3. Vergüenza Ajena

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ETHAN

Desde que entre hace unos meses que ingrese a esta institución he tenido que sobrellevar situaciones de la mejor manera posible, desde alumnas que no han dejado de lanzarme piropos hasta alumnas mismos que se han encargado de conseguir el número de mi novia y decirle una sarta de barbaridades.

Pero lo que tengo en mis manos en este momento supera mis expectativas y lo hace mucho más cuando en la primera página está escrito el nombre de una de mis mejores alumnas en este curso.

Melissa Lester.

No me atreví a mirar más de lo permitido, el pequeño cuaderno estaba forrado de un papel azul brillante que destaca entre el montón que tengo en mi escritorio.

Lo tomé pensando en revisarlo, apenas lo abrí supe que esto definitivamente no era la tarea que había enviado.

La letra estaba ligeramente en cursiva y un poco chueca y mientras más pasaba cada letra u línea iba entrando en instantes momentáneos en los que no sabía si reír o enojarme por tal cosa.

Cerré el pequeño cuaderno que ahora que por su pequeñez noto que es un diario y por inercia lo guardo en el bolsillo delantero de mi maletón.

Sopeso muy bien la situación y quiero creer que esto no ha sido una broma de muy mal gusto de parte de las amigas de, Lester, pero no me cabe en la cabeza de así hayan ocurrido las cosas.

Caigo en cuenta en  cada uno de los alumnos que se encuentran conversando en pequeños susurros sin percatarse en mi presencia, mi vista va a dar hacia la que creo me tendió el cuaderno de, Lester y para no perder más tiempo del que me quitaría, preferí mandarla al asiento y llamarlo a los que faltaban para así tener todas las tareas  puestas en mi escritorio de una buena vez.

La joven estaba sumergida en algo que se encontraba escribiendo en su cuaderno que descarto de todas las formas posibles el que que tal vez ella ha hecho tal cosa para dejar en vergüenza a su compañera.

Ha pasado media hora desde que han llamado a, Lester y aun no me entra en la cabeza como alguien como ella haya escrito semejante cosa de mí.

He de decir que me siento alagado hasta cierto punto, en algunas partes el corazón empezó a latirme demasiado fuerte al recordar las líneas  fuera de tono escritas en el diario, algo que me enojo sin duda fue mi falta de control ante unas simples palabras de una alumna a la cual no he reparado en su presencia más de dos veces en este año.

Un toque en la puerta me hace desviar la atención de mis pensamientos para fijarme en como la cabeza del director se asoma por ella.

—Master, le devuelvo a la estudiante—se limita a decir con su característica postura de hombre irreprochable y le da paso a quien no ha dejado de rondar en mi cabeza.

De alguna manera poco común mi corazón empieza a latir como loco en cuanto la presencia de, Lester ingresa al aula, se despide con un movimiento de cabeza del director y cuando este cierra la puerta tras de sí, Lester deja caer sus hombros y lo primero que hace casi como por costumbre o así lo veo recién ahora, es mirarme.





Red.

El Diario De Melissa LesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora