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Seguía mirando su muñeca como si la respuesta o el nombre de su alma gemela aparecería mágicamente en ella. Kim quería saberlo ahora, necesitaba saberlo lo antes posible. Porque su mente jugaba con ella, en sus sueños y dándole diferentes personas que podían ser su alma gemela. Hombres, mujeres. Personas de alta y baja estatura, algo rellenitos o delgados. Morochos, pelirrojos, rubios y azabaches. De ojos chocolate, verde, azul, turquesa, café, avellana. Pecas o no.

Jennie no podía dormir lo suficiente porque las personas cambiaban y los sueños se volvían más reales. Podía sentir como algo tocaba sus pies y varias veces grito lo suficiente para que sus padres llegaran a ver que sucedía. Lo divertido era que se trataba de Dusty buscando el calor de su joven dueña. Colocándose entre sus pies donde estaba más calentito para dormir. Más de una vez, Jennie despertó con el felino sobre su rostro, ronroneando por la calidez que desprendía ella.

– Dusty... qui... ta... te... – pidió Jennie entre cortas risas.

El felino solo se estiró para seguir durmiendo sobre el rostro de su pelinegra dueña, quien se debió levantar y quitar con cuidado al pequeño gatito, dejándolo sobre su cama. Se tenía que preparar para ir a la escuela, comenzado su pequeña rutina de todas las mañanas. Dándose una ducha, cepillar sus dientes, aplicarse un poco de base y sombras para los ojos, peinar su cabello en una trenza... que acabo cambiando a una cola de caballo baja, y finalizó con una falda negra suelta, borcegos negros y una blusa blanca dentro de la falda.

Busco su mochila, donde metió los cuadernos necesarios. Acaricio con cuidado la pequeña cabeza del felino que seguía durmiendo. El puente de su nariz se arrugó ligeramente antes de salir de su habitación, encontrándose con Krystal y su madre en una amigable conversación.

– Buenos días.– saludó la adolescente, tomando lugar en la isla de la cocina.

Jihyo sonrió, besando la mejilla de su hija antes de despedirse de ambas mujeres. Krystal le dedicó una amable sonrisa, dejando frente a Jennie un plato con hotcakes, buenos feculeros y tocino recién hecho. No tardó mucho y es que tampoco quería llegar tarde a la escuela. Se sentía diferente, quizás porque ya tenía la frase de su alma gemela en su muñeca o porque tener dieciséis realmente te cambiaba.

Acabo su desayuno y se despidió de la mujer, saliendo fuera al encuentro de Soobin. El castaño le sonrió al verla, extendiendo sus brazos y envolviendo a la pelinegra con ellos. Jennie rio, sintiendo como Soobin la giraba unos pocos segundos antes de poder volver a dejarla en tierra firme.

– ¿Cómo estás? ¿Aún me sigues odiando por no ir a tu fiesta de cumpleaños? – preguntó el chico de ojos cafés.

– Déjame pensarlo... – Jennie guardó silencio, llevando sus dedos hasta su mentón. Se quedó hacia unos pocos segundos, dejando en la intriga al castaño.– Si, aún tienes mi profundo odio.

Ambos se rieron por eso, siendo Soobin quien pasó su brazo sobre los hombros de la coreana. Caminando en un cómodo silencio que ponía la duda en las personas que los veían que si ambos eran pareja, por la forma tan cariñosa de tratarse. Lo cierto es que Soobin veía y trataba a Jennie como si fuese su hermana manor, y Jennie veía y trataba a Soobin como su hermano mayor.

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Lisa acortaba el camino a la escuela por diferentes atajos que conocía como la palma de su mano. Subiéndose a los contenedores de basura, saltando altas cercas de metal y corriendo para poder llegar más temprano que el resto. Disfrutaba de aquella soledad, con pocos estudiantes en los pasillos. Era esa persona que no lograba expresarse en medio de un grupo de personas, a menos que sea su grupo de amigos. Manoban miraba las pequeñas tiendas abrir: florería, panadería, dulcería. Algunas cuyos dueños eran sus amigos... si, los consideraba sus amigos.

Levantó su mano, a modo de saludo, al ver a Yuri saliendo de la tienda Cuidado con el Perro. Aquella niña era explosiva, bromista y llena de vida. Alguien cercano a Lisa y con quien había realizó incontables bromas a diversas personas, bromas pequeñas y gentiles, que generaban risas en todos. Seguido de aquella niña, su hermano mayor Kyung-soo salía con Hyo-jong Jr. y HyunA, estos últimos dos eran almas gemelas.

Sus audífonos de diadema Beat Solo2 color vino se había colocado, dando play a una larga lista de canciones que acompañaban a Lisa en su corto trayecto a la escuela. Pasando de un hit del 2020 a los famosos hits de los años 80's, cruzando por los 90's y los 00's. Escuchado las bandas sonoras de grandes películas o series que marcaron su infancia.

– I throw my hands up in the air sometimes saying ayeoh, gotta let go.– Manoban ajustó las correas de su mochila, sonriéndole a las personas que reconocía.– I wanna celebrate and live my life saying ay-oh, baby let's go

A pocos metros podía ver el gran edificio que era su escuela, con algunos pocos estudiantes que aún seguían en la entrada. Autos pertenecientes a los profesores y directivos, e incluso a pocos estudiantes que poseían una licencia. Bicicletas y algunos patinetes eléctricos.

– 'Cause I told you once. Now I told you twice
We gon' light it up like it's dyna...

Jongho le había quitado sus audífonos y se rio al verla tratar de encontrar a la persona que interrumpió su canto. Al encontrar a su hermano y cuñado, una sonrisa se formó en sus labios, quitándole sus audífonos y guardándolos en su mochila.

– ¿Interrumpimos tú concierto? – bromeó el castaño, recibiendo un gentil empujón por parte de Lisa.

La risa sarcástica en Lisa fue corta y seca con una mueca. La conversación entre los tres se fue haciendo más silenciosa cuando dos figuras pasaron cerca de ellos. Pelinegra y castaño. Jennie y Soobin. La atención de Lisa se fue directo a la chica, observándola con cuidado y admirando cada gesto que cometía.

Jongho lo noto, chasqueando los dedos para volver a tener la atención de su hermana. Lisa parpadeo, sacudiendo su cabeza y dando su mejor sonrisa.

– ¿Qué pasa?

– Eso queremos saber. ¿Qué te paso? – se rio Kim.

– Solo...

– El encanto de Jennie Kim.– canturreó el chico de hebras rubias.

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Soobin seguía hablando con Jennie de diversos y extraños temas. Sobre todo con respecto a las frases en las muñecas de ambos. La pelinegra no había dejado de mirarla, pasando su pulgar y rogando encontrar a la persona en esa semana, o mes o años...

– ¿No sientes que alguien te mira?

El castaño levantó una ceja al escuchar la pregunta de la ojimarrón, volteando a todos lados para mirar a los pocos estudiantes que había allí. Enfocándose en los hermanos Manoban y el chico Kim. Podía ver a la chica mirando en su dirección, fijando su atención en su amiga pelinegra.

– Lisa.

– ¿Quien? – preguntó Jennie, alzando una ceja.

– Que Lalisa Manoban te está mirando.

– ¿La pelirroja adorable de pecas?

– La chica rara.

Eso hizo que Jennie frunciera el ceño. Sin entender el porqué de ese apodo tan...

– ¿Por qué rara?

Soobin se encogió de hombros ante esa pequeña pregunta, sin saber cómo responder del todo y ser sencillo en la respuesta.

– Es lo que le dicen... o lo que dice su frase en la muñeca.

La respuesta no dio satisfacción sino mayor curiosidad en la pelinegra, queriendo conocer y ver aquella frase en la muñeca de Lisa.

What did you say? | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora