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Caminar todas las mañanas a la escuela con los dedos de Donghyuck entrelazados con los míos, es lejos lo más inesperado que me ha pasado durante todo el año incluso más que habernos besado por primera vez en ese cuarto maloliente y diminuto, pero ...

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Caminar todas las mañanas a la escuela con los dedos de Donghyuck entrelazados con los míos, es lejos lo más inesperado que me ha pasado durante todo el año incluso más que habernos besado por primera vez en ese cuarto maloliente y diminuto, pero aún más inesperado es cuando me siento caer al suelo cuando la pelota redonda y dura me golpea con fuerzas en el hombro haciéndome perder la estabilidad y haciéndome caer sobre ese mismo brazo.
Todo se detiene, el viento primaveral, los gritos de animación, el ruido de la ciudad y de los animales que canturrean, lo único que no se detiene es mi corazón que bombea con fuerza por el dolor punzante en mis dedos y mis labios dejando salir gritos desesperados.

— ¡Myung-ji! — La entrenadora llega tan rapido como el primer grito sale de mi garganta. — ¿Puedes oírme, puedes verme o siquiera moverte?

— Mis dedos. — Lloriqueo arrodillándome y elevado mi brazo adolorido hacia ella, con las lagrimas humedeciendo mi rostro lleno de polvo. — Me duelen los dedos, creo.. que me los he quebrado.

Comienzo a quitarme el guante pero tiemblo con desesperación así que ella me ayuda, mi sueño de ir a la universidad con una beca en deporte y seguir jugando beisbol, se desmorona con el guante descendiendo y mis dedos siendo descubiertos, la forma en la que lucen es en absoluto la manera recta en la que deberían ir con normalidad, mis uñas se enrojecen y pareciera que de apoco toda mi mano se vuelve morada.

— No te desmayes. — Escucho de la entradora pero no puedo evitar querer desvanecerme. — Myung-ji escúchame, no te desmayes estarás bien.

— Ji-nie.. — Elevó los ojos torpes cuando lo escucho hablarme y Donghyuck se agacha a mi lado me abraza mientras lloro, siempre creí que cuando sucediera algo así mis padres me consolarían pero se siente mucho mejor estar en sus brazos. — Está todo bien, te llevaremos al hospital y te curarán, te cuidaremos todos.

— Mis dedos Hyuck. — Sollozo. — Esto no está bien.

— Lo se, pero tranquila los arreglarán. — Me quita la gorra y limpia mis lagrimas. — Vamos, tus padres están esperando para llevarte.

Me ayuda a ponerme de pie, mi traje blanco ya no lo es, todos los ojos están centrados en mi y me escondo entre los brazos de Donghyuck mientras caminamos hacia la salida, no solo avergonzada si no que con el corazón roto, me tiemblan las piernas y sigo con la sensación de querer desmayarme, desvanecerme y despertar como si fuese un sueño.

En el auto sigo escondiendo mi rostro en la sudadera gris de Donghyuck que huele perfectamente bien como él, mis padres parlotean sin parar y la voz de mi madre tiembla de los nervios, me quieren hacer creer que todo está bien pero no lo está.

— Oye. — Susurra Hyuck y elevó el rostro hacia él, se ríe suavemente. — Lo siento, pero tu rostro es un caos, aún que sigues viéndote hermosa.

Sollozo con una sonrisa suave y con un dolor punzante en mis dedos que ni siquiera se quite con el adormecimiento que me ha causado el hielo.

— Este no es el momento para hacerme perder la cordura Hyuck, lo perdí todo. — Miró mis dedos, donde todas mis oportunidades o lo que tenia planeado se a acabado.

— Me tienes a mi aún, así que no lo has perdido todo. — Susurra cerca de mi oreja y me causa un escalofríos. — Todos creímos que te había golpeado en la cabeza, cuando te vi caer al piso mi corazón se detuvo, desde las galerías todo se vio más aterrador, incluso mi mente imagino sangre.

Por eso la entradora se acercó de esa forma por eso lucia tan asustada, ellos vieron que me golpearon en la cabeza y no reaccioné hasta varios segundos después, segundos en los que se hicieron eternos para mis seres cercanos y queridos.

— Me asuste y tuve miedo, ahora no puedo imaginarme sin ti. — Dice y sus ojos me miran directamente a los míos, con sinceridad, le sonrió sin mostrar mis dientes, solo una sonrisa melancólica que intenta alegrarse.

— Esa pelota no podía matarme, tú mismo dijiste que mi cabeza es dura. — Me río en cambio él se mantiene serio.

— Lo se, pero mientras estabas tendida sobre el piso sólo pude pensar en que si te hubiese golpeado de tal forma tu cabeza dura que cuando despertaras no me recordarás o no recordarás lo que ha pasado entre nosotros este último tiempo o que pasaba si volvías a odiarme como antes. — Se calla cuando la bocina del auto lo interrumpe y mi padre dice una grosería.

— No te olvidaría ni siquiera en mi otra vida. — Le digo acariciando su mejilla, obviamente con mi mano buena, la cual no es mi mano de uso diario.

El auto se detiene en el estacionamiento del hospital, mi padre es un manojo de nervios mientras abre la puerta y desciende dándole miradas rápidas a mi madre.

— Myung-ji espera aquí iré por ayuda, no te muevas. — Dice mi padre bajándose con rapidez del auto. — Podrías causarte más daño.

— Pero puedo caminar. — Le digo, el me ignora, mi madre me sonríe aún preocupada pero me dice que baje del auto.

Me siento sobre la silla con ruedas cuando la enferme se me acerca dándole instrucciones a mis padres de que me harán una revisión, que quizás tengan que hacerme una operación. Pero Hyuck me sonríe todo el tiempo para ayudarme a calmar, saludándome con su mano y puedo leer en sus labios como me dice que estará aquí hasta que salga de la consulta cosa que hace que mi corazón se siga entregando más a él.

— ¿Quien eres? — Escucho a mi padre preguntarle cuando me están llevando lejos a una sala y me giro un poco en la silla viendo a Donghyuck hacerle una reverencia demasiado exagerada y formal.

— Lee Donghyuck, señor. — Me río. — Nosotros, somos amigos o algo así.

La reviso me duele aún más que el mismo golpe, solo porque mover los dedos es una tortura, pero resultó sólo ser una fractura que tiene solución, que con un yeso podrá recuperarse prontamente y agradezco enormemente no tener que entrar a cirugías, nadie lo saber pero soy una cobarde, las agujas son mis mayores enemigos.
Mis padres se quedan conmigo en la sala esperando que puedan darme de alta, ellos creen que en casa será más agradable mi descanso, tienen razón los hospitales son tétricos sobre todo por las noches.

— Donghyuck.. – Dice mi madre y la miro. — ¿Es tu novio?

— El no dijo que son novios, son amigos cariño. — Dice mi padre paseándose por la habitación. — No puedes tener novios, es lo que menos importa, hasta quizás por ello andabas distraída y recibiste aquel golpe.

— A cualquier pudo haberle sucedido. — Me defiende mi madre. — ¿Porque Jisung tarda tanto en venir aquí?

— ¿Donghyuck sigue esperando afuera? — Preguntó y ambos me miran, solo mi madre asiente. — ¿Puedo verlo? Quiero decir, me ayudo y además, si es mi novio, a estado esperando verme desde que vinimos aquí debe estar preocupado.

   𝘞𝘳𝘰𝘯𝘨 𝘭𝘰𝘷𝘦    ||      L. Donghyuck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora