ETHAN
—¡¿Qué te dijo, que?! —las sonoras carcajadas de, John, resuenan por toda la cafetería llamando la atención de las pocas personas en el lugar.
—Cállate, joder.
Estuve tentado a cerrarle la boca de la manera menos ética posible, pero estábamos en un lugar público y lo que menos quería era llamar la atención.
Luego de un tedioso largo de trabajo entre alumnos y charlas de maestros cite a mi gran amigo de años a esta cafetería para contarle sobre mi "gran caso"
El momento de esta mañana no deja de repetirse en mi cabeza, Lester, no dejaba de permanecer en mi cabeza.
Ese es el punto.
—Venga, hombre, no me puedes decir primero que una alumna tuya te quiere follar y luego pedir que me calle—se retorció en una risa escandalosa mientras se sostenía el estómago.
—Nunca te dije eso.
—No. Pero eso no significa que no piense que sí.
Rodé los ojos y antes de siquiera decir algo una chica de melena rubia se acercó a dejar nuestros pedidos, no pase por alto la cara de gilipollas que puso mi mejor amigo al sonreírle descaradamente a la chica.
—¿Te gustan menores ahora? —murmure llevándome la tasa a la boca.
Mmm, este chocolate esta bueno.
Bufó y se apoyó su espalda en el asiento, le dio un sorbo a su café y coloco una mueca de asco.
—Solo a ti se te ocurre invitarme a tomar café a las tres de la tarde, joder suficiente tengo con mis sobrinas y sus jueguecillos del té—miró hacia ambos lados y se acercó más a mí—y respondiendo a tu pregunta, no, no me gustan menores, me gustan chicas mayores de edad que tienen cara y apariencia de menores que es muy diferente.
—Como sea, no te cite aquí por eso.
—Ah sí, claro, ¿Carol, lo sabe?
De lo pensarla.
—Sí y no por mi boca, ella lo encontró.
Asintió varias veces y me sorprendió un poco que no emitiría comentario alguno sobre ella, a este punto ya se estaría burlando.
—¿Te masturbaste leyendo cochinadas sobre ti?
Casi.
—¡Por supuesto que no! —grité sumamente alterado que no medí el volumen de mi voz, varias miradas no dejaban de mirar hacia acá.
—¿Y qué esperas?
Lo mire horrorizado.
—¿Estás loco?
—No, pero deja el drama, solo bromeaba.
No lo hacía.
Bebí de mi taza y una tensión me recorrió todo el cuerpo cuando de repente la persona que pensé no ver hasta mañana entro por la puerta.
—Mierda.
—¿Qué?
—Mierda, mierda, mierda—mascullé y me sorprendí al sentirme visiblemente alterado, mi cabeza no dejaba de rememorar las palabras del diario, el cómo dijo "follar" de una forma tan, tan...sexi el día de hoy y ahora por más que quiera no puedo apartar la mirada de ella y recordar eso cada vez, cada momento.
Ni siquiera me provocaba de manera sexual, era mi alumna después de todo, pero el hecho de que pase en mi cabeza todo el tiempo me ponía mal, de los nervios, porque no podía mirarla más de dos segundos y pensar que fue ella, la chica inteligente de mi clase la que ha escrito esas cosas sobre mí.
—Lester—musite hacía, John, para que me escuchara.
—¡La que te quería follar! —gritó
Lo miré inmediatamente y abrí mis ojos de forma exagerada al escuchar sus palabras, se estaba burlando de mí, lo hacía a propósito y con el temor y la vergüenza recorriéndome las venas, mi mirada fue a parar a ella.
Sus ojos ya me observaban, parecía sorprendí al verme aquí y si escuchó o no lo que el idiota de mi amigo dijo, no lo dio a notar, me dio la espalda actuando con indiferencia y fruncí el ceño por inercia.
Acaba de fingir ignorarme, está prácticamente ignorándome, a mí, a su profesor, cualquiera en su lugar estaría en un segundo junto a mi mesa saludándome.
Pero ella ni siquiera hiso eso.
—¿Es ella?
Encare a mi amigo dándole un no tan suave puñetazo en el brazo. Río entre dientes sobándose la zona en donde lo había golpeado.
—Venga, no es para tanto.
—Joder, no me vengas con esa mierda, eres peor que un adolescente dejándome en vergüenza—mascullé con la rabia impregnada en mi voz, estaba avergonzado.
—Ya, ya, no lo vuelvo hacer, solo quería cerciorarme si era ella, y por lo visto si—se empinó un poco en el siento tratando de verla—Esta buena.
Lo golpee de nuevo.
—Es mi alumna, maldita sea.
—Pero no la mía.
No puedo más.
Con una rabia imperturbable me levante de manera brusca de mi asiento tomando con enojo mi maletín a lo que sacaba un billete de cinco y lo estampaba contra la mesa.
Me largo.
La sonora carcajada de mi amigo se logró escuchar y ante mi huida no pude hacer nada, porque un pequeño cuerpo se interpuso en mi camino.
Unos ojos avellana vivaces me miraron sorprendidos.
Melissa Lester.
ESTÁS LEYENDO
El Diario De Melissa Lester
RomanceQue Melissa Lester, tenga un diario no está mal, pero que en ese diario no haya más que escritos un poco subidos de tono sobre su profesor de inglés es otra cosa y suele convertirse en algo mucho peor cuando por error su diario cae en las manos del...