O3 | Tsukkishima Kei.

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📢: DISCLAIMER——
heridas, golpes.

BDSM;
Se trata de una sigla que
combina las letras iniciales
de las palabras: Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo.

BDSM;Se trata de una sigla que combina las letras iniciales de las palabras: Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo

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'EL MONSTRUO Y LA BELLA'

Suspiraba de manera sutil mientras se aferraba a las cuerdas que rodeaban sus muñecas, las mismas ya estaban ardiendo, pero el sentir como el contrario le repartía mordidas por toda parte de su piel desnuda, la hacía imaginarse mil y un cosas que el rubio podría hacerle después, sintiendose incompetente a comparación de este mismo, principalmente porque no veía gracias a la venda y porque ella creía que no podía brindarle todo el placer que él le daba en la misma escala. Kei amaba ver las marcas que dejaba sobre aquella piel en desnudez de calor, era algo hipnótico de pensar, ver la perla de piel volverse rojiza o incluso violácea, era algo que adormecia sus setidos y lo hacían bailar al compás de un afrodisíaco riguroso. Sus besos se adentraron a aquello que, quizás no generaba el mayor placer para la fémina, el hecho de tocar aquello en un juego previo, era algo embelesante. Su lengua se acomodó en uno de aquellos botónes en rosa pastel, para morderlo de forma suave, a la vez que apretaba el otro. La femina se comenzaba a excitar cada vez más, el dolor de las mordidas parecía que la estaba volviendo adicta.

— Me aburrí.

— ¿Qué? — Alcanzó a exclamar la fémina.

— Voy a empezar en serio.

El joven abrochó un vibrador en cada pezon de la femina, colocando los mismos al máximo a la vez que se acomodaba entre las piernas de la fémina para comenzar a besar la misma. La respiración de la chica se volvió un poco errática. Estaba tan inmersa en el paraíso que le entregaba el rubio, que no notaba que de vez en vez el rubio le abrochaba ganchitos en su piel, sumiendola mas en el mundo de la lujuria que se adormecia lenta y apaciblemente por entre la boca de la fémina en gritos de pasión que se entrelaza con el placer que se siente luego del dolor, ese placer tan ínfimo y exorbitante. Y se dejó llevar, sin pensar ni un minuto en la boca del contrario, dejó allí la pasión del momento, mientras su boca se asfixiaba a ella misma en errática respiración a bocanadas que la dejaban más adormecida, mientras sentia la impotencia de no poder limpiarse un hilo de saliva que caía por la comisura de su labio, de aquel lado derecho que la hacía sorber levemente.

— ¿Cuándo te di permiso de correrte? — Preguntó con leve furia el rubio, mientras golpeaba con su palma la mejilla derecha de la fémina, logrando que la misma se encendiera como el mismisimo fuego — ¿Por qué lo hiciste?.

— Es que, se sentía bien.

— Pero el que manda aca, soy yo — Y golpeó con su palma uno de los pechos de la fémina.

La joven sintió aquella zona arder levemente, más luego del ardor venia aquel pequeño picor que la encendía, quería más, mucho más.

— Lo siento, señor.

— No te di permiso de hablar — Golpeó el muslo derecho.

El dolor se mezclaba con placer y la fémina estaba al borde del extasis, no podía creer que tan solo oirlo enojado, provocaba en ella una sensación indescriptible, mientras su mente se centraba unicamente en perderse entre las sensaciones acaloradas que le brindaba cada golpe en picor. Su rostro se deformaba cada vez más y más, mientras terminaba por babearse entre aquella excitacion que la estaba consumiendo lenta y apaciblemente.

Por su parte, el rubio disfrutaba completamente aquellos gritillos de dolor, y verla retorcerse entre su propio regocijo, no podía creer que aquella pequeña y dulce niña que alguna vez fue, con coletitas castañas y ojitos grisáceos, sea la misma que se veía sometida ante su juego de perversión, ese pensamiento de ser quien la vea de esa manera, lo hacia querer monopolizarla para si mismo, en un pensamiento de toxicidad extrema, él, queria ser el único que vea esa faceta tan ruidosa de aquella chica, él: 'Debía' ser el único hombre o mujer en la tierra entera, que vea a la fémina en tal sumisión. Él único que vea a aquellas antiguas coletitas castañas, sumirse ante su lujuria, ante su hipnotismo lleno de egocentrismo y egoísmo, no podía dejarla ir, no debía dejarla ir.

Los choques de piel contra piel se perdían entre pensamientos inútiles que ambos tenian, entre pensamientos llenos de monopolización y fatuidad, pensamientos de regocijo y gozo, llenos de lujurias y pasiones que se desbordaban por entre golpes, ataduras y morduras, de gritos en dolor y expresiones de llanto.

Los ojotos grices siendo atordidos por las lágrimas desbordantes, mientras recibía golpes y sus manos se hallaban atadas. No podía parar, no podia hacerlo, cada vez que se encontraba en el interior de la chica, sentia que iba a llegar al final en el instante en que se sentía calido. Y así, sus palabras se unieron, mientras sus lenguas buscaban cada recoveco sin ocupar, cada lugar que no exploraron cada centímetro que querían poseer, ambos eran egoistas, pero entre ese egoismo tan lujurioso, se hallaban profundos sentimientos de amor, que pocas veces se desataban en algún: "Vainilla". Eso pasaba solo en ocasiones especiales. Más aún así, entendían que sus pieles se adornaban de la otra, en calores complacientes y que aquello mismo jamás dejará de ser de aquella manera, porque él, no lo permitiría y ella, tampoco querría.

El final llegó muchas veces, la piel de la chica se volvió rojiza, más cuando se decidió terminar, el cuerpo del joven cayó suavemente sobre el de ella, escondiendo entre el cuello y el hombro su rostro, sintiendo la tez tan tibia que lo abrazaba fervientemente, extendió sus brazos y desató a la fémina con un poco de pereza, sintiendo como en cansancio y respiración entrecortada, la chica dejaba caer sus manos a su espalda, acariciando su cabello entre tanto y tanto. Sintiendo como el corazón de la castaña iba rapidamente, y se dejaba caer entre la desnudez del encuentro y la pasión que no se apagó, pero si se pausó.

Y se durmió, ebtre el ferviente cuerpo de la chica y su corazón latiendo apaciblemente cuando ya se haya calmado, mientras sentia caricias, esa era la parte que más le gustaba, cuando acababan abrazados a pesar de las barbaridades dichas o de los golpes proporcionados, el hecho de que ella quisiera seguir allí, bajo su manto perverso y monstruoso, era lo que lo hacía sentir feliz. Porque pese a todos sus gustos, ella siempre se quedaba abrazada a él y protegida, sabía que era un monstruo, pero sabía aún más, que su bella no lo iba a abandonar, aunque llore y llore, ella siempre iba a estar en su cama al despertar y con una sonrisa lo iba a iluminar.

Si, era un monstruo, pero uno afortunado.

FIN.

                              FIN

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13 Jun. 2O21.

erotic   ⸻haikyuu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora