—Espero que con esto comprenda el semejante problemón en el que se ha metido...—Harry Potter, de veintiocho años de edad, se había dirigido a su marido y alfa con un tono de voz que denotaba su evidente enfado mientras se encargaba de lidiar con esa carta.
Y es que no era para menos. ¡Estaba enviando su primer vociferador en toda su vida a su hijo, maldita sea! Por momentos creyó que hasta Severus podía recibirlo. Creyó que cualquier persona lo recibiría antes que su hijo. Por ese mismo motivo se hallaba completamente fastidiado.
No quería hacerlo. Aún recordaba lo feo que fue para su mejor amigo Ron. Cuando lo reciba, tal vez su niño se sienta igual. Pero lo tenía más que merecido y eso no iba a ser ignorado.
Después de irse de la cocina y dirigirse a la ventana más próxima para que esa carta se fuera volando con una Hedwig bastante mayor, Harry volvió a su sitio anterior, donde anteriormente estaba junto a Severus Snape.
Al cruzar el marco de la entrada, se dio cuenta de que su alfa estaba observando uno de los cabellos que se le cayó. La raíz era blanca, mientras que el resto del pelo era negro. Lo vio con detenimiento y luego lo descartó como si fuera algo sin valor alguno.
—El tiempo es muy atrevido—Concluyó, con un gesto ofendido. Harry se sentó frente a él y le sonrió con esa dulzura que lo caracterizaba.
—Sev, tienes casi cincuenta años. Demasiado bien estas para tu edad, recién están saliendo. En cambio, conozco a gente que es menor y ya tiene el cabello blanco. Estas bien.
—De todas formas lo es.—Acabó ese diálogo luego de tomar la taza que tenía al frente y beber, viendo los alrededores de su cocina.
¿Quién diría que la remodelación que le dieron se vería tan hermoso que hasta se vería irreconocible de lo luminoso que es?
Años atrás, decidieron darle un cambio a la casa. Uno gigantesco. Ninguno de los dos sentían desagrado con su antigua apariencia. Sin embargo, creyeron que con la llegada de Harvey a sus vidas, debían cerrar un ciclo para iniciar otro nuevo, por lo tanto, decidieron cambiar tapicería de los sillones y las paredes, los muebles y agregar alguna que otra cosa.
Contando la cantidad de ropa, juguetes, cuna y todo aquello relacionado con el bebé.
La casa era tan luminosa que nadie pensaría que era pertenencia de los Snape, definitivamente.
Harry Potter solo se echó a reir un poco y después de ver la variedad de comida que había en la mesa, se decidió por una tostada untada con mantequilla y mermelada.
Cuando se la llevó a la boca para degustar, escuchó la voz de su alfa, refiriéndose a él y la situación con la que antes había lidiado.
—Estas siendo un poco duro con Harvey, ¿No crees?—Le mencionó de forma suave, sedosa. Porque había descubierto durante los años que Harry podía tener un carácter bastante fuerte si así lo necesitaba.
El omega lo miró anonadado un par de minutos, con la tostada en la boca. Al masticar y terminar, especialmente cuando creyó que era necesario, habló.
—Severus... literalmente Harvey preparó pociones que ni él mismo sabe que posible efecto pueden tener y como si aquello no fuera poco, ¡Las lanzó por todo el comedor para generar una guerra de pociones entre alumnos!, ¿A ti te parece que esto es ser duro? Debería ir en persona a reprenderlo. El vociferador es poco en comparación. Por Merlín... Hasta debería besarle los pies a Mcgonagall porque decidió no expulsarlo. ¡Y tú dices que estoy siendo duro!
—Es que, tiene once años... No creo que lo haya hecho con maldad...—El alfa utilizó la última pobre excusa que se le ocurrió para defender a su bebé.
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En La Hilandera
ФанфикSeverus Snape se ve obligado a criar a Harry Potter debido a la violencia y la irresponsabilidad de Petunia Dursley y su familia. Severus Snape no quería hacerlo, pero Albus no se lo dejó de otra manera. Severus Snape cree que los alfas no tienen un...