VII

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Los días pasaron con una extraña rapidez, todos estaban muy ansiosos por la boda que se avecinaba

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Los días pasaron con una extraña rapidez, todos estaban muy ansiosos por la boda que se avecinaba. Sin embargo, debían guardar bien el secreto si no querían que sus cabezas rodarán.

Nurbanu Kadin era la más feliz todos. Al fin de estaba cumpliendo lo que siempre anhelo, pero que profunda pena le esperaba. No siempre obtenemos lo que queremos.

—Quiero que las telas para mi vestido sean rojas —ordenó la Kadin a sus criadas. Pero dichas criadas tenían otras órdenes.

Una vez que esas muchachas estuvieron en la sala de costura, cambiaron las telas rojas por unas azules y se las entregaron a los sastres para que confeccionarán el más bello vestido

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Una vez que esas muchachas estuvieron en la sala de costura, cambiaron las telas rojas por unas azules y se las entregaron a los sastres para que confeccionarán el más bello vestido.

Todos los preparativos se hacían con total discreción para que Nurbanu no se enterará de la realidad.

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|Selimiye Hatun|

Otras chicas matarían por estar en mi posición, todas ellas estarían realmente felices por casarse con el gobernante del mundo. Sin embargo, yo no lo estaba.

Yo era feliz en mi hogar, allá en Francia. Mi familia y yo no teníamos mucha riqueza, pero éramos felices con lo poco que había. Hasta que llegaron esos otomanos y arruinaron todo.

—¿Puedo pasar? —preguntó una voz masculina.

—Adelante —dije sin muchos ánimos.

Miré a mi pequeño hijo dormir en su cuna, se veía tan feliz y ajeno a este mundo. No lo odiaba a él, sino al hombre que me obligó a estar con él.

—¿A qué es hermoso?

—Demasiado, Şehzade Cihangir —respondí.

—¿Qué es lo que te pasa? —Me preguntó.

Solté un suspiro y añadí:— No me siento feliz por todo esto su alteza; no quiero casarme con su hermano.

Solté un suspiro y añadí:— No me siento feliz por todo esto su alteza; no quiero casarme con su hermano

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—Así que es eso. —Suspiró—. A mi hermano le gustaste mucho, más que Nurbanu Hatun.

—Esa mujer quiso matarme su alteza, no entiendo porque lo hizo.

—Te tiene envidia —explicó Cihangir—, ella era la única mujer de su majestad.

Unas pequeñas lágrimas amenazaron con salir de mis ojos y de pronto sentí unos brazos rodearme. Era el Şehzade que me abrazaba.

—Ya no llores más Selimiye, nadie merece tus lágrimas más que tú misma.

—Gracias mi Şehzade, lo aprecio mucho.

Él me regaló una bella sonrisa.

—Ahora déjame te doy un presente. —Cihangir sacó entre sus ropas una pequeña cajita de madre perla—. Esta caja y su contenido pertenecieron a mi abuela, la gran Ayşe Hafsa Sultan.

El príncipe me pidió cerrar los ojos; escuche como abría la cajita y un peso se postró en mi cuello

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El príncipe me pidió cerrar los ojos; escuche como abría la cajita y un peso se postró en mi cuello.

—Ahora abrelos. —Hice lo que me pidió y al mirarme al espejo vi un hermoso collar de zafiros bañado en oro. Es realmente precioso.

—¿Realmente perteneció a su abuela?

—Así es. Dice mi madre que me lo dejo a mí —explicó—. Que algún día se lo daría a una mujer muy especial. Y tú eres esa mujer Selimiye; eres mi mejor amiga.

El Şehzade y yo nos abrazamos como tantas veces lo hacemos...



El Şehzade y yo nos abrazamos como tantas veces lo hacemos

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✓Ya se acerca el golpe más bajo para Nurbanu.

ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ꜱᴜʟᴛᴀɴᴀᴛᴏ © || ꜱᴀꜰɪʏᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora