POR UNA PROMESA ETERNA ©[TERMINADA]✔️

42."Mi fulana eterna favorita..."

Irina

Impregno mis mejillas con agua mientras limpio la tristeza acumulada en mis ojos.

Todo esto me abruma.

¿Por qué está pasando todo esto?

Hace un año estaba tan feliz en mi ingenuidad, pensando que Axel era mi hombre perfecto y que él iba a ser la persona que me haría olvidar a Mark.

Y ahora viene esta marea que me ha pillado más que sorprendida.

He vuelto al punto de partida sin apenas darme cuenta.

Seco mi cara con una toalla y miro mi propia imagen en el espejo. En el último mes no he sido más que una muerta en vida, no hay más que mirar mis ojos vacíos para darse cuenta de ello.

Llevo una mano a mi pecho para intentar calmar mi acelerada respiración. Ya estoy así y ni siquiera hemos llegado al punto fuerte, el punto en el que tengo que contar todo.

Cierro los ojos y relamo mis labios, no he de ser vulnerable, porque de alguna manera sé que cuando pienso que algo se acaba, no ha hecho más que empezar.

Paso un minuto agónico ahogándome en mi propio llanto sin saber qué pensar.

¿Quién me va a entender cuando empiece a contarlo todo?

¿Qué va a pensar Arianna, esa mujer que tanto aprecio me tiene, de mí?

¿Cuál va a ser la reacción de Mark?

—Alza la cara y mira al frente. No quiero verte así —un suave pulgar acaricia mi mejilla.

Asiento sin decir nada.

—¿Dónde está la chica fuerte que conocí? Esa que encaraba a sus padres y sorprendía a todo el mundo con su impulsividad? —Su tono es demasiado severo como para ser de su propiedad.

—Se perdió en ese parque aquel día de agosto.

Oigo cómo resopla mientras yo froto las últimas lágrimas que brotan de mis ojos.

—¿Me estás diciendo que por el hecho de que mi hijo te dejara dejaste de creer en ti misma? —Arianna me observa con los ojos entrecerrados, como si tratara de encontrar una verdad que yo no quisiera contar. Pero lo que ella no sabe es que la única verdad que hay es la de que no quiero seguir hablando.

La de que sin su hijo me siento débil, cada vez que se aleja, cada vez que no cuento con sus comentarios repletos de sarcasmos y sus sonrisas llenas de dobles intenciones.

La de que sin su hijo, no soy yo.

Sé que está mal pensar eso, pero tras lágrimas y noches en vela, llegué a esa reflexión. Mi vida antes de Mark era una decadencia continua, decadencia que siguió cuando llegó su abandono. Cuando me dejó volar con mis propias alas y me fui contra el suelo...