Accidente

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Ese día tenía que verificar las producciones de la pesca así que era de esas veces que iba personalmente al pueblo, caminando con un aire orgulloso mientras recorría las calles, asintiendo a los discípulos que lo acompañaban cada que le extendían un informe.

— Debemos priorizar las cosechas de granos para la distribución correcta en invierno, no permitiré un sólo error.

— ¡Sí, líder!— se escuchó al unísono.

Cuando estaba analizando el informe de los barcos disponibles y los que necesitaban reparación, sintió un escalofrío bajar por su columna vertebral, una sensación que había sentido desde que se encontró al hombre singular de cabello rizado.

— Sobre los casos de demonios del agua, enviaré a unos discípulos para evaluar la zona.

Sin darle importancia a la sensación de ser observado siguió dando órdenes mientras aceptaba los documentos, pensando que posiblemente vendría una sequía si no se combatían adecuadamente a los demonios que residen en las aguas profundas de Yummeng.

Después de pensarlo unos minutos, tomó una decisión.

— Esta noche libérame dos horas, iré a la cacería nocturna con ustedes.— dijo al discípulo que se había convertido en su mano derecha.

— Alistaré su barco.

— Mn... gracias.

Cuando regresó a Muelle de loto pulió su espada metódicamente, se cambió sus túnicas formales a unas más ligeras para después caminar hacía la cocina.

Encontró algunas ollas con curry acompañado de arroz y algunos panes al vapor, no había nadie así que tomó un plato hondo para servirse la comida aún caliente, su mente tenía demasiados pensamientos, la más reciente era sobre la carta de su sobrino deseándole éxito en su misión y disculpándose por no ir esa noche ya que tenía que resolver asuntos de su secta.

Cuando estaba por terminar su comida sintió nuevamente esa sensación de ser vigilado desde lejos, frunció su ceño con desagrado mientras dejaba sus palillos a un lado. Se levantó solo para tomar un cuenco y colocar algunos panes rellenos de carne y dejarlos sobre la mesa.

Detrás de un árbol estaba aquel Dios que siempre portaba una sonrisa, ocultándose mientras observaba por la ventana con atención a Jiang Cheng.

— Él nunca come de más, además el niño que siempre revolotea a su alrededor no está... ¿Por qué sirvió otra ración?— dijo confundido el dios.

Movía con insistencia su abanico sobre su mentón, dando ligeros golpes.

— ¿No crees que es muy extraño, vientito?

Miró en su mano libre una pequeña rana verde que sostenía con cuidado.

Croac.

— Sí, digo lo mismo.

Cuando vio que el hombre de túnicas violetas se fue portando su arma con él y dejando los bollos intactos resopló, ocasionando que sus rizos de frente se movieran ligeramente.

— ¡Es lo que dije! Es extraño, la comida no se desperdicia.

Después de quejarse, volvió a su actitud alegre, miró que no hubiera nadie alrededor y corrió con entusiasmo a la cocina, disfrutando el aroma de comida recién hecha.

— Bueno, la comida no se desperdiciará.

Sonrió, guardando su abanico y dejando a la rana sobre la mesa, lavó sus manos y tomó un bollo con emoción, haciendo exageradas exclamaciones como "Es increíblemente delicioso" cada que daba un bocado.

Aquel templo abandonado donde te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora