Capítulo 1.

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09 de enero, 2016.

Pasado.

Bajo del taxi, sintiendo cómo mi corazón late con rapidez y mi estómago se aprieta. Respiro hondo y realizo mi ritual de contar mis pasos mientras camino, eso me ayuda mucho. Levantó la cabeza al ver el letrero "El Rincón del Sabor", uno de los lugares más conocidos y enriquecedores. Quienes terminan la universidad aspiran a entrar aquí, ya que este lugar abre muchas puertas, justo lo que estoy buscando. Con mis diecinueve años y la experiencia que adquirí estudiando, dos años y tres meses, un curso de Arte culinaria, espero que sea suficiente para conseguir un trabajo aquí y empezar a ahorrar para abrir mi propio restaurante/cafetería.

De los cinco sitios más famosos en la ciudad, elegí Rincón del sabor porque me encanta su dinámica. Durante el día, se convierte en una cafetería donde sirven los batidos y bocadillos más deliciosos, y por la noche se transforma en un restaurante sofisticado y elegante. Empujo las dos puertas e ingreso, un espacio decorado con plantas verdes me recibe, incluyendo una grande en primer plano que le da un toque de naturaleza y frescura. Hay múltiples arreglos de asientos, sillones acogedores, sillas de madera y mesas preparadas para comer. Las mesas están decoradas con pequeñas plantas en macetas que sirven como centros de mesa, mejorando la estética natural. En el fondo, se puede ver un área de bar bien iluminada, con una variedad de botellas exhibidas en estantes y luces colgantes que alumbran el espacio. El techo se caracteriza por vigas de madera expuestas y accesorios de iluminación de estilo industrial, lo que contribuye a una atmósfera rústica pero contemporánea. El piso tiene un acabado de concreto pulido, complementando el diseño moderno del interior.

Mis ojos recaen en el reloj colgado, noto que son las ocho y media. Llegué justo a tiempo, ya que a las nueve cierran las solicitudes y abren para el público. Me uno a la fila que ya cuenta con un máximo de diez personas. Varias hablan entre ellas, mientras que otras se encuentran en las mismas posiciones que yo, nerviosos y ansiosos.

Un joven de unos veintitrés años se acerca, escaneando la fila con una libreta en la mano. Por alguna razón me suena conocido, o quizás lo estoy imaginando, pero de algún lado lo saco a él. Lleva una camisa negra y un pantalón a juego, tiene el cabello castaño enrulado y ojos café. Me recuerdan a un amigo del pasado, pero es casi imposible que lo encuentre en Coos Bay, Oregon.

Apartó la vista al sentir un golpe en mi espalda y giró por completo.

—Oh, mío. Perdóname, juro que mi intención no era chocarte, pero ese idiota que está detrás me empujó — dice una hermosa mujer con cabello violeta corto y flequillo, ojos rasgados y una brillante sonrisa. Su vestimenta consiste del mismo color, un deslumbrante vestido y zapatillas negras.

—Oye.

—No hables si no es para disculparte — le gruñe molesta mirándolo por encima de su hombro, reprimo la sonrisa que está a punto de formarse en mi rostro. —Soy Madison Spencer.

—Eva, Eva Páez.

—Un gusto. ¿Sabes cuántos ya han aceptado?

—No. Acabo de llegar, solo vi que un chico se acercó a tres personas y entraron por esa puerta — señaló el frente, donde una puerta marrón se ve perfectamente desde nuestra posición.

—Ah, buenísimo. Avanza rápido, espero llegar a presentarme. ¿Tú vienes a la sección de catering?

—No, de cocina. Tengo fe que llegue hasta nosotras. Te deseo mucha suerte.

—Igual para ti, Eva. Por cierto, ¿te han dicho que tienes ojos preciosos?

Suelto una risa divertida.

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