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'CRAZY LITTLE THING'
Hay veces que uno no entiende ni a su propia persona, otras que ni siquiera puede asegurarse de que su mente no sea tan frágil, pero hay algo peor que una psiquis flaqueante, y eso es, un cuerpo con poco autocontrol. Y si, estaba en clases, con una elección a causa de un pensamiento volátil que se instaló en su mente, una situación candente que envolvía a su compañera Lia aquella fémina de sonrisita nerviosa. Más, su vista siempre terminaba postrada sobre esos enormes pechos, quería comprender si eran tan suaves como se veían, quería que revotasen mientras él la embestía de manera dramática. Estaba atolondrado de pensamientos arraigados a una excitante experiencia, que ni él sabe como se siente, pues todo el tiempo está enamorado de aquella fascinación por el cuerpo del sexo contrario, pero nunca se anima a tocarlo o a intentar entablar charla con alguna fémina. Claro, exceptuando a la hermosa Lia.
Veía su perfil de blanco inmaculado, con esos ojitos castaño claro que lo volvían presa de sus impulsos, esas pequitas amarronadas que tenía su nariz, ese pequeño lunar en su pera, y aquellas curvas que a ella la acomplejaban pero...cómo lo ponían.
Ella se hallaba junto a su persona, junto a su pequeña persona de egos estúpidamente irritantes. Estaba prestándole el libro que se había olvidado sobre la mesa de la cocina, realmente era una situación que ll molestó cuando se dio cuenta, pero agradeció por poder estar junto a la chica por la cual tiene pensamientos obscenos. Y si, se sentía como mierda por verla de aquella manera, pero, ¿Cómo hacía?, si el cuerpo de esta chica era algo que lo encandilaba y prendía en fogosos momentos que su mente inventaba de forma pagana y desenfocada.
El terror se sumió entre sus ojos cuando la chica miró hacia él. Tragó saliva y le cantó al cielo alguna canción.
— Noya...tú...
Como flash, el chico tapó con un libro aquello que escondía su pantalón — ¡No pienses mal de mi! — Susurró.
La chica reía sonrojada por la situación, más, no había mucho para decir o hacer.
— Ve al baño.
— Si, y cuando me levante. Todos verán mi erección — Dijo en susurro solo audible para la chica — No quiero quedar como el chico con las hormonas alocadas.
La fémina miro la hora en el reloj de pared, quedaba bastante tiempo hasta el siguiente recreo, y sabía entre sus más insulsos conocimientos de chica adolescente, aquello que el jovencito tenía entre las piernas, le estaba doliendo, y lo menos que quería era eso. Así que tomando una gran bocanada de aire, exclamó: ——'si quieres...te ayudo'. Se oyó casi en voz entrecortada de nervios y mas aguda de lo normal, mientras su rostro se acomodaba entre sus pensamientos de morderse el labio con muchos rechazos en la cabeza.
