Capítulo 4.

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—Eva, ¿podrías llevarte tu macumba a otro lado?

—Para tu información, se llama sahumear. Y estoy limpiando la energía negativa, tú necesitas dos. Tu energía no es buena, el sahumerio va hacia ti, mira, él sabe cosas.

Se ríe mientras baja sus anteojos. Son las nueve de la mañana y este hombre está trabajando, creo que es la única persona que he visto que lo hace cuando no debe.

—Déjame trabajar. ¿No saliste anoche?

—Sí, salí. ¿Y qué?

—Pensé que estarías durmiendo hasta tarde.

—No bebí mucho, solo fui para hacer de guardaespaldas. Madison sí que está muy dormida.

—¿Vinieron en taxi?

—Algo así —respondo con evasión.

No puedo decirle a mi hermano que nos trajeron dos desconocidos, me daría el sermón del día. Y ahora mi cabeza no está para pensar o escuchar eso. Igual no es como si le hubiera dado nuestra dirección, les mentí. Tuve que caminar una cuadra y media con Madison en mi espalda. Lo bueno es que hice ejercicio, lo malo fue que tuve que darme un baño caliente para relajar los músculos. Solo me duele un poco.

—¿Cómo, algo así? —insiste con curiosidad.

—¿Qué haces trabajando un domingo? —cambio de tema con rapidez.

—¿Y tú, qué haces limpiando? Deberías descansar —me replica.

—Touche.

Eso es verdad. Pero cuando me di un baño, me encontré con toda la ropa sucia que se me había acumulado y no pude hacer la vista gorda. Además, esta casa necesita una limpieza de arriba a abajo. Las viviendas en esta manzana donde vivo son de dos pisos, de madera y con escaleras. Mi hermano la compró hace unos años a un precio justo, pero ahora vale el doble. Yo quiero mudarme sola, pero eso aún no va a ser posible. Tengo ahorrado para abrir mi restaurante, mi sueño desde que era niña. A veces pienso que eso está muy lejano, que debería rendirme, que nunca lo voy a lograr. Pero son solo pensamientos negativos, mi fuerza y motivación son más fuertes que mis miedos. Tengo que hacerlo por mis padres, mis dos estrellas que me iluminan desde el cielo.

Dejó el palo santo en el portal que está colgado a un lado de las escaleras. Nosotros elegimos esta casa por el hermoso patio que tiene. Es un espacio verde y amplio, con flores, árboles y una hamaca. Allí me gusta relajarme y leer, o simplemente disfrutar del sol y el aire fresco. En el primer piso está el living, con un sillón y una televisión, donde mi hermano suele pasar sus ratos libres. También está la cocina, con una mesa, una heladera, una cocina y un mueble con otra televisión. Debajo de la escalera hay una puerta que conduce al lavadero, donde guardo la ropa sucia y la lavadora. En el segundo piso están los dormitorios y los baños. Yo comparto el piso con mi hermano, cada uno tiene su habitación. Hay otra habitación que era de mi hermana, pero que ahora está vacía y cerrada.

Son las cuatro de la tarde. Ya terminé de ordenar todo. Erick se fue a buscar a Belén para cenar hoy en casa conmigo. Estoy tan contenta, porque sé que me la va a presentar como su novia y ver esa sonrisa brillante en sus ojos me hace mucha ilusión. Agradezco que mi cama sea de una plaza porque Madison es de las que pegan patadas, no sé si está soñando que está luchando o se cree que está en una competencia. En la mesita de luz está el folleto que me mostró anoche.

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