Mientras se dirigía a Yunmeng Jiang observó las pacíficas olas que se creaban en el agua cuando navegaban con el bote de madera, los lotos estaban en su época de floración donde las vainas estaban en su mejor punto, pensó que quizás podría pedir unas cuantas más tarde para poder llevarlo a cierta persona.
El calor incesante acompañado de las exclamaciones de los comerciantes cerca del muelle fue lo que le sacó de sus pensamientos, había llegado finalmente.
Se puso de pie mientras algunos discípulos ataban el barco en la orilla, pronto algunas personas se acercaron a darle la bienvenida. Intercambio un par de palabras con ellos, buscando inconscientemente las túnicas verde agua y el abanico que siempre colgaba en ellas, pero no había nada.
Dejó que sus discípulos volvieran a muelle para redactar sus reportes y asentarse de nuevo; él decidió caminar entre los puestos cercanos, quizá como una forma de alargar el encuentro que tanto había estado presente en su mente.
No quería evitarlo, en absoluto. Quería enfrentarse a él, quizá reclamarle por no haberle dicho nada y solamente quedarse a observar como ofendía a un Dios que sus antepasados habían adorado por siglos; tan solo pensarlo hacía su sien palpitar. Tendría que disculparse, pero también tenía demasiadas preguntas que rondaban en su mente, incluso del pasado, pero la más importante era la que había perforado en su ser desde el primer momento en que lo vio.
¿Por qué elegiría quedarse con alguien como él?
Conocía su estatus, era un líder de una de las sectas más poderosas actualmente y siempre fue buscado por pequeñas sectas para encontrar seguridad y prosperidad, pero siempre observaba esa mirada particular de expectativa dirigida a él.
Siempre había sido parte de su vida ese brillo codicioso que buscaban obtener algo de él. A veces no de una forma negativa, como los niños que llegaban queriendo ser un cultivador y que buscaban que los aceptará dentro de la secta Jiang. También existía ese brillo peligroso de los ancianos cuando empezaba su liderazgo, creían que podía manipularlo cuando era joven; o algunos comerciantes externos que buscaban engañarlo para invertir en su negocio.
Incluso de niño, la mirada de sus padres contenían esa expectativa de que fuera alguien que nunca sería. Acompañada de la desaprobación de su padre por parecerse demasiado a su madre y jamás haber entendido el lema de la secta.
Todos, sin excepción, buscaban obtener algo de él que ya lo veía como algo demasiado habitual.
Mientras seguía caminando chocó con un niño que iba corriendo sin mirar, lo sostuvo para que no cayera y después palmeó su cabeza de modo inconsciente para recordarle que tuviera cuidado o podría causar un accidente. El niño asintió y ofreció una disculpa para después irse con una sonrisa resplandeciente.
Jiang Cheng se quedó observando hasta que el niño desapareció de su vista, recordando la manera en que solo un niño pequeño de túnicas doradas jamás lo había mirado con ese interés, dentro de la inocencia de la infancia únicamente existía el pedido necesitado de aprobación y seguridad.
Lo cual había brindado a Jin Ling desde que era un pequeño bebé de brazos, prometiéndole que siempre lo cuidaría y estaría su lado. Ahora apoyándolo desde su posición como líder solamente podía esperar haberle dado lo suficiente para que pudiera enfrentar las dificultades de la vida.
Sin embargo, su mente en ese momento le mostró el rostro de una persona con una sonrisa reluciente que lo miraba mientras lo llevaba de un lugar a otro, como si la alegría fuera tanta que solo podía expresarla de esa manera. Sorprendiéndose de cosas tan pequeñas que era difícil retirar la mirada.
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Aquel templo abandonado donde te conocí
RomantizmEn la parte más elevada de una montaña existía un templo donde yacía un joven que su destino fue alterado, las gélidas corrientes de viento susurraban secretos de días lejanos como un Dios donde la venganza era oculta, siseando como una serpiente qu...