XVII

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Edirme, Octubre 1575

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Edirme, Octubre 1575

Lale Hatun corrió con prisa por los pasillos del Palacio de Edirme, pues habían llegado noticias muy importantes de Estambul. La situación es demasiado delicada, así que la mujer debía escoger con cuidado las palabras que diría a Haseki Safiye Sultán.

La Hatun entro a los aposentos de la sultana sin ni siquiera pedir permiso, provocado que la pelirroja la mirara mal.

—¿Qué es esta intromisión, Lale Hatun? —interrogó Safiye Sultán, dejando su libro de lado.

—Han llegado noticias de la capital y es grave sultana —respondió Lale Hatun, tendiendole la carta a su contraria.

Safiye tomó el papel y conforme leía el contenido de la carta, sus orbes esmeraldas poco a poco fueron tornandose oscuros, producto de la ira que su cuerpo iba sientiendo.

Sabiendo lo que vendría después, Lale retrocedió unos cuantos pasos pues Safiye aventó la mesa de plata en contra de una pared y comenzó a rasgar las cortinas de seda.

—¡Maldita perra francesa! —vociferó Safiye Sultán, mientras aún hacia sus rabietas—. ¿¡Quién se cree Nurbanu!? ¡Ella es solo una sucia esclava!

—¿Q-qué sucede s-sultana? —preguntó Lale Hatun con miedo.

—El perro traidor que tengo como esposo se ha atrevido a exiliar a mi madre, y ahora quiere que Nurbanu sea la nueva Valide Sultán —explicó Safiye un poco más calmada, pero con el fuego de la ira aún ardiendo.

—Esto no pueda pasar mi sultana, debemos hacer algo de inmediato —manifestó Lale Hatun.

—¡Por supuesto que no va a pasar! Nunca dejare que esa perra francesa vuelva a Topkapi, no mientras yo siga viva —espetó la pelirroja, mientras un fuerte dolor en su vientre se hacía presente—. ¡Ah! ¡Me duele el vientre!

Lale Hatun se acercó a la sultana y con gran cuidado llevo a Safiye Sultán a la cama, pero su miedo se hizo aún más fuerte cuando vio la sangre escurrir por las piernas de la sultana.

Le gritó a las criadas que fueran por la doctora y que informaran a Ömer Efendi de la situación, pero todo debía ser discreto pues anteriormente la Sultana Safiye les había ordeno que el nacimiento de su bebé nadie lo sabría más que ellos.

—¡Lale! —gritó Safiye, aprendando la mano de la susodicha.

—Aquí estoy mi sultana, no la dejaré sola para nada —dijo Lale.

—¡Ya sabes que hacer! ¡Envía esas cartas a mis hermanos ya! —ordenó Safiye, señalando un cofre que yacia sobre su escritorio.

—Pero sultana...

—¡Hazlo ya, Lale! ¡El tiempo se acaba y no debemos desperdiciarlo! —Safiye volvió a vociferar, mientras su cuerpo temblaba de dolor.

La Hatun asintió y corrió hacia el cofre y extrajo dos cartas: una dirijida a Mihrimah Sultán y la otra al Şehzade Mehmet. Posteriormente, la mujer abandono los aposentos bajo la atenta mirada de la pelirroja que castañeaba los dientes por el dolor que sentía en su vientre.

ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ꜱᴜʟᴛᴀɴᴀᴛᴏ © || ꜱᴀꜰɪʏᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora