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'CELO'
Hinata Shoyo. Ese era el joven del cual se había enamorado. Aquellos cabellos en amaneceres pesados y sonrisitas de terciopelo, eran lo que había prolongado aquel Crush que poseía en él. No podía nunca negarse ante sus belleza incalculable y sus sonrojos celestiales. Siempre terminaba sumida en la esoñacion de su persona. Quería que ese colorado saltarín sea en completo feliz. Pero...¿Cómo lo haría si sus manos estaban acariciando forzosas aquel pecho de sensaciones fogosas?. ¿Por qué su mente estaba perdida ante la nublosa sensación de ahogo?, quería estar dentro de él, debía, de estar dentro de él.
— Lisa...
La fémina oyó aquel suspiro embriagador, y miro aquellos ojitos castaños que se perdían entre pequeñas lágrimas de temor.
— Lo siento.
Atinó a explicar mientras apretaba mucho más su rodilla contra el sexo del contrario, logrando que este se exaltara. Y la mente de la rubia termine apoyada contra la pared, aspirando aquel aroma tan intoxicable, el aroma del celo. Si, al Hinata le había llegado aquel estado de tóxica realidad en la que un omega termina adentrándose mucho más en la edad adulta y él hecho de la necesidad carnal de realizar aquel acto tan profundo, que pese no era algo muy importante, para la vida de los alfas y omegas, siempre decidía su final.
La situación era incómoda; Lisa como alfa y Shoyo como omega, ambos encerrados en un cubículo del baño de la escuela.
— Lisa yo...quiero que continúes.
La mirada miel de la chica se clavó con la suya. Aquel rostro endemoniado en rojos pensamientos y placeres que quería descubrir, se acomodaban en la psiquis de la más alta como un tesoro que debía de cuidar se cualquier persona o más bien, cualquier otro alfa.
— No puedo — Le acarició el rostro con ternura, el poco auto control se iba con cada lágrima que caía en busca de placer que llevaba en contrario con su cuerpo en estado de embelesante sueño — Estas en celo, no puedo hacerte esto...
— Lisa, por favor... — Buscó los labios de la más alta. Más esta simplemente se apartó con desapego. Buscando algún punto que no sea aquel apetecible cuello que el colorado poseía — Quiero...yo quiero — Pausó — No me molesta si eres tú.
La fémina quedó en extremo sorprendida, y quería creer fervientemente en aquellas palabras acarameladas, más sabía que eso sería injusto para el más bajo — No estás en condiciones de pensar bien.