5. Hogwarts

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   Volver al castillo resultó ser más agradable de lo que parecía. Tal vez era por su terquedad, pero de alguna forma se sentía más cómodo estando ahí. Como cuando un animal volvía a su hábitat. No sonaba bien pero así era. Sin embargo, eso no significaba librarse completamente del menor y de varias responsabilidades, tampoco sus pensamientos desaparecerían. Especialmente porque fue contratado de nuevo y tendría que darle clases. Tal vez resultaba fastidioso, pero no podía hacer mucho, así eran las cosas.

   Al menos con la ayuda de la chimenea pudo ingresar inmediatamente a Hogwarts sin necesidad de otros medios. Así que para antes de la cena, ya se encontraba ahí, desempacando sus pertenencias en el cuarto que se le asignó cerca de su despacho, en las mazmorras. Esperando a que se haga la hora para presenciar la ceremonia de selección, que era más importante de lo habitual ya que estaba Harry y por primera vez sería seleccionado en una casa.

   De repente se sentó en la orilla de su cama, con su traje negro, la misma vestimenta de siempre, a la luz de un par de velas encendidas con fuego que se hallaban encima de un plato, en la única mesita de luz que poseía. Y como todas las veces, sin quererlo, su mente se centró en lo que menos quería pensar en ese momento pero que, sin embargo, terminaba por hacerlo: Harry Potter.

   ¿En cuál casa será seleccionado? Era la pregunta más recurrente que se paseaba por su mente. Y aunque era más que obvia la respuesta, a pesar de que la tenía en la punta de la lengua, Severus insistía en retroceder y rebuscar entre sus recuerdos. Volvía rebobinar y se quedaba en esos momentos donde analizaba profundamente los comportamientos de Harry.

   Sumiso, principalmente. Pero el pocionista sabía muy bien que no era una cualidad única de Harry, por lo general los menores se mostraban así con él, más que nada eran temerosos. Tampoco la casta del chico lo favorecía, tal vez si fuera un alfa la cosa sería muy distinta. Pero la sumisión se debía a esos dos factores: el hecho de que era un adulto y el hecho de que además de adulto, era un alfa. El alfa que lo cuidaba.

   Entonces, descartando eso, intentó analizar otras cualidades. Resultó ser como un golpe contra la pared porque, se dio cuenta de que no conocía tan bien al niño como él creía. A pesar de que habían vivido cinco años juntos dónde fue criado por él, no conocía a gran profundidad su personalidad. Fue una cachetada bastante jodida, pero llegó a la conclusión de que Hufflepuff y Ravenclaw no eran para él, no podían ser para él.

   De todas formas, Severus dejó de pensarlo porque ya era hora. No se escuchaba el bullicio, ni muchas pisadas, no había nada que lo indicara pero tantos años en un solo lugar lo habían acostumbrado tanto que hasta lo presentía. Así que sin más, salió por la puerta escondida de su habitación para encontrarse con su despacho y luego desapareció.

   ¿Será su casa?, ¿Quedará en su casa? Porque si es así, sería aún más grave.


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   Gryffindor.

   Sí, un maldito Gryffindor.

   Aunque no debería ser sorpresa para él. Digamos que se necesita bastante valentía para seguir viviendo con todo lo que le sucedió al pequeño hasta ahora. Además, también es una cuestión de familia. James lo fue, Lily lo fue. Debía haberlo pensado desde un principio.

   Y no, no debería sorprenderle porque era obvio. Solo que, desde lo más profundo de su negro corazón, de alguna forma quería que pertenezca a la suya. Si, Slytherin. De alguna forma sentía que tal vez así, podían llegar a congeniar un poco mejor y no únicamente se trataba de tener algo en común, había potencial. Pero solo fueron pensamientos sin sentido.

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