[Saga Por Siempre #2]💞
Dicen que el tiempo lo cura todo, ¿será eso cierto, o las cicatrices del corazón serán eternas?
Mark e Irina tuvieron que superar muchos baches en su amor para conseguir que su relación funcionara. Y lo consiguieron, hasta qu...
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Mark
—Irina, compréndelo, no hay manera —digo exhausto.
—¡Que sí que la hay, venga! —Exclama con exigencia y comienza a mover su cuerpo convulsivamente hacia arriba, parece que está poseída por algún ente maligno.
—¡Me voy a destrozar los dedos, esto no sube! —Me quejo aunque no puedo evitar reírme.
Empieza a dar saltitos y me recuerda a un conejito corriendo por el prado, mi carcajada aumenta, pero se convierte un sonido un tanto victorioso al ver que por fin lo hemos logrado.
—¡Joder sí! —Llevo mis dedos enrojecidos por la fuerza empleada a mi boca para tratar de aliviar el dolor.
Gira sobre sí misma contenta y se abraza a mí con fuerza.
—¡Gracias, gracias, gracias! —Me besa la nariz y cierro los ojos con fuerza porque me hace cosquillas—. ¡Te quiero!
—Más te vale. Creo que se me han necrosado los dedos —bromeo y ríe, no puedo evitar curvar los labios al ver que rebosa de felicidad—. No vuelvas a comprarte vestidos con cremallera detrás —le pido fingiendo seriedad.
Se aparta unos centímetros y frunce el labio.
—No te he pedido ayuda —me recuerda con orgullo.
—No, pero no he tenido más remedio. Estabas contorsionando los brazos de una forma tan antinatural que creí que te los ibas a desencajar del omóplato.
—Exagerado —forma una sonrisa forzada, pese a que la he ayudado, sé que se ha hecho daño.
—¿Estás bien? —Pregunto sin planearlo y rozando sus hombros.
—No te preocupes —asegura sonriente y camina hasta llegar frente al espejo.
Se mueve mientras se observa convencida, me gusta ver como su autoestima se va recuperando.
—¿De verdad que no quieres que me compre más vestidos de cremallera? ¿Tan mal me queda? —Lleva las manos a sus caderas.
—Estás espléndida —sonríe satisfecha—, podría decir que pareces una diosa del Olimpo, pero mentiría porque no pareces, lo eres.
—Sabía que te iba a encantar.
—No sé si vale la pena dejarme los dedos por esto...
Viene corriendo hacia mí de puntillas.
—Mark, todo merecerá la pena. Todo —me susurra antes de aferrar sus dientes en mi labio inferior, obligándome a que me funda con ella en un beso en el que nuestras bocas expresan deseo.
Me suelta y pasea sus suaves manos por mi torso, que aún está descubierto porque he tenido que ir a socorrerla e inmediato de su espectáculo de gimnasia rítmica y la dichosa cremallera de su vestido.