What did you say? | Jenlisa

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Manoban miraba un punto fijo del parque, tratando de entender la situación. Jennie se encontraba más interesada en las expresiones que la pelirroja estaba teniendo en esos momentos. Ninguna de ellas había pensado que aquello podría pasar, menos que ambas estuvieran destinadas y fue ahí cuando Lisa decidido decir algo.

– No somos almas gemelas – soltó Lisa sin más, tomando su mochila y volviendo a colocarse sus auriculares.

– ¿Qué? ¿Como lo sabes? – preguntó Kim con el ceño fruncido. Lisa ni siquiera le estaba prestando atención y debió quitarle los auriculares para obligarla a verla.– ¿No quieres ser mi alma gemela?

– Toda la escuela sabe que dice mi frase, esta claro que la leíste y me la dijiste – razonó Lisa tratando de quitarle sus auriculares. Suspiro al ver que la pelinegra no iba a ceder.– No estoy para juegos.

– Tampoco yo.

Lisa logró recuperar sus auriculares, tratando de colocárselos y huir de allí, pero el peso en su espalda la detuvo. Jennie Kim se había subido y no tenía la intención de soltarla por el momento. Un suspiro escapó de Manoban, nunca de había imaginado en aquella situación y más con alguien como Jennie Kim. ¿Cómo podía asegurarse que la pelinegra fuera su alma gemela y no le estuviera jugando una broma para ilusionarla como muchos? Quizás porque ella dijo la frase de Jennie, pero ¿Lo era? Tal vez Kim solo dijo eso para conseguir una pareja, mandando a la mierda aquel extraño sistema.

Lisa no quería perder el tiempo, menos caer por alguien que al final no era su alma gemela. Como pudo, ignoró la molesta voz de Jennie y siguió caminando fuera del pequeño jardín. Ni siquiera se molesto en quitarse a la coreana de encima, no era que Jennie pesara mucho. Las piernas de la ojimarrón se enredaron en su cintura y sus brazos se aferraron a su cuello, quizás con la idea de que Lisa se detendría.

Kim se quejo al ver que su plan no había dado resultado. Soltándose de la pelirroja que aprovecho para huir de la pelinegra. No quería saber nada sobre Jennie ni sobre las frases, seguiría pensando y diciendo que la pelinegra leyendo la frase en su muñeca para decírsela. ¿Quien le aseguraba que no estaba jugando? Jennie Kim era, según ella y su pequeño círculo, popular. Lalisa Manoban era una simple don nadie que prefería encerrarse en su propio mundo.

– ¡Lisa, espera! – grito la pelinegra tratando de seguirle el paso.

Lisa había comenzado a caminar cada vez más rápido, colocándose los auriculares y subiéndole el volumen a la canción de Louis Tomlinson "Walls" para no escuchar a Jennie gritándole. Ni siquiera sabía el porqué seguía insistiendo en algo que podía no ser cierto. Se quejó cuando Jennie la sujeto del cabello para detenerla, siendo aquel un acto demasiado infantil para Lisa que le dio una mirada de completa molestia.

– ¿Por qué no quieres aceptarlo? ¡Dijiste mi frase y yo la tuya! – exclamó Kim.

Manoban se rió, relamiéndose los labios y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón. Sus ojos no dejaron de observar el rostro de la pelinegra, como tenía el ceño fruncido y un puchero que la hacía verse adorablemente infantil.

– Te dije, esto es manipulable – habló la pelirroja con calma.– Toda la escuela sabe mi frase y no tengo duda alguna que la leíste u oíste de ella.

– No lo hice – confesó Jennie.

– ¿Quien me lo asegura? – bromeó Lisa.– Eres linda, ¿Sí? Muy linda, no tengo duda que muchas personas están detrás tuyo, pero no eres mi alma gemela.

– ¡Jamás leí tu frase! – chilló la menor desesperada, había dando un pisotón en el suelo y sus manos se cerraron con fuerza.– ¡Debes creerme!