[La dulce amargura]

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Me levanté temprano para ir al partido. Me puse mi uniforme y preparé mis cosas: un balón de básquetbol, un cambio de ropa, una botella de agua y mis tenis. Fue justamente cuando buscaba mis tenis cuando me acordé de lo que pasó en la escuela. Encontré la gorra con el emblema de la preparatoria, ahí pasaron muchas cosas, entre ellas uno de mis primeros amores fallidos.

Iba en último grado cuando conocí a Soobin, un chico de primero. Lo veía pasar por los pasillos, me parecía muy atractivo. Era alto y se veía interesante. Quería hablarle, pero me daba pena, fue por eso que Taehyun, uno de mis amigos, le habló por mí. Después de eso comenzó a juntarse con nosotros y yo lo conocí mejor. Cada vez me gustaba más, pero no sabía cómo decirle. El tiempo pasó y al final me gradué. Soobin era de primero, por lo que se quedó en la escuela sin saber lo que sentía por él.

Salí de la escuela hace ya un año y recordar ese tipo de cosas no me gustaba mucho, así que simplemente me puse mis otros zapatos, empaqué los otros y me fui al gimnasio.

Al llegar saludé al equipo y nos pusimos a calentar. No éramos un equipo especialmente bueno, solo habíamos ganado un partido en los seis meses que llevábamos entrenando juntos. El juego empezó como cualquier otro, el árbitro lanzó el balón al aire y los dos más altos de ambos equipos saltaron para ganar la posesión. Veía el balón girar en el aire cuando algo me hizo voltear. Había un chico practicando tenis de mesa, era alto y tenia el cabello tan negro que parecía tener un ligero matiz azul. Lo reconocí en seguida: Era Soobin. Nada más verlo me pasó un escalofrío por la espalda, y por el estupor de verlo no me di cuenta de que me pasaron el balón, el cual en vez de llegar a mis manos golpeó mi cara.

Jugamos lo mejor que pudimos, pero aun así perdimos. Personalmente siento que no jugué al ciento porciento, y con razón, pues estaba distraído pensando en Soobin.

No nos alineamos para agradecer por un buen juego, simplemente nos dijimos “buen juego” unos a otros sin un orden en especial. Aunque los miembros del otro equipo decían que jugamos bien, yo estaba consciente de lo mal que habíamos jugado.

La derrota no me importaba en lo más mínimo, ese chico era mi preocupación. Saber que no lo había visto en tanto tiempo me hacía reflexionar acerca de las veces que estuvimos juntos. Mi mente se llenaba de melancolía al recordar su rostro, su voz y todo lo referente a él. En las pocas veces que me lo topé por casualidad nunca le dirigí la palabra, antes bien desviaba la mirada y seguía mi camino, me daba vergüenza volver a hablarle.

Como estaba lloviendo no podíamos salir del gimnasio, y temía que Soobin me reconociera y quisiera hablarme. Me senté en el rincón más escondido de las gradas a esperar que la lluvia pasara, ahí no me encontraría. Estuve sentado en calma, al menos hasta que quise ir al baño. Me levanté para ir cuando de repente pensé que podría encontrarlo ahí, eso hizo que volviera a sentarme. Pasaron unos minutos, las ganas de ir se hacían más intensas y no aguanté más.

Entré al baño y no me crucé con él, hice “mis cosas” y me dirigí al lavabo. Cuando me lavaba las manos pude ver en el espejo a Soobin entrando. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, no sabía qué hacer —Supongo que tendré que voltear a otro lado, como siempre —pensé. Quise irme cuando escuché su voz —Hola —me dijo—, jugaste bien. Me puse muy nervioso —Gracias —dije de manera lacónica. —Siempre haz jugado muy bien —dijo sonriendo, me limité a responder con una risita apagada. —Me acuerdo de cuando jugabas en la prepa —me dijo—, también eras bueno. Salimos del baño y nos sentamos en las gradas —¿Y cómo has estado? —me preguntó —Bien, ¿Y tú? —respondí.

—Igual bien, gracias. ¿Y estás estudiando?
—Sí, estoy en la carrera de literatura.
—Qué bien, me acuerdo que querías ser escritor en la prepa.
—Sí, pero mis fanfics no eran muy buenos.
—A mí me gustaban.

Nos quedamos en silencio un rato, y luego Soobin hablo:

—Te he visto varias veces en la calle, pero me ignoras, una vez te quise saludar y te volteaste.
—Perdón, es que me siento raro cuando te veo.
—¿Por qué?
—No sé…
—Anda, dime.
—La verdad me gustabas mucho, quería que fueras más que mi amigo, pero nunca supe cómo decírtelo.
—Bueno…, yo también te apreciaba mucho, pero no quería hacerme ilusiones, eras mayor y ya ibas a salir, además de que no hablabas mucho.
—Wow…

Ninguno dijo nada durante unos segundos, se sintió como una confesión de amor, como cuando le dices a alguien que te gusta y te responde que también le gustas y luego no saben qué hacer. En ese momento Soobin abrió la boca —Creo que ya no llueve, ya podemos irnos —dijo— Bueno, entonces ya me voy, nos vemos —respondí. Cuando recogí mi mochila, Soobin me tomó del brazo —Espera, toma mi número, sería bueno vernos otro día—me dijo mientras me extendía su mano dándome un papel. El corazón me saltaba del pecho, —Gracias —dije tomando el papel— Hasta luego.

Siempre fui un tonto en temas de amor, siempre que intentaba tener un noviazgo lo arruinaba todo, pero ahora creo que todo puede salir bien. Tal vez ahora sí pueda conocer la dulce amargura de la que leo en las novelas y veo en las películas.

🐢
¡Hola! Hace milenios que no les escribo. 😶😶

Espero que les haya gustado este pequeño escrito. 😁

No sé ustedes, pero a mí me gustan los finales abiertos, siento que así son los finales de la vida real: algo acaba para dar paso al inicio de otra cosa.

Buscaré la forma de hacerme con el tiempo suficiente para escribir un poco más.

✨✨Gracias por leernos ✨✨

P. D. D.
Prometo subir la última parte de ¿Por qué tan solo?

Drabbles 3 | SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora