Días después de la salida al humedal, no volvió a visitarlo.
Shi QingXuan había despertado temprano cada vez, incluso había usado el cepillo que Jiang Cheng descubrió de sus últimas salidas a escondidas para formar un peinado sutil con el velo blanco, sentándose obedientemente mientras esperaba que el hombre de túnicas violetas cruzara su puerta; sin embargo, el tiempo pasó y el umbral del atardecer empezaba a asomarse por las ventanas.
¡Ni siquiera habían traído su comida!
Frunció su entrecejo enfadado mientras se dirigía a la puerta para tocar de forma enérgica la madera solo para darse cuenta de que no había respuesta, ni siquiera de los discípulos que estaban siempre fuera. Extrañado golpeó nuevamente mientras que la puerta se deslizó de manera simple, abriéndose de par en par para dar paso a un pasillo vacío.
— ¡Hmph! Se fueron a comer y no me dieron, pensé que ya éramos amigos. —murmuró mientras hacía un suave puchero en sus labios solamente para dar paso a una sonrisa que surcó hasta sus pómulos. Podía salir sin usar su abanico.
— Entonces buscaré a vientitos.
Entusiasmado salió a recorrer los pequeños estanques que adornaban el lugar, notando las vainas de lotos empezar a florecer, entonces recordó que Jiang Cheng había dicho que no podía comer las del humedal, pero las del muelle sí, así que tomó unas cuantas y las llevó en su mano mientras comía en el camino, buscando a la mascota que había adoptado.
Algunos discípulos caminaban entre los pasillos para empezar a colgar las linternas con motivo de loto con la llegada de la noche, no fue hasta que llegó a una residencia donde algunas velas empezaban a ser encendidas en su totalidad que sintió que ahí estaría aquella persona. No entendía por qué antes le había insistido tanto en saber su identidad y ahora solo había desaparecido, encerrándose en lo que parecía su estudio por horas hasta que el anochecer llegaba.
Se apoyó en una roca cercana mientras seguía comiendo las semillas de loto, observando como cada tanto algunas ranas brincaban cerca de él para después ir al estanque más cercano, el clima empezaba a ser más frío, pero al final del día era un Dios. No necesitaba de cosas mundanas para sobrevivir y no enfermaría nunca, sin embargo ese tiempo que había estado en muelle todo se había vuelto demasiado hogareño y cotidiano, las comidas que a veces disfrutaba con Jiang Cheng mientras hablaban o solamente salir fuera a conocer a las personas de Yunmeng habían empezado a formar parte de su rutina sin darse cuenta.
Había hablado con los discípulos con anterioridad e incluso con las personas del pueblo y todos siempre contenían un cierto brillo de esperanza cuando hablaban de su líder, con el tiempo él mismo se dio cuenta de lo especial que era el gran "líder de secta Jiang".
Perdido en sus pensamientos había empezado a sonreír de forma dulce mientras que, sin darse cuenta había subido las escaleras para encontrarse frente a la puerta, tocando unos momentos mientras un pensamiento surgía y una sensación acogedora florecía en su pecho.
"Quiero verlo."
Del otro lado de la puerta el sonido de pinceles deslizándose en el lienzo y el movimiento de las velas era lo que más prevalecía. Jiang Cheng estaba al final de la amplia sala sentado frente a un escritorio que contenía pilas de documentos, a un lado yacían algunos pinceles con tinta seca que ya habían cumplido su deber.
Un ceño enmarcaba el rostro de aquella persona mientras leía el libro de cuentas, anotando los detalles donde deberían poner más presupuesto, encargándose de cada detalle como lo había hecho en los últimos años desde que era solo un joven líder.
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Aquel templo abandonado donde te conocí
RomansaEn la parte más elevada de una montaña existía un templo donde yacía un joven que su destino fue alterado, las gélidas corrientes de viento susurraban secretos de días lejanos como un Dios donde la venganza era oculta, siseando como una serpiente qu...