CAPÍTULO 2.

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Ya habían pasado un par de días desde que ocurrió aquel extraño encuentro con Tyler y todo parecía normal, no había vuelto a verlo desde aquel entonces y se sentía aliviada, pero algo dentro de ella le decía que muy pronto volverían a verse. Ella se encontraba trabajando en una pequeña panadería  cerca de la casa de su familia, trabajaba allí para pagar sus estudios universitarios.

Cuando estaba estirando la masa para las galletas, creyó haber oído pasos fuera de la cocina, pero no le prestó atención, ya que allí estaba su compañero de trabajo, que se ocupaba de cobrar y entregar los pedidos. Se disponía a cortar las galletas cuando escuchó una conocida voz desde la ventana.

—Hola, Sasha.

—¿Cómo sabes mi nombre? —.Preguntó irritada, sin siquiera voltear a verlo.

—Yo lo sé todo —le dijo, denotando una seguridad que la hizo levantar la vista, encontrándose con dos esfera de un rojo intenso brillante que la miraban con un deje de diversión, haciendo que de unos cuantos pasos hacia atrás—. Hermosos, ¿no? —.Alardeó refiriéndose a sus ojos.

Sasha seguía reculando hacia atrás con una mueca de miedo y pánico en su rostro, y las alarmas de su cuerpo se dispararon al verlo saltar por la ventana e ingresar a la cocina.

—¿Q...Quién eres? —.le preguntó, mientras trataba de alejarse lo más posible de él.

—Soy algo —respondió sin más, con voz relajada, dando unos pasos en dirección a Sasha—. Soy algo con lo que tendrás que lidiar muy seguido —Y algo muy en el fondo de ella supo que era cierto, que esto solo era el principio del infierno que le tocaría vivir y que él sería el máximo causante de ellos.

—No entiendo nada —murmuró distraída y confundida a la vez. Todo esto le resultaba extraño, y más extraño era la manera en la que su cuerpo y alma reaccionaban a él.

—No tienes que entenderlo —le dijo a unos pasos de ella. Levantó su mano y con suma suavidad le acaricio la mejilla—. Solo debes aceptarlo, ya luego habrá tiempo para las explicaciones.

—¿Pero aceptar qué? No entiendo lo que dices.

—Por supuesto que lo sabes —le dijo, mientras trazaba una línea imaginaria en el rostro de Sasha, desde su frente hasta sus labios, haciendo que intuitivamente ella cerrara los ojos, dejándose atrapar por las sensaciones que sentía. Era abrumador para ella sentir como su cuerpo abandonaba su voluntad—. Lo sabes muy bien, Sasha. Solo debes recordar —Su rostro se acercó al de ella y en movimiento lento rozó sus labios, pero el suceso ocurrido posteriormente, la hizo retroceder como si su piel quemara ante su tacto—. No te voy a morder —Esa confesión la hizo abrir los ojos con pánico. ¿Quién demonios era ese chico y que quería de ella? Esa era la pregunta que no dejaba de rondar su mente.

—Por favor, vete —Le pidió al borde del colapso.

—Aunque quisiera, no puedo hacerlo —A una velocidad sorprendente se acercó a ella, haciendo que su espalda chocara de lleno con una de las paredes. Tomó sus manos y la sostuvo con fuerza sobre su cabeza, mientra su cuerpo se cernía sobre ella. Un quejido de dolor salió de los labios de Sasha debido a la presion que él le ejercía en las muñecas—. No puedo irme sin antes hacerte recordar, sin antes hacer que me recuerdes —Acto seguido, dos filosos colmillos traspasaban la piel de su cuello, haciéndola chillar de dolor. Empezó a sentir un mar de emociones que hacían que su cuerpo se sacudiera con violencia, sentía como cada gota de sangre abandonaba su cuerpo y aunque luchó por apartarlo, no pudo hacerlo. Sus ojos empezaron a pesarle y su cuerpo a sentirse débil. Una ola de dolor le recorrió el cuerpo haciendo que se retorciera ante lo que experimentaba. No entendía que sucedía y, aunque luchó por permanecer con los ojos abiertos, su cuerpo la traicionó y se dejó caer en los brazos de él, pero antes de que sus ojos se cerraran por completo, alcanzó a ver una sonrisa en el rostro de Tyler  y un pequeño murmullo llegó a sus oídos —. Recuerda, por favor.

•●•

Se despertó asustada, dando un fuerte grito que resonó en toda la estancia. Sus ojos se movían con pánico en todas las direcciones, su cuerpo empezó a temblar y su pecho subía y bajaba con violencia. Una puerta fue abierta de bruce y Yemar ingresó apresurada con una mueca de terror en su rostro. Se acercó a pasos veloces a la cama de su amiga, envolviéndola en sus brazos.

—Ya pasó, cariño, ya pasó —le decía mientras la abrazaba.

La chica respiraba con dificultad debido al sueño que había tenido, abrazó a su mejor amiga como si fuera la última vez que la iba a poder ver. Su respiración agitada, el sudor que desprendía su piel, todo en ella era un sinfín de emociones.

Yemar la soltó, la miró algo preocupada, pero ella intentó actuar normal, trataba de no ser cuestionada, era normal en ella últimamente tener pesadillas referentes a Tyler, cada vez se adueñaba más de sus pensamientos. Lo más curioso, es que siempre soñaba algo relacionado con vampiros, ni ella misma le tomaba importancia, pero... ¿Cómo explicaba sus ojos rojos, el hecho de que siempre que lo veía sentía como una fuerza externa la atraía a él? No podía simplemente entender cómo era eso posible, necesitaba respuestas, necesitaba verlo.

Se levantó, rechazando lo que su amiga le ofrecía de comer, se dirigió al baño, ladeo un poco su cara para poder observarse el cuello y verificar nuevamente que todo fue un sueño y que nada era real.

Nada era real y agradecía que así fuese, ya que de no ser así, hubiese muerto de terror.

Por otro lado, Tyler se encontraba en su cama, con un aire de triunfo y una gran sonrisa perfecta en su cara, demostrando su poder y grandeza ante él mismo. Imaginaba el momento en que besó a Sasha, el momento en que perdió la cabeza y la mordió, probando así su sangre. Cerró los ojos imaginando el maravilloso sabor de aquel líquido rojo que tanto le gustó, el mejor de toda su existencia.

<<Ya llegará el momento de volver a probar>>, pensó. Sasha se había metido en sus pensamientos desde aquel día y, difícilmente, lograría sacarla antes de que aquello pase.

Dio una voltereta sobre la cama hasta llegar a la orilla y dejar caer sus pies, salió al gran pasillo que conecta las habitaciones principales de su casa, aún con su gran sonrisa.

Al salir se encontró con su madre, quien con una igual de resplandeciente sonrisa, le advirtió:

—No aceleres el curso de las cosas, Tyler. Que todo suceda su tiempo.

Su madre; una mujer de carácter fuerte, cruel cuando es necesario, fría, calculadora y una de las mujeres más inteligentes que se podría cruzar cualquier persona, también dulce y amable cuando lo requería.

—No te metas en mis asuntos, madre.

Tyler se dio la vuelta y salió, disfrutando el aire fresco de la noche se dirigió hacia donde se encontraba la dueña de su corazón, aquella chica que lo tenía hechizado y que no se cansaba de ver y desear tener entre sus brazos para el resto de su vida.

Opuestos enamorados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora