Mi vida fue difícil, varios obstáculos se hicieron presentes en mi camino, pero los supere con valor e inteligencia.
Muchos me consideran una piedra en el sultanato, yo me considero su protectora.
Fui la hija de un sultán y ahora soy la esposa de un...
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Estambul, Junio 1575
Los meses pasaron rápidamente para la familia real otomana quienes esperaban ansiosos el nacimiento de los nuevos miembros de la dinastía; Safiye y Nazperver comenzaron a llevarse bien, lo cual le extrañaba a Mahidevran Sultán.
Ninguna otra concubina logró quedar embarazada, a pesar de que han sido varias las que han visitado la cama del Sultán.
El plan de Nurbanu para destruir a Safiye y Mahidevran marchaba a la perfección, el dinero escaseaba y todo es obra de Raziye Hatun y Canfeda Kalfa.
Y en la lejanía de la capital otomana, precisamente en Amasya, Ismihan Sultán y Sokollu Mehmet Paşa cometían actos inimaginables.
Todo era paz, al menos por ahora.
—¿Cómo va tu embarazo Nazperver? ¿El príncipe no te molesta? —preguntó Safiye a su contraria.
—Todo marcha bien sultana, aunque no creo que el bebé sea un varón —respondió Nazperver, acariciando su enorme vientre de seis meses.
—¿Por qué no? Debes tener un varón si quieres sobrevivir al harén.
—Yo quiero una niña, sólo ellas no se ven envueltas en la guerra de poder por el trono.
Safiye no dijo nada.
«Quizás una niña no sea mala idea, pero perderse en el olvido no es una opción» pensó Safiye, sin percatarse que una de las Kalfas se acercaba a ellas.
Anisa Kalfa es una de las pocas mujeres de la época del Sultán Süleyman, pero no recibió el cargo que merecía; en cambio, fue Canfeda quien se lo llevó.
La mujer observo detenidamente a las dos pelirrojas y le fue inevitable compararlas.
Nazperver es alegre y llena de vida, su encanto y carisma no podían ignorarse.
Safiye es seria y prudente, fue educada como si fuera un príncipe y su inteligencia no paso desapercibida.
«El Sultán Murad tiene una fuerte debilidad por las pelirrojas» pensó Anisa con cierta burla.
La Kalfa carraspeo para llamar la atención de las dos mujeres.
—Safiye Sultán, Nazperver Hatun —murmurró la mujer, haciendo reverencia a las otras dos.
—¿Qué sucede Anisa? —interrogó Safiye, haciendo una señal para que la mujer se acercara.
—No se cómo decirlo sultana, pero el tema es muy delicado —confesó la Kalfa.
