La Fea Más Bella: Yo te prefiero a tí.

Capítulo 4: Templanza.

Su virtud siempre fue el equilibrio, la moderación para los bienes creados en familia, siempre anteponiendo todo por mi, hasta su propia vida.
Ella me enseñó con amor a ser feliz, pero esa trágica noche todo cambió, nuestro mundo cayó a su terrible realidad, esa de la que nunca pudo salir o más bien no quiso, no se merecía ese final. Sin embargo, él con su dominio y superioridad la llevó a otro mundo donde solo cerró sus ojos, para no abrirlos jamás.

En un instante todo se detuvo, entonces a mis 7 años aprendí a tener valentía, fortaleza pero sobre todo el temple y la frialdad para enfrentarlo todo. Hacer realidad su última voluntad, ser libre de la inmundicia, así como ella lo era, también lo fui Yo, refugiándome en la soledad, de la que logré salir gracias a mi carrera profesional.

***

"Mi pastel favorito." La abracé con fuerza. "Gracias mamita." Besé su mejilla.

"Feliz cumpleaños mi niña hermosa." Tomó mi cara entre sus manos para besar mi frente. "Pide un deseo mi amor, sopla las velas." Sonrió.

Cerré los ojos con fuerza y al abrirlos todo había cambiado, la felicidad se volvió tristeza, la dicha inundaba el más terrible de los miedos, botellas de alcohol quebradas, sangre, llantos, gritos, ambulancias, policías, médicos, una angustia que retumbaba en mi corazón.

"No, no, no, otra vez no, vuelve por favor, vuelve…."

Una noche más que despierto sudando, gritando lo mismo, sintiéndome tan sola, como en mi infancia.

"Leticia, otra vez con eso." Con mi mano en el corazón para controlar mi respiración volteé a ver a Aldo, quien solo cubrió su rostro con la almohada y las sábanas para seguir durmiendo.

Ahogué mi llanto, miré el reloj eran las 5:00 am, lentamente me levanté de la cama y salí de la habitación. Otra noche de insomnio, de incomodidad, un pasado que nadie conoce, que me persigue cada segundo, que no puedo superar. Caminé hacia el balcón y miré hacia el cielo.

"Porque aquella noche no me llevaste contigo." Lágrimas caían sobre mi mejilla. "Todo hubiera sido diferente, te extraño y te necesito." La brisa fresca cubrió con un escalofrío en mi piel una vez más su recuerdo.

"¿Eres feliz?" El cuestionamiento que él me hizo ayer luego de hacer el amor, desvíe mi mirada para no llorar. Fernando Mendiola nuevamente me hacía una pregunta después de tener el más desenfrenado y pasional encuentro, para nunca obtener respuesta. ¿Para qué? Sí nosotros más temprano que tarde terminaríamos con esto, los dos lo sabíamos. Éramos solo ave de paso debíamos tenerlo claro.

Limpie mis mejillas, mi vida se tornaba una confusión, desde su llegada sacudió el reloj de arena y ahora los granos caen más lentos cuando estoy con él, pero fluyen con constancia y facilidad al hacerme ver que estoy a punto de casarme. Mire mi mano y el anillo no se reflejaba más en el brillo de la luna, solo obtenía lágrimas de cristal que se incrustaban en mi corazón. No podía seguir con esta farsa, pero ya no podía detenerla.

Estaba todo claro, las noches, los días más maravillosos que he construido a su lado, no pueden cambiar cinco años de lealtad y derribar dos años de confianza. Un mes no puede derribar una vida, por más libre que me sienta entre sus brazos.
Solo soy un capricho más, como la infinidad de mujeres que pasaron por su cama. Y para mí fue solo un demonio que derrumbó mis esquemas, y me hizo vivir otra realidad a la que no estaba acostumbrada, antes mi mundo era perfecto, ahora es un desastre del que no se cómo salir, pero lo tengo que hacer, las últimas semanas que vivo así, todo cambiará lo sé, el matrimonio nos alejará.