—¿Qué te sucede?
—Nada.
Me quejo empujando con mis manos el mueble donde está toda mi ropa y zapatos. Maldita madera enorme y pesada. Maldita ropa. Maldigo.
—Estás dando vuelta tu habitación como si fuera un huracán. Estás triste o enojada, tu cara no muestra lo segundo. Así que dime qué sucede, Eva.
Alzó la mirada y mi hermano está apoyado contra la pared cerca de la puerta, cruzado de brazos y esperando que le cuente qué es lo que está haciendo que cambie las cosas de lugar. No quiero hablar de eso, no quiero recordar. Ayer fue el peor día de mi vida, una pesadilla sin fin. Me molesta encariñarme con personas que se van como el viento, pero así de terca soy. Las despedidas deberían hacernos sentir que nos volveremos a encontrar, pero se siente como si una línea cruzará sobre nuestros pies y cortara cualquier vínculo.
—Estoy bien, Erick.
—Ese rostro me dice lo contrario —avanza hasta donde estoy y me toma del brazo, sentándome en los pies de mi cama. Todas mis cosas están por doquier. —¿Qué pasó en el campamento? ¿Alguien te molestó?
—No.
—¿Te insultaron?
—No.
—Eva, ya te he dicho que no soy adivino. Soy tu hermano mayor, a pesar de que ahora no esté mucho en casa, sabes que puedes contarme lo que sea. Te he criado, sé cuando algo molesta tu mente.
Suelto un suspiro.
—No quiero traerte mis problemas. Ya es mucho que me has cuidado mientras ibas a la universidad.
—¿Eso que oigo es culpa? —me encojo de hombros—. Hablamos muchas veces, cuidarte fue mi decisión. Y no me arrepiento, oíste. Eres mi princesa, mi joya más preciada. Quizás no te di todo el cariño que mamá y papá pudieron darte, pero siempre estuve ahí. Ayudándote, aconsejándote, no suplanté a nadie, solo estuve presente, al igual que Sam, y lo estaremos hasta que te lleve de mi brazo y des el sí. Ahora cuéntame.
—Yo... conocí a un chico.
Sus ojos se abren un poco y asiente con la cabeza.
—Oh... ¿Quieres hablar de esto conmigo? Bien. Estoy listo.
Suelto una risa al verlo nervioso. Tendré que resumirle.
—Al principio se acercaba a mí y yo a él. Con buenas intenciones. Vimos las estrellas desde un árbol.....
—¿Un árbol? Dime que tenían seguridad. Mejor no lo digas. Sigue.
—Ganó una actividad y pidió cocinar conmigo, hicimos un postre juntos —sonríe recordando los horribles nombres que pensamos—. Y nos besamos la noche anterior antes de volver.
—¿Qué más pasó?
—Solo eso... pero no dejo de pensarlo. Esto es diferente —susurro lo último por lo bajo.
—¿No vive cerca?
—No. Sus padres lo fueron a buscar para volver a Canadá. No sé cuándo lo volveré a ver, prometió enviarme mensajes y llamarme.
—No es lo mismo.
Entiende por dónde voy. Además de besarnos, hablamos sobre nuestros miedos, sueños y deseos, pero nunca de nosotros. Mi cabeza es un torbellino de dudas y emociones. Despedirme fue como arrancarme un pedazo de corazón. Conocí a sus padres, son encantadores, su madre es igual a él, una flor de belleza y dulzura. Su padre es un hombre serio pero amable. También despedirme de las chicas dolió, Anne lloraba como una Magdalena, prometiendo volver a la ciudad antes de que abrieran el campamento. Las demás estaban tristes, pero a Mara y Rocío las veré porque ellas estudian a dos horas de donde trabajo. Madison se la veía desilusionada como un globo que se desinfla, porque Elías tenía que volver a su hogar para terminar unos cursos que está haciendo allá. Este campamento sin duda dejó una huella en mi corazón. Mi hermano me aconseja que después hable con Elían por llamada y le cuente cómo me siento, eso ayuda. La comunicación es importante.
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Llamas Del Destino
RomanceEva, una talentosa chef en busca de un nuevo comienzo, se encuentra con Elian, el encantador sobrino de un magnate gastronómico, durante un campamento de verano. Desde el primer instante, Eva y Elian sienten una conexión eléctrica e instantánea, que...