Capítulo 9.

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Última semana.

Corro con todas mis fuerzas y me lanzo al agua. Me hundo y abro los ojos al ver las burbujas de mi caída y el agua amontonarse a mi alrededor. Subo a la superficie tomando aire. El agua está fresca y cristalina, reflejando el cielo azul y las nubes blancas. Esto de nadar en las mañanas me está encantando y relajando. Tendré que juntar para comprarme una piscina o una inflable y colocarla en la azotea.

—Tu piel se volverá arrugada.

La voz de Elian me hace parpadear y dejar de ver el cielo. Está a unos metros de brazos cruzados y en su cuello cuelga una toalla blanca. He estado rodeada de hombres en mi vida; en la universidad, trabajo, eventos y por la ciudad, pero al hombre que tengo a dos metros viéndose hermoso, nunca. Su piel está bronceada por el sol y sus ojos verdes brillan con picardía. Me deslizo por el agua llegando al puente de madera, me ofrece su mano, por un momento tengo la idea de arrastrarlo al agua, como si supiera se aleja un poco y me mira con sospecha.

—No haré nada.

—Mmm...

—Lo juro. Ayúdame.

Lo hace con desconfianza. Ambos nos sentamos, él estirando sus piernas para tocar el agua y yo en forma de indio con la toalla rodeando mi cuerpo. Amo el silencio. La paz que se siente poder pensar tranquila y aclarar tu mente.

—¿Y qué haces? ¿Me estabas buscando?

—Sí. Fui a tu cabaña. Mara me dijo que estabas acá.

—¿Para qué me buscabas? Espera déjame adivinar — llevo mi mano derecha a mi mandíbula fingiendo que pienso. Rueda los ojos con una sonrisa —¿Otro árbol para escalar? No. ¿Me pedirás que te lleve comida más tarde? ¿Cocinarás para mí? ¿Madison y Elías se andan besando en la cabaña y viniste a molestarme?

—No. Ninguna. Solo...quería estar contigo.

—También pensé en eso.

Muerdo mi labio. Niego riéndome. El sol da en su cabello rojizo, mi mano quiere pasarla para comprobar si es suave. El se da cuenta y se inclina hacia mí, acortando la distancia entre nuestros rostros. Siento su aliento cálido en mi mejilla y mi corazón se acelera. Deja un casto beso.

—Buenos días.

—Buenos días —le contestó. Se pone derecho mirándome.

La confianza no es algo que se gana a la primera. He tenido que lidiar con muchas decepciones y traiciones en mi vida. Pero con él es diferente. Siento que puedo confiar en él mis más oscuros secretos y miedos. Sé que no será alguien que me juzgue o me critique. Me escuchará con atención y comprensión. Sé que no dirá nada, pero estará ahí para mí. Es mi momento.

—Sabes, cuando estabas contándome lo de Maia, quería contarte también que tuve una historia similar a la tuya.

—¿Y por qué no me contaste?

—No quería interrumpirte.

—Puedes contármelo ahora. Si quieres. Estamos solos.

—No sé... No sé por dónde empezar — suelto una risa nerviosa —. Es difícil.

—Tranquila. No hace falta que me lo cuentes ya. Aún tenemos varios días.

—Me gustaría contártelo. Cuando era más pequeña, me enamoré de un amigo. Él se convirtió en alguien muy importante para mí en poco tiempo. Estaba muy unida a Julián, a pesar de que era mayor que yo. Me gustaba mucho. Escribía nuestros nombres con corazones. Muy cursi. Fue un apoyo cuando mis padres fallecieron, sabes, creo que me aferré mucho a él más que a mis hermanos, cuando se fue. Dolió. Me costó mucho aceptar que debía buscar su propio camino, hasta que lo volví a ver y algo se reavivó dentro de mí, no me di cuenta de que en una esquina de mi corazón aún estaba él. Y estar acá, me ayudó a comprender varias cosas. Está saliendo con mi hermana y estoy feliz por ellos, de verdad. Siento que ella se merece más que yo. Y no es porque sienta que le debo a mi hermana todo lo han hecho por mí, al contrario siento que esto es un alivio. ¿Sabes? Erick y Sam han cuidado de mí como si fuera a romperme en cualquier momento, estuvieron en todos mis momentos bajos y altos, ellos al igual que mi psicóloga fueron un impulso para que siga adelante con mi sueño. Quiero que ambos tengan la felicidad que me han dado a mí —limpio las pocas lágrimas que caen de mis ojos, apoya su mano en mi pierna y le da un apretón—perdón, no pensé que iba a llorar.

Llamas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora