Capitulo 12

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Al final decidió usar algo tan corriente como unos vaqueros ajustados negros, una camiseta negra, y encima una camisa de cuadros azul, y unas botas. Se puso las lentillas y se peinó levemente hacia arriba, de modo que lucía atractivo a sus ojos, y a los de muchas, ya que como era chica tenía un gusto como tal, y a ella le gustaba lo que veía.

No estaba muy confiada de ir a aquella fiesta con Ariana, claro que ya había aceptado, presentía que algo malo iba a suceder ahí. Pero aún así fue de todos modos, se reunió con Ariana en el instituto y ella se le tiró encima para abrazarla, ella estaba incómoda, así que simplemente se quedó quieta. Al menos no tenía pechos, porque de tenerlos se habría notado demasiado. Era una de esas mujeres con culo pero sin pechos. Lo prefería así.

—¡Me alegra que hayas decidido venir! —exclamó ella sonriente. —¿Vamos? No queda muy lejos de aquí, está ahí delante. —exclamó señalando una casa frente a ellos. Para eso simplemente podría haber dicho: "nos reunimos en la casorra que hay frente al insti", y con eso le habría valido.

—Claro. —dijo, incómoda al tenerla tan cerca. No conocía muy bien a Ariana, pero le habían hablado de ella. Era una persona muy lanzada en cuanto se trataba de ligar, y esperaba, es más, rezaba para que ella no intentara nada extraño, porque no le convenía que descubriera su pequeño gran secreto, ya que a parte, era una gran bocazas.

—¿Cuántas novias has tenido? —le preguntó de repente, y ella alzó ambas cejas, sorprendida ante la pregunta que la chica había formulado.

—Con cinco. —mintió, diciendo un número al azar.

—¿De verdad? Oh, pero habrás tenido royos y todo eso, ¿no? —dijo, y ella se encogió de hombros.

—Sí. No los he contado. —mintió. No había tenido, pero no se molestaría en darle otro número.

—Yo he salido con... Diez, y he estado de royo con treinta. —dijo ella orgullosa.

—Ajá. —murmuró desinteresada. Sospechas confirmadas. Sí, ella era una guarra total, tal y como se rumoreaba. Ni siquiera sabía por qué se lo estaba contando.

—Tengo... Experiencia, y eso. —murmuró sensualmente, arrimándose a ella. Ella se apartó y aceleró el paso, confundiendo a su acompañante. —Vamos bien de hora. —murmuró, andando con dificultad a causa de sus tacones altos. Ella la ignoró y simplemente siguió andando sin reducir la velocidad. Tenía miedo de lo que aquella chica pudiera intentar.

—Ya, bueno. —ya había llegado frente al portal, y llamó al timbre, cerrando los ojos y rezando para que su amigo Luis hubiera llegado ya.

La puerta se abrió y un chico apareció, aquel no era el dueño de la casa, y lo supo porque ella lo saludó y no llamándole "Max", ni "Maxi". Estaba un poco pasado de copas, pudo percibir al ver cómo se balanceaba levemente. Genial, ella jamás había bebido ni gota de alcohol, y tampoco pensó ir jamás a una de aquellas fiestas. Y ahí estaba ahora. Cogió aire y lo soltó con disimulo, mientras daba un paso dentro y Ariana andaba detrás de ella.

—¡Wuuhuu! —una pandilla de chicos bajaron corriendo las escaleras, sin camiseta y completamente en bolas, sujetando su ropa interior y agitándolas al aire. Ella alzó ambas cejas mirando la escena y se sonrojó. Acababa de verles las intimidades a unos de los chicos más populares del instituto, aquello era para soltar un suspiro enamoradizo y derretirse. Pero no, porque luego podrían llamarlo "gay" cuando la palabra en todo caso, sería "transexual", y quizás no por mero gusto.

—Siempre igual. —dijo Ariana rodando los ojos. —Supongo que habrás estado en más fiestas. —rió, con "dulzura". Él/ella sonrió falsamente.

—Por supuesto, sé lo que es. —mintió. Claro que mintió. Había estado ahí menos de cinco minutos y ya deseaba salir corriendo, porque el ambiente apestaba. Había humo en el salón, un humo denso y un montón de gente riendo y balanceándose. Una de aquellas personas intentó levantarse, se balanceó y cayó de culo, estallando en carcajadas. Aquel humo no provenía de un cigarro y estaba segura, no había olido nunca nada como lo que estaba oliendo ahora.

—Ahí están fumando porros, si quieres luego vamos. —dijo Ariana a su lado. Ella giró la vista hacia ella y negó.

—Yo no fumo. —dijo seriamente, y la chica soltó una carcajada y le dio un leve golpe en el brazo, lo cual le hizo intensificar su ceño fruncido. —¿Qué te parece tan gracioso? —preguntó, sonando cortante.

—¿No fumas? ¿Vas en serio? —dijo ella, ahora sorprendida. Su risa había cesado.

—Totalmente, yo no me meto esa mierda en el cuerpo. —dijo con ironía.

—Oh. —dijo Ariana, parpadeando por la sorpresa. Había sonado demasiado cortante, pero le daba completamente igual. Ni siquiera tenía motivos para ser amable o hablarle siquiera.

—Hey, Alex. —escuchó una voz conocida a sus espaldas y se giró. Sonrió al verlo y agitó la cabeza como saludo.

—Hey, me alegra que hayas venido. —dijo. Realmente estaba feliz y aliviada. Por un momento pensó que habría decidido quedarse en casa.

Sonrió y miró a su lado, fijando su vista en Ariana, y después volvió a mirar a Alex. —¿Has venido con ella? —le preguntó, y Alex se encogió de hombros en modo de disculpa.

—Ella me dijo lo de la fiesta. —explicó.

—¿Y tú qué haces aquí? —dijo ella despectivamente, dirigiéndose a Luis.

—Lo mismo que tú. —le respondió secamente.

—¿Y quién te ha invitado, si puede saberse? —preguntó con superioridad, y antes de que Luis dijera nada, Alex intervino.

—Yo le he invitado. —Ariana abrió la boca en sorpresa, un tanto ofendida por la insolencia de Alex, llevándole la contra. —Espero que no te importe. —dijo, y ella se cruzó de brazos.

—Ya, bueno. —dijo con cierto enfado. —Me voy a fumar. —se dio la vuelta agitando su pelo y le dio a Alex en la cara, quien pestañeó cuando le dio en los ojos.

Luis rió y le alzó una ceja a Alex. —Algo me dice que ella espera una disculpa.

Alex rió. —Ya, pues no sé por qué voy a disculparme. —dijo, y Luis sonrió.

—¿Vamos a por una copa? —dijo, y Alex torció la cabeza. Nunca había consumido alcohol, pero decirlo sería quedar mal.

—Claro. —dijo. Siempre había una primera vez, supongo.

Se dirigieron a la barra y Luis pidió una cerveza, ella decidió pedir lo mismo. Y el sabor al principio le resultó repugnante, pero fue cogiéndole el gusto. Luis pidió otra, y ella también. Y otra, y otra, y otra... Y ambos fuera de conciencia, no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo.

Se reían a carcajada limpia, ella parecía reírse como una foca, así como se reía Alexandra cuando realmente algo le resultaba muy gracioso.

—Dios, te pareceré un marica, pero te juro que me encanta tu risa. —dijo Luis también riendo. Alex rió y le dio un leve golpe en el hombro.

—Tú sí que me encantas. —dijo divertida, y ambos estallaron de nuevo en carcajadas. La gente empezaba a posar la mirada sobre ellos, aunque no se dieran cuenta. —¿Alguna vez... Te has arrepentido de algo? —preguntó ella de golpe, y él se removió en el asiento, colocándose mejor.

—Sí. —afirmó. —De llegar tarde. —murmuró, su tono tenía una leve chispa de menancolía. —¿Tú?

—Pues... Sí. —afirmó también. —Dejé plantado a un amigo cuando hicimos una promesa.

—Mi amiga también hizo eso. —dijo él, y ella empezó a reírse a carcajadas. —Qué casualidad, ¿no?

—Sí. —rió ella. —Lo sería si yo no fuera ella. —siguió riéndose, y Luis se quedó pensando en aquella frase.

—¿Qué?

Chico Guapo Chica Horrenda (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora