Cuando Jiang Cheng terminaba todos sus deberes, casi siempre se encontraba tallando sus ojos por darse cuenta que la noche había caído y él no había prendido una vela para iluminar su estudio por mantenerse enfocado en los documentos. Sin embargo, ese día había cubierto todo días anteriores sin darse cuenta, quedando así con un inusual tiempo libre.
Sus discípulos más recientes salían a caminar para asistir al festival que los habitantes organizaban cada año, era invitado pero jamás se presentó ni una vez.
Algunos rumores contaban que en realidad asistía con una capa oscura que lo ocultaba, pasando desapercibido; otros que tenía muchos asuntos administrativos que realizar y por eso no podía tomar el privilegio de ir, otros tantos, los más longevos creían firmemente que el hombre de prendas violetas simplemente olvidaba este día a propósito por ser un recordatorio constante de la muerte de sus padres.
En Yummeng se distinguían las linternas rojas encendidas y su diverso balanceo por un liviano viento proveniente de los lagos pero aún emanando calidez por la llama, un contraste notable con su habitación donde existía un frío que parecía impregnar en su ser.
— ¡Ah! ¡Maldita silla!
No había encendido las velas así que todo estaba en total oscuridad, ocasionando que tropezara con uno de sus asientos; se encontraba cansado como para buscar entre sus cajones la cera, miró su cama unos segundos sólo para después frotar su sien y negó. Sabía que no podría dormir de igual modo así que colocó la silla en un rincón de su habitación, fijando su mirada en el vino que se había llevado de la cocina en la tarde.
No entendía por que lo hizo si tendía a tener baja tolerancia al alcohol, sí, tenía más que antes comparado con sus años en Gusu, el tiempo intermedio donde se encontraba solo sin su hermano bebió más de lo normal pero se detuvo cuando crío a Jin Ling, aunque ahora que su sobrino se había ido para tomar el cargo de líder, su tolerancia había mejorado al encontrarse solo.
— Me ayudará a dormir por lo menos.— murmuró.
Tomó la botella de cristal y se dirigió a uno de los pabellones más alejados de ahí, sintiendo aún el frío en el ambiente a pesar de que se encontraban en pleno verano. Después de escabullirse de los pasillos principales para evitar encontrarse con discípulos llegó al lugar que estaba rodeado por un pequeño estanque; tomó asiento mientras vertía el líquido carmesí en la copa de cristal, apoyó su codo sobre la mesa mientras observaba que la única iluminación ahí era la luna.
— Pensé que sería más fuerte.. Esto es para niños.— se quejó del vino mientras balanceaba la copa frente a él.
Hizo un gesto de desagrado al tomar el primer sorbo, su sutil aroma era especiado y el sabor aterciopelado que parecía acariciar cada rincón de su paladar dejaba un picor suave. Era lo mejor que tenía ahora así que siguió admirando su propia soledad bajo aquella luminiscencia del astro.
Se escuchaban algunas salpicaduras del agua provocadas por las aletas de las carpas combinados con el croar de las ranas que residían en el agua de alrededor.
— Me pregunto si cuando enviaron este vino pensaron en mis gustos o los de...
Wei WuXian.
Sus palabras se detuvieron, frunció su ceño y chasqueo sus labios, pensó que había venido allí para olvidar el dolor de su cabeza y dejar de pensar un poco. Sirvió copa tras copa hasta que sus afilados pómulos empezaron a teñirse de un suave rubor ocasionado por el alcohol.
Una suave ventisca hizo que sus vellos se erizaran y frotó su hombro por el inesperado aire.
— Tsk, ¡Ni siquiera estamos en invierno! Maldición...
ESTÁS LEYENDO
Aquel templo abandonado donde te conocí
RomanceEn la parte más elevada de una montaña existía un templo donde yacía un joven que su destino fue alterado, las gélidas corrientes de viento susurraban secretos de días lejanos como un Dios donde la venganza era oculta, siseando como una serpiente qu...