POR UNA PROMESA ETERNA ©[TERMINADA]✔️

18."Ha comenzado la guerra carnal."

Irina

Sus labios acarician mi piel, repartiendo pequeños besos a medida que va ascendiendo por mis piernas. Siento unos cosquilleos que van directos hacia mi entrepierna, un calor que me es difícil de contener.

Sus manos me agarran de las caderas para mantenerme quieta, siento su aliento entre mis piernas cuando empieza a llenarme de besos las ingles.

Se centra en un solo punto, mi sexo, y empieza a soplar ligeramente, haciendo que no pueda dejar de mover la pelvis, ansiosa por lo que va a pasar.

—Tranquila, nena... —susurra.

—Nath... —jadeo.

Se mueve hacia arriba, rozándome los senos suavemente.

Mis ojos están cerrados, no creo que los pueda abrir debido a la excitación.

—¿Nath?, ¿ese es mi nuevo nombre? —pregunta riendo.

Me quedo helada, no quiero moverme ni hablar. Reconocería esa voz en cualquier lugar.

—Nena, mírame a los ojos —exige agarrando mi mentón.

Obedezco de inmediato y siento como mi corazón empieza a latir sin mesura.

Esos ojos azules que me taladran el cerebro desde hace años me miran fijamente.

Siento el miedo, siento el pánico, pero a la vez siento amor y deseo... Mucho deseo.

—Nena... —vuelve a susurrar cerca de la comisura de mis labios.

—Mark... —intento besarlo, pero de repente, todo se desvanece.

—¡Arriba coño! —grita Marina dándome un almohadazo.

Doy un pequeño salto, sentándome en la cama y miro hacia todos los lados. Marina me mira enfadada.

—¿Qué pasa? —pregunto adormilada.

Pone los ojos en blanco y se mueve hasta quedar acostada sobre su espalda.

—¿Para esto me pides que hagamos una mini fiesta de pijamas y que durmamos juntas? —se queja somnolienta.

—¿Pero qué ha pasado?

—Ah, no sé. Llevas dos horas gimiendo y gritando: "Mark, Mark, Mark". Aparte de eso, te he despertado porque ya me has dado cinco golpes con la cadera, ¿es que no puedes parar quieta un momento?

Me sonrojo.

—Irina, amor, ¿qué te pasa? Estás rarísima últimamente.

—He tenido otro sueño con Mark... Y no precisamente muy inocente.

Marina hace una mueca de queja.

—¡¿Otra vez?! Esto ya es vicio y depravación.

—Lo sé, ¿pero qué debería hacer?