3. - La chica del banco

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Para Kylie conocer a Sophie había sido lo mejor que le había pasado desde que se fue de casa para ir a la universidad.

Era una gran persona, siempre se preocupaba por ella. No coincidían en ninguna clase, pero siempre sacaban tiempo para estar juntas, ir a comer o simplemente estudiar o hacer deberes bajo la sombra de un árbol. Los domingos eran el único día que no se veían, era día de estudio, pero se escribían mucho. Gracias a Sophie, su primer año de universidad fue genial.

El principio del tercer año fue igual de bueno, incluso fueron a adoptar juntas a un gatito de color blanco y naranja al que decidieron llamar Kai. Ambas decidieron comprar un piso y vivir allí junto a su pequeño acompañante.

Su vida parecía perfecta.

Un día Sophie y Kylie paseaban por el campus en el tiempo libre después de una de sus clases. Sophie se paró en seco y se quedó mirando un punto fijo. Kylie siguió su mirada y vio que hacia donde estaba mirando su amiga era a una chica de cabello rubio largo y sumamente liso. La chica tenía la mirada triste y perdida.

— ¿Que pasa? ¿Acaso la conoces?
— No es eso... es solo que... me recuerda a...
Kylie esperó pacientemente a que su amiga encontrara las palabras que estaba buscando.
— Se parece que ti — Dijo Sophie finalmente — El día que te conocí tenías esa mirada.
— Quieres acercarte ¿Verdad?

Sophie asintió con la cabeza. Viendo que esta miraba a la chica dudando en su acercarse o no, Kylie agarro de la mano a Sophie y la arrastró hasta estar enfrente de la chica.
No parecía mucho más joven que ellas, seguramente era su primer año.

Algo que a Sophie le parecía increíble era la facilidad con la que Kylie podía leerla, saber lo que quería, lo que le pasaba o lo que pensaba en ese momento. El sentimiento de ser completamente trasparente hacia una persona le hacía sentirse atada a ella, pero no de una forma obligatoria, sino que le hacía pensar que Kylie nunca le dejaría, que siempre estaría allí para ella y que nunca le pasaría.

La chica alzó la vista y las miró. Kylie decidió empezar a hablar, ya que debido a la timidez de Sophie era muy poco probable que la conversación fuera comenzada por la mayor.

— Hola, mi nombre es Kylie, y esta — Dijo haciendo un gesto hacia su acompañante. — es Sophie. Te hemos visto desde lejos y nos preguntábamos si estas bien o si necesitas algo.
— Oh, hola... — La chica dibujó una adorable sonrisa en su cara. — Mi nombre es Rose, pero podéis decirme Rosie. Estoy bien, gracias. Siento si os he preocupado. Simplemente estaba un poco aburrida.
— ¿No tienes amigas? — Dijo Sophie demasiado directamente.

Kylie miró a su amiga con los ojos abiertos, rezando por que la rubia no se lo tomara mal. No culpaba a Sophie por su inexperiencia en socializar, algunas veces era gracioso o hasta tierno, pero otras era demasiado incómodo. Mientras que Rosie solo se sorprendió, abriendo ligeramente sus grandes labios que acabaron mostrando una tímida sonrisa.

— Tengo una, se llama Lilly. Ambas estamos en nuestro primer año de psicología. Ella lleva faltando unos días. Está enferma, y yo... sin ella estoy sola. — Rosie suspiró y miró a las chicas con sus dulces ojos marrones. Le llamó la atención la forma en la que los ojos color avellana de Sophie brillaban con ilusión e inocencia, pareciéndose a los de un niño pequeño. Mientras que los ojos de Kylie no mostraban ninguna expresión, a pesar de que la chica tenía una bonita sonrisa dibujada en su rostro.

Sophie miró a Kylie, como suplicándole que le dijera a aquella chica lo que ella no se atrevía a decir. Kylie entendió a la perfección a su amiga, por lo que habló.
— Nosotras podemos ser tus amigas, y las de Lilly también. Estoy segura de que nos caerá genial.
— ¿Lo dices enserio? — Los dulces ojos de Rosie recorrieron la cara de las mayores con alegría — ¡Estupendo! Seguro que le encantará conoceros.

"Estoy segura de que esta chica es como Sophie" Pensó Kylie "Ambas se ven igual de tiernas e inocentes. Si Sophie quiere hacer amigas le ayudaré, cueste lo que cueste"

Aquel día las tres chicas intercambiaron muchas cosas, las más evidentes fueron risas y números. Pero también entrelazaron sus caminos, y, sin saberlo sellaron su destino.

Uno que si lo hubieran llegado a saber, hubieran preferido evitar.

HASTA LA MUERTE || *¿Cuánto Estas Dispuesto A Dar?*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora