—¡Safiye! —La recién nombrada suspiró y dejo su pluma sobre la mesa para recibir con una sonrisa a su mejor amiga—. ¡Tanto tiempo sin vernos querida amiga!
—Yo también te extrañe Anisa —manifestó la pelirroja, abrazando a su amiga.
Ambas mujeres se miraron con un gran fervor que solo ellas podían entender, pues fue gracias a un "accidente" que Safiye Sultán y Anisa Kalfa se conocieron años atrás. Debían agradecérselo a Nurbanu, pues la Hatun mando a matar a la entonces hija del Sultán Süleyman.
La sultana invito a su contraria a sentarse a su lado y comenzaron a platicar de temas triviales, mientras comían algunos dulces y bebían un poco de sharbat. Aunque ninguna de ellas se dio cuenta que un par de orbes azules las observaba detenidamente.
—Hay algo que debo decirte Safiye —musitó Anisa para después soltar un fuerte suspiro.
—¿Y qué es? Espero que no sean malas noticias —dijo la pelirroja, alisando su vestido de seda púrpura.
—Al contrario, las noticias harían que bailaremos de alegría, pero el sultán nos mandaría a matar de inmediato. —La Kalfa movió sus manos como si quisiera alejar algo de ella.
—Ni que lo digas, Murad cayó bajo la influencia de esa sucia francesa. Olvidó que tipo de persona es Nurbanu Hatun.
Anisa Kalfa asintió.
—Aunque es extraño que esa rubia insípida no este en el palacio —comentó Safiye—. ¿Le ha pasado algo?
—Es lo que he querido decirte, Nurbanu ha caído enferma —explicó la pelinegra.
—¿De qué? Debe ser grave como para no haber regresado ya con su preciado hijito —farfulló la sultana.
Anisa saco de entre sus ropas un pequeño frasco con un líquido amarillo en su interior. Se lo paso a Safiye, quien lo miro con curiosidad infantil.
—¿Qué es? —preguntó la ojiverde.
—Es arsénico, se lo compre a un mercader de Venecia en una de mis salidas al mercado de esclavos. Solo bastaron unas pocas gotas de este líquido para que la francesita cayera enferma.
Safiye Sultán soltó una fuerte risa que demostraba que se sentía feliz por la desgracia que estaba viviendo su peor enemiga, nada le causaba más placer que ver el dolor de los demás. Sin embargo, ese pensamiento podría jugarle en contra muy pronto.
La Kalfa simplemente se limito a sonreír.
Después de otra larga charla de temas triviales, Anisa abandono los aposentos de Safiye con una bolsa de oro danzando en sus manos.
—No debes reírte de las desgracias ajenas —dijo una dulce voz.
—¿Ayşe? ¿Qué haces despierta? —cuestionó la pelirroja con sorpresa.
ESTÁS LEYENDO
ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛᴏʀᴀ ᴅᴇʟ ꜱᴜʟᴛᴀɴᴀᴛᴏ © || ꜱᴀꜰɪʏᴇ
Historical FictionMi vida fue difícil, varios obstáculos se hicieron presentes en mi camino, pero los supere con valor e inteligencia. Muchos me consideran una piedra en el sultanato, yo me considero su protectora. Fui la hija de un sultán y ahora soy la esposa de un...