Capítulo 10: Dolor.

191 15 13
                                    

Esa es la herida en mi alma que no cesa, es tan profunda que no me acostumbro a tenerla, con cada año se intensifica más, su ausencia tiembla en mi mundo, para dejarlo deshecho, en pedazos, y sin ninguna oportunidad de construirse.

Siempre he sentido la misma agonía desde niña, me acostumbré a vivir con dolor. Aferrándome a encontrar lo agradable de las experiencias, pero solo encontraba una nostalgia profunda, que era inútil tratar de borrar, de sacarla de mi corazón, dicen que el dolor es opcional, yo pienso que simplemente es constante, perseverante, y duradero, aprendes a vivir con él, teniéndolo como el fiel compañero eterno.

En ocasiones lo derribas, y en otras muy distintas invade de una manera tan fuerte tu vida que te obliga a pararte, no para empezar de cero, no te detiene para que lo sientas tan profundo, que sabes que será tu único aliado para tomar ese impulso y aprender a volar de nuevo. Con un dolor más fuerte, con una cicatriz más grande, que te ayudará a ser tú, que se hará tuya, y de nadie más, no podrán ayudarte a sanar porque el dolor viene de tí, y solo tú serás capaz de calmar la agonía, para vivir con ella aferrándote nada más a tu soledad.

***

La oscuridad de la ciudad me anuncia que llegó el tiempo de ir a casa, de regresar al lugar de donde no debí salir en la mañana, pero es inútil tengo un contrato que cumplir, antes lo que más adoraba era mi trabajo, ahora lo que más anhelo es no regresar a este lugar.

No, porque todo me recuerda a él, a pesar de no verlo y no saber absolutamente nada de donde está, desde hace quince días.
Solo se habla en la empresa que Omar Carvajal se hará cargo de la presidencia por un tiempo indefinido. Fernando se fue para no saber de mí. Quién debía hacerlo era Yo, y ni eso pude…

Me duele en el alma saber todo el daño que le cause, todo lo que estoy sufriendo por mi maldita culpa e inseguridad. Destruí tantas vidas como lo hicieron con la mía. Arrasé con todo a mi paso, y  no me di cuenta de nada hasta el último momento.

"Lety." La voz divertida de Luigui resonó a mis espaldas. "Tenemos que volver a grabar los empaques." Volteé a verlo. "No me veas así." Se acercó a mí y me tomó por los hombros. "No veo en las tomas esa magia de antes. Necesito que me devuelvas ese ángel seductor, y feliz que mi cámara adoraba." Colocó una mano en su cintura. "En cinco minutos te veo en el estudio."

Lo ví salir, y mis lágrimas brotaron de nuevo, no podía regalar más una mirada seductora, mucho menos feliz. Me había vuelto un maldito fantasma sin ganas de seguir adelante. La única realidad es que me estaba costando la vida entera enfrentarme a esto.

El maquillaje no borraba las cicatrices del alma, la ropa no me daba ese brillo que requería, porque simple y sencillamente lo necesitaba a él para poder ser Yo. Nada es igual, me siento atrapada en mí misma, siento que grito cuando lloro, y nadie me escucha, nadie oye cómo con cada paso que doy mi corazón se quiebra un poco más. Ya no es tan fácil mentirme. Me he convertido en lo que no deseaba, estoy con las alas rotas irreversible a este mundo utópico.

Lo único que quiero es volver a casa, y encerrarme una vez más en mi habitación, dónde Carolina no puede escucharme, dónde los sollozos se pierden debajo de la cama, y el cielo oscuro me dice que las estrellas ya no brillan igual.
Y que fue mentira cuando me dijo que siempre que pronunciara su nombre, él estaría a mi lado dándome las fuerzas para continuar…

Flashback on.

Nuestra segunda noche en Milán, y después de un gran desfile donde estuvo aplaudiendo mi destacada participación con las prendas de Versace, al terminar me dijo que me tenía una sorpresa.
Sin pensarlo tanto lo abracé efusivamente. Fernando hacía de cada momento magia y brillo, me olvidaba de todo a su lado, y eso era lo maravilloso.

La Fea Más Bella: Yo te prefiero a tí. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora