diferente. Y era guapa, pero no dejaba verlo con esos aparatos, esas gafas y esa ropa ancha. Pero él sabía que ella era preciosa.

—Alex, ¿qué pasa? —su amigo, preocupado, se acercó a ella, quien estaba llorando en un rincón.

—Estoy harta, Luis. —sollozó ella limpiándose las lágrimas.

Ellos no iban a la misma clase, ella iba una más avanzada debido a su nivel intelectual, y él había repetido un curso. Era un año mayor que ella pero iba al curso anterior.

Ella hacía rato que estaba en el baño, llorando. Y Luis sólo había salido de clase para ir al baño, hasta que se ha encontrado a su amiga llorando en el suelo del baño de chicas.

—¿Quién ha sido? —preguntó él con una mano en su hombro.

Ella no respondió, pero Luis ya sabía la respuesta. —Ha sido Ariana, ¿verdad?

Ella no pudo reprimir un sollozo al escuchar su nombre. Era obvio que había sido ella. Él se sentó a su lado y la abrazó, y ella se dejó, llorando en sus brazos.

Él no disfrutaba nada viéndola llorar. Ver esos ojos verdes enrrojecidos a causa de las lágrimas le dolía en el alma.

—Alex, nada de lo que ellas dicen es verdad. —dijo él.

Ella sollozó todavía más fuerte. —Sí lo es, Luis, claro que lo es.

Él se mordió los labios, queriendo gritarle que no. Que no lo era. —Alex, no lo es. Y no digas eso.

Ella sollozó de nuevo y se separó de él, quitándose las lágrimas con la manga de su sudadera. —Si no lo es, ¿entonces por qué todos lo dicen? —dijo ella con la voz quebrada.

—¿Me has escuchado a mí decirlo alguna vez? —dijo él, logrando que ella lo mirara.

Negó con la cabeza. —No. Pero tú eres mi amigo. —suspiró. —Ni siquiera sé por qué estás conmigo.

—Porque a mí me da igual lo que digan los demás. —dijo él. —Es una estupidez que se metan contigo.

Ella suspiró. “Ve a decirle eso a ellos” —pensó.

—No importa. —se levantó. —Van a seguir haciéndolo de todos modos. —suspiró.

—Alex, simplemente... —buscó palabras para decírselo. Simplemente era su forma de vestir, sus gafas, sus aparatos. Sin eso ella se vería preciosa. —Tienes que hacer un cambio en cuanto el aspecto. —dijo, intentando ser lo más suave posible.

Y eso hizo, aunque malinterpretando sus palabras. E hizo un cambio totalmente radical...