A CRAZY MAGIC FAMILY: Segunda Temporada

ɴᴀᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏ (ᵃʳᵃ ʸ ᵒʳⁱᵒ́ⁿ)

Draco estaba atónito. Luego de la cirugía, no sabía si estaba alucinando o si realmente estaba viendo lo que estaba viendo. No era para menos, Harry se encontraba igual de desencanjado que él. Y es que, sus nuevos dolores que cabeza y dueños de sus preocupaciones, parecían los seres más increíbles y hermosos en la faz del universo.

—¿De verdad son estos nuestros hijos?

Harry se sintió estúpido preguntando aquello, pero debía confirmarlo pese a la poderosa conección que sentía por aquel par envuelto en frazadas de peluche.

La enferma sonrió y asintió con la cabeza.

—Ara y Orión —suspiró Draco, agotado—. No cabe duda que somos los mejores en fabricar bebés hermosos.

—Los dejo solos, con permiso —dijo la enfermera, para luego perderse en el pasillo fuera de la habitación.

Harry estaba que no podía procesar la belleza de sus nuevos bebés. Si James, Albus, Scorpius y Lily Luna eran unos niños preciosos, era obvio que los nuevos integrantes también lo fueran.

Ara, por ejemplo, era un bebé de aspecto angelical. De cabellos oscuros y espesos, con algunos cuantos hilillos plateados. De ojos grandes y pestañas abundantes. Y, mientras que su ojo derecho era de una tonalidad esmeralda, el otro era de un precioso gris variando a celeste. De tez clara y tersa.

Y Orión, cuyo cuerpecito era un poco más tosco que el de Ara, y su personalidad rozaba a lo inquieto (por la manera en que se rebullía en los brazos de Draco), tenía los cabellos tan rubios con un mechón oscuro en la sien izquierda. El color de sus ojos también variaba en lo distinto, es decir, el izquierdo esmeralda y el derecho de plata (lo contrario a su mellizo) De piel suave, un poco acanelada.

Ambos varoncitos, su Lily Luna pegaría el grito en el cielo cuando se enterara que no habría tal niña para jugar.

—Oye —Harry se volvió para mirar a Draco, quien ya tenía sus ojos anegados en lágrimas gruesas—. Gracias.

Harry, enternecido. —¿Por qué me agradeces? Dragón, tú hiciste la mayor parte.

Draco negó. —No me refiero a eso. Me refiero a que, gracias, por hacerme feliz y nunca abandonarme.

Harry le besó la frente, apartando los cabellos húmedos que escurrían por sus mejillas sonrojadas.

—Gracias a ti, por darme esta familia.