ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ

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Luego de una noche larga y de pasársela escuchando a Harry rebulléndose por el dolor en sus costillas sanadas sobre la cama, Draco se escabulló varita en mano al campo de entrenamiento de tiro situado a solo unos metros del santuario donde reposaban sus dos dragones. Ambas criaturas imponentes lo observaban con atención derribar con ráfagas de su magia los blancos y aparadores con letras 'X' marcados en diversos puntos de su estructura.

Como un profesional; postura firme y mirada centrada, desató su destreza sin fallar un solo tiro, provocando la emoción de los dragones que meneaban sus largas colas y cabeza.

Cuando finalmente hubo tenido suficiente, se desató la coleta alta y guardó la varita en el bolso de su gabardina; por lo menos sus humos se habían amenguado.

—Le hice una promesa a tus padres el día en que nos casamos —murmuró a la nada, sacándose los guantes de cuero—. Protegerte de todo aquel que te quisiera hacer daño.

Uno de los dragones estiró su cuello para atraer la atención de su amo. Ni lento ni perezoso, Draco asistió a su llamado, dándole el gusto de ser acariciado.

Sonrío, solo sus hijos, su esposo y sus animales eran capaces de extinguir cualquier rastro de inquietud en él.

—¿Ustedes qué opinan? ¿Debería volver a desatar mi lado oscuro? —el dragón más pequeño bufó, Draco estiró su otra mano para poder acariciarle también —. Solo estaba jugando, ese Draco Malfoy quedó en el pasado. Aunque... —vaciló, provocando que ambos magistrales se desataran incómodos—. ¡Solo bromeaba, cálmense!

En ese momento, el ruido de unos pasos lo alertaron. Draco se viró sobre sus talones asiendose de varita firmemente, sorprendido de encontrarse a Harry acercándose a él.

—Baje la varita, señor Malfoy D'Potter, podría dañar a alguien.

Draco suspiró una sonrisa, obedeciendo y acortando la distancia faltante entre ellos.

—¿Qué haces de pie?

—Me siento mejor; te lo dije ayer, eres un excelente medimago personal.

Draco ladeó una sonrisa con sorna.

—Ya veo. Oye, ¿Qué opinas de mis tiros? —preguntó emocionado, mostrándole el panorama a su espalda.

Harry, alzó ambas cejas. —Increíbles, ¿Madrugaste para hacer esto?

—¿Fue demasiado? —Harry caviló la pregunta—. Es que me sentía estresado y tú... bueno, me alegra que sigas respirando.

Harry se acercó para besarlo. —Menos mal, ¿Verdad?

Draco aguantó una risa. —Eres un idiota, Harry Potter, pero un idiota encantador y que me pertenece.

Harry, devolviéndole la sonrisa. —Bueno, ahora que lo mencionas, creo que después de todo me siento más seguro teniendo al lado al "Padre de Dragones" que a un tumulto de guardias pisándome los talones —acariciándole la mejilla—. Gracias, Dragón.

Draco, abrazándolo. —No tienes que agradecerme nada. Estás seguro, lo prometo.














A CRAZY MAGIC FAMILY: Segunda TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora