Capítulo 7.

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 Segunda semana.

—Creo que diré esto una sola vez, el yoga es espectacular.

—Concéntrate.

La regaña Rocío.

—Eso hago.

—¿Y por qué estás mirando el trasero del instructor?

—Tiene más que yo.

Reprimo una carcajada ante la respuesta de Mara. Dios mío no se puede realizar ninguna actividad en silencio con ellas. Trato de concentrarme, pero sus comentarios son graciosos. Estiro mi cuerpo como el instructor nos aconsejó para estar más relajadas, la mitad se encuentra en esta parte del campamento y la otra jugando al vóley o fútbol.

Después de hacer algunas respiraciones profundas, el instructor nos guía en una serie de posturas de yoga que nos ayudan a estirar y fortalecer todo el cuerpo. Primero hacemos la postura del perro boca abajo, que consiste en apoyar las manos y los pies en el suelo y levantar las caderas hacia el cielo, formando una V invertida. Luego pasamos a la postura del guerrero, que implica dar un paso adelante con una pierna y flexionar la rodilla, mientras que la otra pierna se mantiene estirada y el torso se gira hacia el lado de la pierna delantera. Levantamos los brazos al nivel de los hombros y miramos hacia la mano delantera. Repetimos la postura con la otra pierna. Después hacemos la postura del triángulo, que es similar a la del guerrero, pero con las piernas más separadas y los brazos extendidos hacia arriba y hacia abajo. Bajamos el brazo de abajo hacia la pierna delantera y miramos hacia el brazo de arriba. Cambiamos de lado y hacemos la misma postura. Terminamos con la postura del niño, que es muy relajante y consiste en sentarse sobre los talones, inclinar el torso hacia adelante y apoyar la frente en el suelo. Estiramos los brazos hacia adelante o los dejamos caer a los lados del cuerpo. Respiramos profundamente y sentimos cómo se relajan los músculos y la mente.

Nuestro horario de hoy; tenemos yoga, arte y escalar. Son actividades que puedes participar, como también no. Una vez que terminamos con los estiramientos nos dirigimos a la cabaña a darnos un baño y salir al comedor a comer el plato del día. Mientras que espero que Madison se termine de bañar, me coloco mi collar que he mandado hacer en homenaje a mis padres, me tardó un mes en llegar, es una estrella que se abre y tiene una foto de ellos conmigo, atrás sus iniciales. Es mi tesoro. Ya que no voy a meterme al agua, decido usarlo, a decir verdad lo evito tener en el cuello por miedo a que se me pierda, pero estoy segura que no haré ninguna actividad que corra el peligro.

Me seco el cabello con la toalla. Opté por ponerme algo diferente, un pantalón floral cómodo y una remera blanca con una frase en medio, con doblados a los costados y me maquillé un poco, el protector solar no falta.

—Eva, me ayudas.

Anne se voltea queriendo que le suba el cierre del vestido que está poniéndose, uno mío. En la habitación solo estamos Michael, ella y yo, en la otra Mara, Rocío y Greta me agradan mucho, son amables, divertidas y honestas. Personas así no se encuentran siempre.

—Listo. Te ves hermosa.

—Es tu vestido, me encanta. El celeste me luce bien ¿No?

Lleva el pelo recogido, maquillada con brillo en sus labios y combina el vestido con unas sandalias blancas.

—Por supuesto. Me gusta.

—¿Tienes algo con los vestidos con estos diseños, no?

—Para nada —bromeo haciéndola reír.

—¡Ahora sí huelo a limpia! — entra gritando Madison, ella está vestida con un top negro y un short gris, sus zapatillas Nike y una riñonera colgada en su cintura.

Llamas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora