7. Tercer paso: Empanenado

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La semana iniciaba una vez más para Jimin, quien odiaba tener que levantarse como cada mañana.

Refunfuñando y de muy mal humor, como siempre, entro a la ducha a asearse, mientras mantenía su ceño fruncido y sus pocas ganas de existir. Terminó, se cambió y bajo hasta la cocina, donde sus padres lo esperaban para desayunar.

- Traes una carita hijo, que juraría te dejo tú novia, pero luego recuerdo que no tienes y se me pasa - Dijo la señora Park, en tono burlón.

Jimin sintió que su mañana sería un asco. Rodó los ojos ante el comentario infantil de su madre y soltó un suspiro fastidiado por todo, como ya era costumbre en él. Tomo una manzana y dio media vuelta para salir de casa.

- Oye, ¿No piensas desayunar? - Preguntó el señor Park.

- No y no te esperaré, caminaré hasta el instituto.

- Pero está a 30 hora a pie Jimin - El señor Park frunció el ceño ante el comportamiento de su hijo.

Ya estaban acostumbrados a que él fuese así, pero esa mañana andaba peor que los días anteriores y no sabía la razón.

- Estoy a tiempo, me iré solo - Sin más que decir, el chico salió de casa.

Jimin salió de su casa, colocando la capucha de su sudadera, mientras afianzaba bien las correas de su mochila y colocaba una mascarilla sobre su rostro, deseando como siempre, que nadie lo reconozca.

Caminaba sin detenerse, mientras su mente viajaba por doquier, pensaba seriamente en una sola cosa o mejor dicho... Una sola persona, ¿Por qué pensaba tanto en el señor Min?, Era la pregunta de Jimin últimamente.

Volvió a suspirar como ya era costumbre, ya se había cansado de caminar, apenas llevaba 10 minutos y le faltaban 20 para llegar a la escuela. Sin embargo, en ese momento el claxon de un aunto sonó, sacando un salto del susto a Jimin.

El chico se detuvo y vio el auto en color azul oscuro. Frunció el ceño cuando no lo reconoció, hasta que la ventana del lado del copiloto fue bajando y pudo ver al dueño de este.

- ¿Quieres que te lleve Jimin? - El mencionado frunció el ceño una vez más y negó.

- No, gracias señor Min, prefiero caminar - Dijo racio el menor.

Siguió caminando, tratando de ignorar a su profesor, colocó sus audífonos, aunque no puso música, pues aunque no lo aceptará tenía curiosidad por lo que el señor Min le diga. Mientras Yoongi seguía al menor manejando lento, para cuidar sus pasos.

- Vamos Jimin, no seas orgulloso y sube, quedan menos de 15 minutos para entrar a clases y a ti te quedan 20 minutos caminando - Razonó el mayor.

Jimin apretó sus puños en las correas de su mochila, puesto que el señor Min tenía razón, le quedaba poco tiempo, pero era tan orgulloso que no aceptaría tan fácil, o eso creía él.

- Jiminie... - Y aquel pequeño diminutivo causó más de lo debido en el chico, quien volvió a detener sus pasos y volteó a ver al profesor Min, quien le sonreía.

Jamás nadie lo había llamado así, nadie aparte de su madre, todos lo ignoraban, para todos, Jimin era un chico invisible, era alguien sin importancia y un bulto más entre la sociedad, amaba estar en la oscuridad, pero sin darse cuenta empezó a desear ser notado, empezó a desear que alguien más se diera cuenta de él.

Sin embargo... Solo lo deseaba de una sola persona.

- ¿Qué dices Jiminie?, ¿Te llevo al instituto? - Preguntó una vez más el mayor, aún con aquella tierna sonrisa en su rostro.

El chico de la esquina ~YM~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora