Capítulo Treinta y Siete

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Capítulo treinta y siete.

Veo a mi bebé dormir en esta habitación de paredes blancas que se ha convertido en una especie de hogar.

Es cierto que físicamente está muy cambiado de aquel niño de cabello oscuro, mejillas regordetas y sonrojadas, pero para mí sigue siendo precioso y cada vez que veo esos grandes ojos azules tan iguales a los de Elanese recuerdo esas madrugadas medio dormida en donde succionaba mi pecho mientras me veía.

El cáncer se expande, en algún lugar de mi mente sé que queda poco tiempo. Tan poco.

Y mientras lo veo dormir sin poder imaginar cuando no esté, me pregunto: ¿Seguiré siendo una mamá?

¿Algún día seré lo suficiente fuerte para traer otro bebé a este mundo?

¿Cómo podré vivir sin Arthur? ¿Cómo?

No hay respuestas y tengo miedo de que nunca las haya.


Andrew no responde a mi pregunta llena de horror, pero en serio ¿Qué le pasó? La última vez que lo vi, estaba bailando con Kaethennis mientras yo tomaba un descanso porque estoy cansada y con malestar, mi bebé no se porta bien hoy, pero esa última vez él estaba bien, súper sano y ahora...

Tiene grandes manchones rojos por el cuello, el rostro y los ojos a medio cerrar al igual que llorosos.

—Algún bocadillo tenía brócoli —Desestima con una mano, su voz suena rara— y yo soy alérgico.

—¡Mierda! No lo sabía, era la crema de las tartaletas que te di ¿Qué puedo hacer?

Me pongo de pie y le desanudo la corbata al igual que me deshago de varios botones de la camisa para que respire mejor ¿Y si comienza asfixiarte? Comió más que un par y cuando le tomo la temperatura su piel está caliente y sudorosa.

—Al menos ya tomaron todas las fotos oficiales —intenta bromear antes de respirar de forma pesada, lo que me hace alarmarme porque no suena nada bien.

—Andrew ¿Puedes respirar bien?

—Sí, sí...Eso creo, pero quiero saber si tú estás bien.

—Sí, los mareos están pasando, pero ahora me preocupas tú.

Hace silencio durante largos segundos viendo alrededor y luego viéndome a mí, por último hace una mueca llevándose la mano a la garganta.

—Si te soy sincero, creo que debo ir al hospital, esto —Hace un ademan hacia sí mismo—, cómo que está empeorando con el pasar de los minutos.

—¿Y por qué no me lo dijiste desde un principio? —Tomo mi bolso y su mano.

—Porque te sentías mal y pensé que no sería una reacción tan grande, imaginé que había sido algo muy pequeño, pero si dices que son las tartaletas...Comí muchas.

Me siento terriblemente culpable y noto que los dedos de las manos se le están hinchando, las manchas rojizas le tintan el dorso. Gracias al cielo consigo localizar a Max entre todos los invitados mientras hago que Andrew me espere cerca de la entrada así no presencian el estado en el que se encuentra.

El protector de Max quiere venir con nosotros, pero le hago saber que lo mantendré al tanto, intentando fingir que no estoy asustada sobre esto, luego consigo que Dexter y Elanese caminen conmigo hasta Andrew para que podamos despedirnos debido a que ellos volarán bastante temprano para unos pocos días de luna de miel.

—Es una pena que no estés para el ramo —Mi hermana hace un puchero—, pero definitivamente Andrew necesita un médico.

—Sí, te ves jodidamente mal, Andu bebé...Creo que deberían darse prisa, se ve grave.

La inspiración de Andrew  (BG.5 libro #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora