Capítulo 24: La caja de los recuerdos.

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Disculpen la tardanza, empece el instituto esta semana y me es demasiado complicado acostumbrarme a los horarios suficiente con que entro a las 6:30 de la mañana y tengo que levantarme a las 5:30, salgo a las 7 de la tarde pero recien llego a mi casa para las 8:15

Capítulo 24: La caja de los recuerdos. 

Mis pasos eran lentos mientras caminaba por el pasillo con rumbo a la cocina, anoche había tenido una gran discusión con mi madre por el hecho de haber llegado tan tarde. Sin contar el hecho que me recrimino el hecho de haber llegado a la hora de la madrugada con Sean.

Digamos que mi madre odia a Sean, profundamente, supongo que nunca le agrado o sospecha de él.

Mi cabeza estaba gacha pero sabía que ya me encontraba dentro de la cocina, me senté en la mesa. Kendall había salido con rumbo a el instituto demasiado temprano, porque tenía que arreglar unos asuntos por el hecho de entrar al equipo de football americano. Los tacones de mi madre retumbaron por la sala por lo que me pare para intentar esquivarla saliendo por el porche trasero.

Un intenso jalón en el cabello me hizo parar mi escape y voltearme a mirarle. Tony tenía razón mi madre no es de confianza algo hay detrás de todo esto. Mi espalda choco contra la nevera con sus uñas clavándose como garras en mi cuello haciéndome imposible librarme.

Trague en seco, era imposible, ella no podía querer hacerme esto. Mi caja de recuerdos estaba abierta, y como si fuera peor que la mismísima caja de Pandora, esa caja se encontraba en mi memoria. Encerrada en lo más oscuro de mi mente, olvidada, o eso pensaba.

Mi mentón estaba alzado pero aún le veía con una mirada fría y con superioridad, no iba a inmutarme, no iba a demostrarle miedo. Sonreí, lo que la saco de sus casillas aún más, la presión aumento. Sabía que era posible que muriera pero de todas formas no iba a morir mostrándome débil.

Sus uñas me lastimaban la garganta, pero no me inmutaba. Ella lo sabía, me conocía, no demostraba miedo nunca. Ni al imbécil de mi padre le demostré miedo, solo algunas veces dolor, pero siempre tuve mi mentón en alto.

Una navaja en su mano libre me apuntaba, cerré mis ojos y cogí todo el aire que pude. No estaba lista para morir y eso fue lo único que se notaba en mi cuerpo. La navaja corto la parte superior de mi brazo casi llegando a mi hombro, para luego trazar otro corte en mi muslo. Gemí levemente.

La sangre corría por mi brazo cayendo por un camino que finalizaba en mis dedos para luego caer en gotitas al mosaico blanco del suelo de la cocina, de mi muslo la sangre rodaba por mi pierna. Una lágrima solitaria rodó por mi mejilla, ella estaba segura de lo que hacía pero yo no estaba segura. Porque no sé lo que ella lograba con lastimarme.

La punta de la navaja aún estaba sostenida contra mí, su punta estaba en mi garganta, era el final y lo sabía pero no quería que este fuera mi final. Agarre con la palma de mi mano la cuchilla, haciendo presión logre desviar el corte a mi mejilla, sin evitar el gran corte en la palma de mi mano.

Una ronca risa, parecida a un gruñido de un animal salió de su garganta. Gemí por lo bajo, todos los cortes me ardían mucho. La navaja volvió a posarse en mi garganta como si ya la conociese, en el mismo lugar en el que estuvo momentos atrás.

La diferencia, era que ya no podía moverme, luego del corte en mi otro brazo y sumándole el corte en mi muslo, mejilla, el otro brazo, mano; se convertían en un impedimento para poder defenderme. Ya no quería defenderme.

La puerta de entrada se abrió y una sonrisa apareció involuntariamente mientras dejaba escapar el aire acumulado en mis pulmones. Mi madre me miró con despreció.

-Mamá ¿Estás ahí?- gritó mi hermano desde la sala-: ¿Has visto los papeles que te hice firmar anoche?- Volvió a gritar.

-Si cariño están sobre mi cama- respondió con voz melosa de madre perfecta, los pasos en el pasillo se hicieron escuchar-: Y tú mocosa vete de una vez antes de que él llegue.

Salí por el porche trasero, mientras observaba a mi Harley estacionada lista para salir. Tome mi teléfono y le mande un texto a Ashton, él es una de las pocas personas en las que puedo confiar. Mientras escribía dejaba manchas de sangre en la pantalla del teléfono.

Para Ashton:

Te necesito. Eres en la única persona en la que puedo confiar. Te espero en 10 minutos a dos cuadras de lo de Tony.

Espere unos minutos hasta que él me respondió.

De Ashton:

Claro en 5 minutos estaré allí. ¿Está todo bien?

No le conteste, guarde el teléfono en mi bolsillo trasero, y me encamine a la Harley, quién al encenderla rugió a modo de respuesta.

La gente me miraba, pero yo no me inmutaba, ya había mandado a la mierda a varias personas que se me quedaban viendo. Ashton aún no llegaba por lo que sospecho que no vendría. Volví a encender la Harley dispuesta a irme.

-¿Qué mierda?- exclamo la perfecta voz de mi amigo, Ashton-: Sky.

-Sí, sí ya sé cómo me veo- me baje de la Harley-: Mi madre me atacó, necesito que me acompañes con Tony.

Asintió. Entrelazo nuestros dedos, y con paso apresurado caminamos las dos calles restantes. No entramos por la puerta principal, ya que como ya había mencionado antes de día allí funcionaba un gimnasio común y corriente. Era un poco irónico pero así era, y no iba a espantarle la clientela a Tony.

Entramos por la puerta que derivaba del callejón, por donde yo había ingresado por primera vez hace bastante tiempo. La puerta de la oficina de Tony se encontraba cerrada en mis narices, porque no me todavía no me animaba a abrirla.

Ashton abrió la puerta y me empujó dentro de la oficina, donde Tony abrió los ojos muy sorprendido. Exclamo cosas que no pude comprender ya que hacía un poco de tiempo que ya me estaba sintiendo muy mareada.

-Necesito que me curen y desaparecer por un par de días por favor- Ashton asintió y fue por el botiquín de primeros auxilios.

-¿Qué mierda paso Sky?- dijo con una mano en su frente Tony, con su clara postura de padre, la cual me agradaba.

-Tenías razón ella me iba a atacar- él asintió sabiendo que hablaba sobre mi madre-: Ella me prostituye- dije susurrando con las lágrimas en mis mejillas. El paro sus pasos por toda la habitación y me miró como si hubiera ducho una estupidez.                                                          

-Lo sospechaba- dijo frustrado-: Uno de los míos me menciono algo pero dijo que no estaba seguro.

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Personalmente me encanta este capítulo. Es intenso. Hasta lo he sentido. 

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Descubriendo a Sean Powell [DSP#1] (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora