Carnavales

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Narra Argentina:

Las clases habían sido tan estresantes para lo que iba de semestre que esta fiesta en especifico eran lo mejor que nos podía pasar a nosotros. Entre bailes en plena calle con los amigos, el alcohol y la jodedera típica de los carnavales fue pasando la noche.

Pasado de las 12 sentí una mirada sobre mí, de esas que llaman tu atención y haces contacto directo, y allí estaba él, con una sonrisa invitándome a que fuera. Me sentí tentado pero desistí de la idea, no quería malas jugadas en mis vacaciones y en un pueblo que poco conozco.

No sé si les ha pasado que ven a un carajo con pinta de macho, con esa seguridad, con ese aplomo al caminar que podría tener a todas y uno lo que siente es ganas de tenerlo en 4 patas recibiendo pipe de manera brutal. Eso me pasaba con él pero yo soy un maldito cortado, se que algún día prenderé en candela al closet y las cenizas las utilizare como pimienta pero así estoy desde hace tiempo, 20 años no vividos plenamente.

Terminada la canción apareció él, llamo a Perú, una amiga de mi grupo, para saludarla y sentí algo de alegría, se estaban abriendo las puertas del cielo. Unos ojazos verdes claros penetrantes, una tremenda sonrisa y se veía atlético. -Que bueno son estos pueblos- exclame para mí mismo, mientras me lo presentaban. Se llama México.

Él siguió con nosotros la rumba, ese pibe me tenía tentando. Cada movimiento para acercarse a mí y sus jugarretas me  estaban provocándome que quisiera cogérmelo allí mismo frente a todos.

Me aparte del grupo, buscando serenidad. No sabía lo que pasaba, si era que el humo que estaba en el ambiente era de una droga que me estaba volviendo loco, o era el alcohol no sé, pero es que este pibe me tiene casi eyaculando en los pantalones.

El sabía lo que hacía, cuando minutos atrás bailando “de forma descuidada” pego sus nalgas a mi verga y al ritmo del baile con todos presente, de manera disimulada me las meneo en todo el paquete.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAA maldita sea-pensé.

Allí estaba yo, recostado de una pared fumándome un cigarro como un estúpido mientras veía a todos bailar y con eso me refería a mirarlo disimuladamente. Dos cigarros seguidos después me despedí de todos, me iba a la casa de unos familiares, igual dentro de poco amanecería.

Iba por la calle, si bien mi bisexualidad es conocida por algunos de mis amigos, esa forma de acercarse me intimidaba, me hacía sentir culpable, sacaba cosas de mí que me hacia irreconocible o totalmente reconocible para mí mismo. En aquel entonces no tenía mucha experiencia.

Dos cuadras después oí que me llamaban pero ignore. Estaba centrado en mí, en esa negación y después lo contrario, en ese miedo que me tengo en esa pelea interna cuando haces algo y todo se vuelve una tormenta, así era yo.

-Me regalas uno-dijo México, colocándose a mi lado como si me conociera de toda la vida.

No supe cómo reaccionar, entre acelerado y torpe fui a sacar un cigarro pero la caja se me resbalo y con reflejos el agarro la caja a pocos centímetro de mi mano.

-¿Nervioso?, no tengas miedo wey, yo no te voy a comer-Dijo México y dibujando una sonrisa en su cara.

No podía decir nada, me había comido la lengua, que arrechera sentía en ese instante estaba que me partía la cara con mi propio puño. ¿Por qué soy tan bobo?.

Mexarg one-shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora