CAPÍTULO 8

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Hace algunos
cientos de años.

Ella, tan hermosa como elegante y tan precisa como letal.

Él, tan apuesto, firme, fuerte y enardecido como siempre.

—¿Ya te he dicho hoy que te ves hermosa?—. Preguntó Tyler de forma sutil mientras extendía su mano para pedir la de Sasha.

—Creo que un par de veces—. Contestó sonriente, ofreciéndole un guiño—. ¿Por cuánto más me lo dirás todos los días?

—¿Una eternidad no es suficiente?

—Nunca lo será...—. Sentenció, tomando la mano de Tyler, pasando sus manos por encima de su hombro y juntando sus cuerpos en una posición cerrada.

En segundos, una música suave y elegante comenzó a sonar por parte de los músicos del salón. La gran mayoría de las personas se encontraban bailando en pareja al ritmo de las cuerdas del violín, chello y contrabajo, y del contrapunteo de la percusión. Las personas que no lo hacían, se encontraban o bien sentados en sus mesas disfrutando del banquete, o bien con sus brazos apoyados en el balcón, contemplando la luna llegar.

El príncipe de aquel aquelarre vampiro en ascenso, Tyler Campbell, se encontraba bailando en algún lugar de la pista de baile con Sasha Miller, su prometida.

El aquelarre poco a poco estaba surgiendo desde la nada, encontrando miembros y ganando poder de a poco, con esfuerzo y trabajo. El baile de aquella noche era para celebrar los últimos avances, triunfos y logros.

—¡Has mejorado, Sasha!—.  Exclamó el príncipe, con cierto aire de burla en su voz—.  ¡Auch! Podías ahorrarte el pisotón.

—Pues no me provoque, su majestad. Tenía que dar mi mejor esfuerzo el día de hoy, el príncipe no puede tener una pareja que no lo haga exhibirse en la pista—.  Sentenció ella, también con cierto aire de burla en su voz. Una risa ronca y sincera salió de la boca de Tyler al mismo tiempo en el que la hacía dar un giro.

—Exageras, cariño—.  Dijo, aún riendo—.  Ni la inmortalidad, ni la corona pueden compararse con una eternidad a tu lado. Ni con eso ni...—.  Hizo una pausa para darle un rápido vistazo a las parejas que los rodeaban.—.  Con despertar la envidia de los demás al estar bailando con la chica más hermosa del lugar.

—Adulador—.  Dijo ella mirándolo directamente a los carmines de sus ojos.

—¿Lo soy?.

—Lo eres. Por cierto...—.  Hizo una pausa para acercar más sus cuerpos al compás de su baile, de forma que sus pechos se apoyaban cómodamente sobre su torso—. ¿Por qué estás tan lejos? No será que te da miedo bailar tan cerca de mí, ¿Verdad?

El ambiente estaba comenzando a calentarse. La música no paraba de sonar y poco a poco las demás parejas fueron desapareciendo para ellos, de una en una, hasta que solo podían sentirse el uno al otro y al movimiento de sus cuerpos, que se movían tan suaves como una pluma y tan firmes como una columna.

—Para nada, niña. ¿Es este el momento en el que tengo que decírtelo?—.  Susurró Tyler casi en su oído.

—No es mal momento para que lo hagas.—.  Las palabras de Sasha poco a poco se iban llenando cada vez más de deseo.

—Te amo.

Y de pronto, la música aumentó en intensidad, velocidad y ritmo, como si las palabras de Tyler lo hubiesen desencadenado. Aquella pareja se movía como si fuesen uno solo, ni el mismo Drácula podía dividir tanta belleza, gracia y elegancia; eran una pareja tan sublime como letal.

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