Capítulo 9: Consecuencia.

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¿Consecuencias de mis actos?

Solo son los hechos derivados forzosamente de mis acciones.

Muchas veces yo no decidí, ni pude frenar los acontecimientos, pero sí podía elegir la mejor manera de enfrentarlos, hay cosas que no tienen solución, y que están lejos de mi alcance, pero aquello que estaba en mis manos no lo hice bien, y son cosas de las que me arrepentiré por el resto de mis días.

Porque tuve la oportunidad de cambiarlo, y en lugar de una fortaleza lo tomé como una debilidad que me amenazaba cada vez más. 

***

Una vez más la vida me cambió por completo, otra vez estuve a punto de morir de dolor y angustia, pero Carolina me lo impidió. Entonces entendí que sigo viva, estoy respirando, y lo único que quiero es un minuto de su tiempo.

Necesito explicarle y decirle que me equivoqué en lo absoluto, sé que no puedo cambiar el pasado, porque he intentado hacerlo siempre y no funciona, lo que sí puedo hacer es enfrentar el presente, para construir un futuro a su lado.
Y entender que nuestro infernal tiempo se volverá el lugar más paradisíaco.

Respire profundo mientras subía el elevador hacía el último piso, la nostalgia me invadió al darme cuenta que cuando estaba a su lado este espacio no se sentía tan vacío, el eco de sus risas abrumaba mi mente, me recargue, y sentí sus besos sobre mi piel, mis lágrimas impedían mi risa.
La luz verde me indico que había llegado, con pasos lentos caminé a esa puerta y rece porque estuviera ahí; era el único lugar en donde podía encontrarlo, a la empresa no ha ido desde hace una semana. No sé dónde más lo puedo buscar. Me da miedo llamarle o mandarle un mensaje.

Para ser sincera me da miedo enfrentarme a lo que quizá mi corazón ya sabe. Limpie mis lágrimas, lleve aire a mis pulmones para poder hacerlo, sin sentirme aún más culpable. Estaba en medio de la tormenta, y sentía que ahora sí me ahogaba en la inmensidad del mar que era mi vida.

Uno, dos, tres toques y nada; abatida y con llanto en mi pecho iba a dar la vuelta para irme, pero la puerta se abrió, no sé si eso era lo que realmente quería, cuando lo vi frente a mí, el dolor se agudizó.
Él estaba ahí pero lo desconocí, su aspecto era completamente otro, la barba un poco crecida, no había más traje impecable, solo una camisa blanca, y un pantalón tipo pijama, su sonrisa ya no llegaba a sus ojos, para ser honesta no había más una sonrisa, su mirada era ausenté, no tenía fuego, chispa, mucho menos magia. Me miró de arriba a abajo, y me estremecí de añoranza,  porque sentía que todo estaba perdido.

Quería correr hacia atrás, y nunca haber tocado esa maldita puerta, mis pies temblaban, mis manos sudaban y mis palabras no salían. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había hecho con Fernando Mendiola?

Cerré los ojos con fuerza y apreté los puños para tener valentía. "Fernando." Susurré. "Puedo pasar." Lo miré una vez más, quería descubrir algo que me indicara el camino, pero su expresión no me decía nada, ya no.

De un solo movimiento se hizo a un lado de la puerta y me cedió el paso. El lugar era muy diferente a como estaba la última vez, pareciera que aquí estuvo desde que me fui. Todo era un desorden. Sin embargo, su perfume, su esencia inundó mi vida. Y fue inevitable que mis lágrimas comenzaran a caer.

"Perdóname." Fue lo primero que salió de mi boca, él volteó a verme aún más incrédulo. Ya había hablado, no podía detenerme. "Perdóname por no quedarme, perdóname tú tenías razón. Yo no pude casarme, no puedo vivir sin tí." De un solo movimiento lo abracé, aferrándome a su pecho, quería sentirme segura, y protegida. No sé cuánto tiempo estuve ahí, inhalando su aroma, hasta que desperté de mi fantasía, y entendí que él ni siquiera me abrazó. Lo miré y me alejé. "Fernando yo sé que me equivoqué, no debí llegar hasta este punto. Pero te necesito, te necesito para que me rescates una vez más." Agache la mirada. "¡Por favor!" Un hilo era mi voz, mi vida pendía del mismo.

"Leticia." Suspiró. "Tú todavía no entiendes de qué trata la vida ¿Verdad?." Sus palabras fueron como un apretón para mí corazón lastimado, era destrozarlo aún más, sintiendo como se hacía añicos, escuchaba como se quebrantaba nuevamente. "No puedes venir como si nada hubiera pasado la última vez. No es así."

"Fer…"

Me interrumpió. "Vienes me dices que te equivocaste, y que pretendes, que te estreche entre mis brazos y te diga que sabía, sabía que esto pasaría. No intentes regresar como si todo siguiera igual. Prefiero vivir mil infiernos sin tí que un solo paraíso estando así." Limpio sus lágrimas con brusquedad. "Leticia en tres meses te entregué mi vida. Yo sabía la situación de la tuya, no me importo arriesgar todo, porque sentía que esto que estaba viviendo era único, que al final sería más fuerte que todo. Acabaste con mis esquemas, y con mi estilo de vida, desde el primer día que te vi. Te reconocí como el amor de mi vida. Te pedí solo una oportunidad para que juntos curemos nuestras heridas, nuestro pasado y continuar. Tu no conoces mis noches de angustia, los días que pasaba en desesperación y soledad. Hoy me doy cuenta que lo mejor fue que te fueras la última vez. Me da lo mismo lo que hoy quieres, lo que sientes. El amor no es así, no debe ser así, no puedes venir a suplicar algo que ya no puedo darte. Y no es porque no quiera, es porque no vale la pena."

Ahora el silencio a su lado era ensordecedor. No sabía que decir, que si tenía razón. Me había presentado como si nada hubiera cambiado, como si la vida fuera así de fácil, cuando yo sabía que las cosas una vez rotas, no cambian de la noche a la mañana.

"Yo te amo." Fueron las únicas palabras que salieron de mi boca.

"Y yo también maldita sea. Yo también te amo. Pero no es así de fácil. No va a funcionar, por qué cuando necesitábamos arriesgar no lo hicimos, esto es una maldita tempestad. Que no cesa, que es constante. Solo nos hacemos daño estando juntos. Todo maldita sea, todo empezó mal. Nos encontramos en el momento que no debimos. No sé puede Leticia, así no."

Esta era la peor de mis pesadillas, un llanto desgarrador era lo único que conocía, para intentar curar mi alma, me dolía todo, pero una vez más él era quien tenía la razón. Todo entre nosotros empezó mal, porque pensé que sería así de sencillo. Es que realmente no sabía la vida, a pesar de todo lo que viví,  me sentía incapaz de seguirla, el prejuicio, el orgullo, la avaricia, son enemigos que aprendí en el mundo de la "belleza superficial''.

Simplemente sentí que me abrazó fuerte. "No mi niña, seguimos haciéndonos tanto daño, y quizá fue mi culpa por acercarme a tí. Perdóname por eso, y también discúlpame por no quedarme a tu lado para salvarte, pero antes debes hacerlo sola." Tomó mi cara entre sus manos. "Para encontrar la calma con alguien más, primero debemos acabar con la tempestad solos. Yo encontré paz a tu lado, pero fue la tormenta de tus días." Se acercó a milímetros de mi boca. "Debo darme por vencido, no quiero ser un rival para tu vida. Ni tú necesitas ser mi enemiga. No quiero culminar en tu laberinto, y darme cuenta que lo que más quiero es escapar porque tú no puedes salir de ahí." Rozo mis labios lentamente. "Te amo y eso jamás cambiará, pero no puedo quedarme, ni tú debes hacerlo, esto debe terminar como tantas veces lo pediste."

Sin decir más se alejó de mí, dejándome en medio de esa enorme habitación, el sonido de la puerta al cerrarse fue la daga que cayó de mi corazón, ahora sí entendía cómo brotaba la sangre, un fuego interminable que no iba a parar con nada. Y comprendía que nadie podía detenerla si no lo hacía Yo.

Siempre espere a que alguien más me rescatará del infierno, que se construía a mi paso. Veía la vida pasar esperando a que tomaran mi mano, sin darme cuenta que la única fuerza para continuar viene del interior.

El alma rota no se repara, simplemente se fortalece con valentía, todo ese dolor es lo que hace más fuerte tu vida, y aprendes a vivir a partir de la resiliencia, en el cambio imperante de la paz y la calma, a la tormenta y  tempestad, aprendes a bailar y brillar con lluvia, para que aparezca el arcoiris, o florezcan las flores. Las rosas también hay que regarlas y no ahogarlas. Hasta ellas tienen espinas y pueden lucir bellas por la esencia del alma, no del cuerpo…

La Fea Más Bella: Yo te prefiero a tí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora