Mia
—¿Te apetece dar una vuelta?
Lo miro introduciéndome una cucharada de cereales en la boca.—¿A dónde?
—A donde tu quieras. ¿Te apetece ir a algún lugar en especial?— me sonríe.
—Hace tiempo escuche de un mercadillo donde vendían de todo. Siempre he querido ir.
—¿Nunca has ido al mercadillo? Lo hacen un día a la semana.
Niego cabizbaja— Nunca he podido ir, no me dejaban salir sino era al instituto.
Me agarra de la mano. Me mira con una dulce sonrisa.
—Vamos al mercadillo. Y vas a poder comprar todo lo que quieras.
Se me iluminan los ojos—¿De verdad?
Asiente. Lo rodeo con mis brazos y lo abrazo con fuerza. Beso dulcemente sus labios. Aprieta los brazos alrededor de mi cintura, pegándome más a él. Gimo sobre sus labios al sentir su mano acariciar mi espalda por debajo de la camiseta.
El corazón me late a mil por hora. Introduce la lengua en mi boca empezando una danza con la mía. Mis mejillas se tiñen de rojo. Nunca me habían besado de esta manera y sin duda me declaraba fan de los besos con lengua. De los de Liam por supuesto.
Rato después
Habíamos venido en la moto. Al llegar se baja, me ayuda a bajarme y nos quitamos el casco. Me sonríe, nos agarramos de la mano y nos acercamos al mercadillo.
Miro emocionada todo a mi alrededor. Era aun más grande y mejor de lo que me imaginaba. Eran varios pasillos con varios puestos en cada uno. Me gustaba mucho.
—¿Qué te parece?— me pregunta con una sonrisa.
—Me gusta mucho.
—Tenemos todo el tiempo del mundo. Puedes ver todos los puestos que quieras.
Asiento ilusionada. Tiro de su mano acercándonos a los puestos. Ríe siguiéndome.
Me había enamorado sin duda del mercadillo. Era maravilloso. No sabia cuanto llevábamos allí, pero ya iba bastante cargada de bolsas.
Nos acercamos a uno de los baños portátiles que había allí. Liam entra en uno mientras yo me quedo fuera esperándolo.
Estaba esperándolo tranquilamente cuando de pronto escucho una voz. Al levantar la cabeza veo a unos chicos acercarse a mi. No tenían muy buena pinta. Se acercaban con una mirada y sonrisa que no me daban buena espina.
—¡Ey guapa!, ¿estas sola?, ¿Por qué no nos haces compañía?
No se si fue por la forma en la que me lo dijo o por su mirada pero me entro el miedo. No quería que se me acercaran, no quería que me hicieran daño. Necesitaba salir de ahí. Y por todo eso empecé a correr sin pensarlo alejándome de allí.
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Mi Salvación (Terminada)
RomanceLa infancia de Mía estaba llena de alegría y felicidad. Padres maravillosos que la amaban y protegían por encima de todo... Pero todo cambio desde ese día... ese trágico día en el que todo cambio y toda esa alegría y felicidad desapareció. La triste...