8. Mi única solución

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Madison Jones, aparte de ser mi otra mejor amiga la cual hace más de un año se había mudado de ciudad es nada más la chica que suspira como una enamorada por mi hermano y creo que eso no ha cambiado en nada.

—¿Y tú qué haces aquí? —pregunté en cuanto la vi de pie en medio de la sala, su cabello estaba más corto y la loca esta se lo había pintado de verde.

—Me esperaba no sé, un ¡Hola, Mad!

—No esperes mucho de mí, estoy en una situación de vida o muerte ahora mismo.

Drama Queen, me dicen.

Suspire y como toda una dramática me tire en el sillón.

Aunque teníamos más de un año que no nos veíamos las caras, siempre que podíamos nos enviábamos mensajes, todos los días y todos los días me preguntaba por mi hermano.

Qué horror.

—¿Qué paso?

Una de las cosas positivas de pelos locos—como algunas veces la nombra mi hermano—es que es muy buena escuchando.

Pero... ¿Cómo decirle que tengo diario en el que escribo cosas eróticas sobre mi profesor?

Bueno, tenia.

Aun no puedo creer que mi preciado diario este en sus manos, de solo recordarlo el corazón me late descontroladamente.

—Este...nada, es una bobada—respondí con los nervios carcomiendo la cabeza y por supuesto ella lo notó, pero antes de que pudiera decir algo, mi gran hermano apareció bajando las escaleras sin camiseta.

Ese hijo de...

—¡Hola, Matt! —la eufórica de, Mad, no quitó en ningún momento su intensa mirada de la del cuerpo de mi hermano.

Qué asco.

Y por supuesto que él sabía lo que provocaba en, Mad, ya saben, el típico idiota entrando en la etapa de adultez, en su primer año de universidad, con un cuerpo el cual es trabajado a punta gimnasio, pero se trata de, Matt y yo soy su hermana, así que de alguna manera sigue siendo un idiota queriendo ser adulto.

—Que hay—hiso un movimiento con la cabeza y apenas nos miró, se quedó parado en a final de las escaleras y yo estaba tipo.

Ok, aja, lárgate.

—¿Se te ofrece algo? —pregunté y cuando su mirada topó con la mía le hice saber telepáticamente que ¿Qué rayos hacia? El idiota no me entendió.

—Nada ¿Por qué?

—Pues que te vayas, por si no te has dado cuenta estamos en una conversación de chicas.

—Ah, ¿Tu eres una?

Este idiota.

Le lance lo primero que estuvo en mi alcance, pero no logre darle.

—Mel, por favor compórtate—Mad, me regaño en un susurro que me dejo en un estado de shock total literalmente—¡A mí no me importa que estés aquí, Matty!

No me jodas.

Luego de más o menos una hora en el que tuve que soportar a mi mejor amiga la cual no veía desde hace mucho tiempo y a mi hermano coquetear, por fin pude apartarla de él y llevarla a mi habitación, no pude contarle mi problema y no me atreví a contárselo a, Julie y a Jess tampoco, estaba demasiado avergonzada como para asistir el día de mañana a clases.

Tal vez esa era mi única solución, no asistir mañana a clases.






***


Red.

El Diario De Melissa LesterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora